Con esta receta participo en el Reto de Abril de la Comunidad Comer Especial
INGREDIENTES (2 personas)
500 grs de pechuga de pollo
2-3 chipotles adobados
1 taza de leche evaporada
200 grs de Crème Fraîche (crema fresca o yogur)
2 limas
1 naranja (opcional, para rebajar el picante)
Cilantro fresco
Tomatitos cherry de rama
Arroz cocido
1 aguacate
Sal, pimienta molida y aceite de oliva
Duración: 30-40 minutos
Hoy viajamos a Méjico con todas las de la ley. El Pollo Chipotle es un plato muy característico y una receta ineludible para los amantes de los matices intensos y picantes. Es mi caso. Adoro que mi paladar se aventure en el infierno del chile, porque, lejos de sufrir, me potencia aún más los sabores. Aquí ya cada uno calibrará su aguante y podrá rebajar su picor para amoldarlo a su comodidad, que de eso se trata. En cualquier caso, tened un vaso de leche cerca por si acaso... Silencio, se cocina.
Empezamos metiendo mano a la salsa. Yo usé chiles Chipotle adobados (que vienen en una lata y son fáciles de conseguir, en Alcampo a más señas), pero se pueden usar secos, tipo ñora. Como tienen un picante bastante pronunciado habrá que medir su intensidad. Lo primero es echar en un vaso alto los chiles (la cantidad dependerá de vuestra osadía y resistencia para ellos, podéis quitarle las semillas que es donde más se concentra el picante), la leche evaporada y la crema fresca.
Trituramos bien con la batidora. Añadimos el zumo de las limas, que nos darán un toque refrescante y rebajarán el picante. Picamos cilantro fresco e incorporamos, batimos todo el conjunto. NOTA: Si todavía es mucho picante, se puede suavizar con el zumo de una naranja o echando más leche evaporada, ya que estos elementos ayudan a matizar las notas de picor. Tendréis que ir probando para dar con el sabor y la intensidad adecuada a vuestro gusto.
Con la salsa ya preparada, es el turno del pollo. Limpiamos bien las pechugas de huesos, tendones y telillas y lo vamos troceando. Salpimentamos bien y los ponemos a dorar en una sartén con un poco de aceite de oliva. Cuando veamos que el pollo está bien sellado por todas sus caras, añadimos la salsa a la sartén y removemos para que se mezcle con el pollo.
Cortamos unos tomatitos cherry por la mitad y los añadimos. Al igual que otro poco de cilantro fresco. Removemos y dejamos cocinar hasta que notemos que el pollo está tierno y jugoso.
Cocemos arroz en una cazuela con agua y sal al gusto durante unos 16-18 minutos.
Momento de presentar. En un plato de pizarra (que para esta ocasión nos sirve fenomenal y destacará los colores vivos de la receta) disponemos el arroz, ayudándonos con un molde o con una taza de café. Lo decoramos por encima con unos trozos de aguacate. Servimos el pollo cocinado bien cubierto de salsa de chile chipotle y decoramos con nos tomatitos cherry y algo de verde (perejil, cilantro...)
Armaos de valor para degustar un plato sabroso, lleno de matices e implacable para los amantes de la cocina mejicana. ¡Que aproveche, hitchcookianos!
Película ideal para degustar este plato
EL ÁNGEL EXTERMINADOR
("El ángel exterminador" de Luis Buñuel - 1962)
La comparación cinematográfica debía partir, inevitablemente, de la versión de la receta que yo he hecho, es decir, muy muy picante. Puro fuego en la boca. De ahí que haya rebuscado en mi cerebral disco duro para dar con una película que sugiriese un poco esa violencia e incomodidad. Además, tratándose de un ejercicio de la cocina mejicana, estaba obligado a centrarme en su cine. No había duda. Todo me conducía a la demoledora y cruel pieza maestra que es El ángel exterminador.
Pese a que la película corre a cargo del aragonés Luis Buñuel ("Viridiana", "Los olvidados", "Belle de jour", "Ensayo de un crimen"...) su obra artística tuvo en Méjico uno de sus mayores apogeos. A esa "edad de oro" pertenece El ángel exterminador. Buñuel fue uno de esos cineastas que rompieron moldes y conductas pre-establecidas y se atrevieron a indagar en la psicología humana desde un punto de vista surrealista y simbólico (no en vano se estrenó en el cine con Dalí y "Un perro andaluz"). Incomprendido, odiado, admirado, seguido, este director nunca tuvo reparos a la hora de lanzar sus dardos contra el poderoso y desnudarle ante el espectador.
El ángel exterminador es una de sus mejores obras. Su planteamiento invita al desconcierto inicial - un grupo de burgueses encerrados en una casa de la que, inexplicablemente, no pueden salir - pero esa premisa es sólo una excusa para su verdadero interés: acribillar a la clase noble. La malsana mirada de Buñuel se centra en sacar a la luz las miserias, hipocresías y dolencias humanas de ese puñado de codiciosos que se ven obligados al confinamiento. Lo que inicialmente era una jornada fastuosa y banal, se acaba convirtiendo en un terrorífico cuadro donde las personas muestran su verdadera cara. Donde la incomunicación entre humanos se hace patente. Donde explota la decadencia moral. Su encierro no les hace ser más próximos, sino todo lo contrario, les distancia cada vez más hasta el punto del odio, el rencor, los celos, la envidia... la muerte.
Nuestra receta tiene, como El ángel exterminador, mucha simbología. No hay más que fijarse en la fotografía del plato. Ya en la decoración se intuye un ramalazo surrealista y abstracto: líneas de salsa, círculos de toamate, una montaña de arroz, una amalgama de pollo en el otro extremo... Buñuel decía de su película que reflejaba totalmente la vida, su incomprensión, la vida aislada de los hombres en un espacio cerrado. En nuestra receta vemos que el plato de pizarra hace las veces de escenario negro por el que se mueven los personajes y que delimita sus pasos. Un abismo al que están condenados a caer.
El pollo, los tomates, el arroz y el aguacate se nos antojan cómo ese elenco de seres humanos que acaban arremolinados en la gran mansión. En principio su convivencia es cordial y perfectamente armónica en sabores, pero una vez que se apodera de ellos la salsa picante (el ángel exterminador) lo cambia todo. Su conducta refrescante y suave se torna hostil. El fuego emocional les invade y transforma el plato pizarra (o la casa) en una jaula, una prisión, de la que no pueden (o no quieren) salir.
Así el pollo Chipotle simboliza la maldad humana, la extraordinaria conducta del hombre en una situación que le sobrepasa. Un magnífico ejercicio cinematográfico por parte de Buñuel y un delicioso infierno en nuestra boca.