La decantación se realiza con dos finalidades:
La primera es de liberar el vino de provisionales sedimentos o depósitos, como resultado de sus pigmentos. Este depósito es natural y se forma durante el proceso de envejecimiento de los buenos vinos tintos.
La segunda es la de facilitar la respiración del vino para oxigenarlo y liberarlo de posibles aromas concentrados y adquiridos durante su estancia en la botella. Otra opción para ayudar a oxigenar el vino, es la de abrir la botella un par de horas antes de su consumo.
Cuándo debemos decantar el vino
Los vinos con sedimentación muy visible en vinos tintos añejos, vinos blancos de postre de buena calidad y avanzado envejecimiento o vinos fortificados como Oporto y Madeira, necesitan ser decantados.
Los vinos de diario no necesitan decantación a no ser que estén muy cerrados. Si el vino no huele a nada, significa que es un vino cerrado. En ese caso lo correcto es decantar el vino.
Decantar Vinos Jóvenes
Algunos vinos jóvenes se benefician de la aireación que se produce al ser decantados, aunque esta oxigenación se puede conseguir girando el vino en la copa. Sin embargo en otros casos, el abrir la botella con antelación al servicio del vino es contraproducente, en el caso de vinos económicos, provoca una pérdida de su bouquet.
Decantar Vinos Viejos y muy muy Viejos
Reservas y crianzas mejoran con una decantación. Aunque actualmente la elaboración de vinos muy concentrados de 2 ó 3 años, a veces necesitan ser decantados para que se abran. Por regla general, conviene decantar los vinos viejos justo antes de ser servidos. Sin embargo, una oxidación violenta podría llegar a romper el vino, evaporando los pocos aromas que todavía pudiera guardar.
No olvidemos que el vino es una materia viva y cada vino merece el tratamiento adecuado.