Tras dos meses en dique seco, o casi, porque en julio hice una tímida escapada a Rusia por aquello de no perder las buenas costumbres viajeras y reposteras, volvemos a nuestra cita mensual con el continente europeo y su repostería.
Ya os echaba de menos, ya echaba de menos hacer las maletas, coger la libreta y recorrer países en busca de recetas dulces tradicionales, en busca de costumbres que contaros y de ciudades y parajes que enseñaros en estos post para el los retos de #reposterasporeuropa organizados por Isabel de Gotas de Azúcar y Vainilla.
Hoy nuestro destino es Chipre, encrucijada entre Oriente y Occidente, en la que podemos encontrarnos con asentamientos prehistóricos, ciudades greco romanas, construcciones con raíces cristianas y bizantinas, herencia musulmana en sus mezquitas, castillos e iglesias góticas, joyas, todas ellas, salpimentadas con escarpados acantilados, playas de aguas turquesa y frondosos bosques de coníferas.
La "Isla del cobre", la "gran desconocida", goza de un patrimonio artístico, cultural y paisajístico extraordinarios. Esta isla, la tercera en tamaño del Mediterráneo, después de Sicilia y Cerdeña, se encuentra situada frente a Turquía y en ella, cuenta la mitología griega, nació del mar, surgiendo de la espuma, Afrodita, diosa de la belleza, el amor y la sexualidad.
Esta isla combina la belleza de sus playas con las tradiciones y la riqueza de su arte y restos arqueológicos. Hay tres lugares en ella que están declarados Patrimonio de la Humanidad: Paphos, las iglesias pintadas en la región de Troodos y el asentamiento neolítico de Choirokoitia.
La gastronomía de esta isla mediterránea está fuertemente influenciada de la cocina griega y turca. La comida tradicional chipriota comienza con el "mezze" o especie de aperitivos a base de ensaladas, patés de huevas de pescado, hummus, etc. A continuación una sopa de lentejas, un "tzatziki" o ensalada de queso y pepino, berenjenas guisadas, "moukentra" o lentejas con arroz y cebollas o una versión de los macarrones boloñesa llamada "pastitsio".
Como platos principales podemos optar por un pescado a la parrilla o el "stifado" o buey con cebollas y aceitunas, el "ofto" o carne de cordero asada o a la parrilla con hierbas aromáticas y patatas, la famosa "moussaka" o pastel de carne y berenjenas con queso, la "spanakopitta" o empanada de espinacas y queso feta, el "tava" o cordero con cebollas o el "suvlaki stin pita" que es una especie de kebab.
Y para terminar una buena comida, que mejor que un delicioso postre, que en realidad es lo que motiva todos nuestros viajes mensuales. Podremos elegir entre unos buñuelos de queso de cabra aromatizados con canela y azahar o "bourekia", o el famoso "galaktoboureko", pastel de masa filo, relleno de crema de origen griego y que ya preparé en nuestro viaje a Grecia, el "katäif" o dulce cilíndrico de almendra y miel o el "risogalo" o arroz con leche chipriota.
Y por último otro postre, de nombre impronunciable y delicioso sabor a naranja, que ha sido mi elegido: el "portokalopita", un pastel de naranja tipo "pie" preparado con pasta filo muy utilizada en la repostería chipriota, al igual que el tan famoso yogur griego. Si además lo acompañamos con una taza de café chipriota, similar al turco, muchísimo mejor. ¿Qué os parece si os cuento cómo se prepara?
INGREDIENTES
Para el pastel
100 gr. de azúcar
75 ml. de aceite de girasol
2 sobres de levadura
1 cucharadita de extracto de vainilla
4 huevos tamaño "L"
250 gr. de yogur griego
La ralladura de 1 naranja
7 hojas de pasta filo
Para el almíbar de naranja
El zumo de 3 naranjas
100 gr. de azúcar
La cáscara de 1 naranja cortada en juliana
ELABORACIÓN
Precalentamos el horno a 190º C y engrasamos un molde redondo desmontable de 20 cm.
Desenrollamos la pasta filo y separamos 7 hojas. Las dejamos sobre una mesa para que se sequen y se hagan quebradizas y podamos romperlas en trozos.
En el vaso de la batidora de pie ponemos el azúcar y los huevos y batimos hasta que la mezcla blanquee y aumente de volumen. A continuación y sin dejar de batir, añadimos el aceite, la levadura, la vainilla, la ralladura de naranja y el yogur.
Por último rompemos las hojas de pasta filo en trozos sobre la masa y las mezclamos bien. Vertemos la masa en el molde engrasado y horneamos de 35 a 40 minutos hasta que esté dorado o hasta que insertando un palito en el centro éste salga limpio.
Mientras preparamos el almíbar. Para ello en un cazo ponemos el zumo de las tres naranjas y el azúcar y llevamos a ebullición. Cuando comienza a hervir, bajamos el fuego y añadimos la cáscara cortada en juliana y dejamos que se cocine unos 15 minutos. Retiramos del fuego y dejamos enfriar.
Sacamos el pastel del horno y dejamos que se enfríe un poco antes de desmoldarlo. Cuando todavía esté templado añadimos el almíbar por encima para que se empape bien y dejamos que se enfríe por completo.
Podemos acompañarlo con una bola de helado de vainilla o un poco de nata montada (crema de leche) a nuestro gusto.
Una verdadera delicia os lo aseguro, que os va a encantar por lo jugoso que está y el aroma que desprende. ¿Qué os voy a decir yo que me apasionan los cítricos?
Ya van quedando pocos países, los difíciles, o más bien, los menos conocidos, pero ya estoy deseando saber cual será nuestro próximo destino y es que cada vez me gusta más coger este avión y embarcarme en descubrir las tradiciones reposteras de los países europeos.
Pero mientras esperamos para saber cual será nuestro próximo destino, vamos a disfrutar de este maravilloso postre chipriota con influencias griegas, y que es tan sencillo de preparar. ¿Algún voluntario o voluntaria para hacerlo este fin de semana?