Creo que no es necesario decir lo buena que he sido este año. He hecho miles de galletas riquísimas, he cuidado al máximo la calidad de los ingredientes, y he fregado todos los cacharros cada noche antes de irme a dormir. Así que ahora os toca a vosotros hacerme un poquito feliz. Para ponéroslo fácil, os voy a hacer una lista todas aquéllas cosas que podéis regalar a una galletera, sobre todo a aquéllas que ya disponemos de lo básico y merecemos darse algún capricho un poquito más especial.
Para empezar, una buena forma de mejorar el aspecto de las galletas es hacerlas casi tan bonitas por detrás como por delante. Para ello necesitaremos hornearlas sobre un tapete de silicona microperforada, como los originales de la marca Silpat o estos made in China que a mí me funcionan de maravilla. Son tan prácticos que incluso los lavo en el lavavajillas. Nunca más una galleta sin un derrière perfecto. El deshidratador de galletas es un excelente regalo que debería convertirse en un must para cualquier galletera por su triple función. Primero, porque nos permite secar las galletas de forma rápida aunque nos encontremos en condiciones de gran humedad. Segundo, porque sirve para deshidratar alimentos como verduras y frutas, que también podremos añadir a nuestras galletas de una forma deliciosa y saludable. Y tercero porque ayudará a mantener el orden de la cocina, lo que significa que hará felices a muchos sufridos maridos. ¡No más bandejas con galletas secándose invadiéndolo todo!
Un descubrimiento maravilloso es el Cookie Swivel de LC Sweets. Es una pequeña plataforma giratoria –una mini turning table– específica para galletas, que hará mucho más fácil la decoración enseguida que le hayamos cogido el truquillo. Se limpia con un paño y no ocupa espacio. No se usa para todos los días pero a veces nos salva de muchos dolores de cuello.
Si nuestra galletera usa stencils o plantillas para decorar, no podrá vivir sin este gadget: el Stencil Genie o alguno otro similar. Es un pequeño marco con unos imanes que fijan completamente la plantilla estándar, de modo que impide que se mueva mientras estamos utilizándola. Para mí este juguete es mi descubrimiento del 2016 y una de mis mejores inversiones del año. Si antes unas galletas bien aerografiadas eran un desafío, ahora me sucede al contrario y ya no tolero unas que no estén perfectas.
Si por el contrario es una galletera que no tiene stencils ni plantillas para decorar, podéis empezar por aquí. Por alguna razón los stencils son caros y las galleteras solemos dejarlos para más adelante siempre. Unos stencils básicos de líneas, puntos, rombos o zigzags, unos adamascados o de flores, o unos con motivos típicos de Navidad o Halloween son un regalo que siempre se agradece.
Y para usar bien esos stencils, podéis acompañarlos de unos sprays metalizados comestibles, que son de lo más adictivo. Los hay de todos los colores, pero sin duda yo me quedo con el brillo oro y con el perla. Los hay de mil marcas y tamaños aunque al final creo que me quedo con los Wilton; brillan más.
Ya que hablamos de color, no vale la pena regalar incómodos y baratuchos botecitos de colorantes, que ya la galletera se encargará de ir a comprar cuando necesite. Si queremos sorprenderla es mejor prepararle una bonita selección de colores Progel de Rainbow Dust –frambuesa, aqua, azul marino, melocotón…- que tiñen estupendamente y son todos una tentación. El color negro, eso sí, no me parece que valga mucho la pena; le falta fuerza.
Si queremos llegar aún más alto con el color, no debemos olvidar los maravillosos botes de pintura metalizada listos para utilizar de la marca Rainbow Dust. Estos no son para teñir el icing, sino para usar directamente con pincel sobre las galletas. Dan un brillo metalizado irresistible y son perfectos para añadir un toque de sofisticación a nuestras galletas. No os conforméis con el dorado; hay colores tan increíbles como el bronce, el azul bebé o una maravillosa cereza.
Otro capricho irresistible es una buena paleta de polvos matizadores, que ha sido mi más reciente adquisición este año. Se pueden usar a modo de acuarela, pero como más interesantes resultan es para dar pequeños matices de color, como cuando hacemos los coloretes de un .
Siempre que veáis un cortador especial hay que adquirirlo para nuestra galletera favorita. Nada de círculos o corazones –esos ya los tiene todos- sino buscar cortadores que son diferentes por algo. Porque son los emblemáticos de una ciudad que visitamos -como estos de Varsovia– o de algún personaje –os presento a Angela Merkel-. También los hay con nuestra tipografía favorita –muero por unos cortadores con letra Helvética– o incluso se pueden personalizar con las caras de nuestros familiares y amigos para galletizarlos a todos. No os conforméis con los cortadores de siempre y arriesgad un poquito. Para saber distinguir un buen cortador, podéis consultar este post.
Otra de esas cosas que yo voy a pedir a los Reyes para hacer unas galletas diferentes son los moldes de springerle. Originarios de Holanda y Alemania, son moldes tallados en madera que sirven para hacer unas galletas espectaculares. Es necesario usar otra receta diferente, y son galletas que no necesitan más decoración de lo bonitas que quedan al salir del horno. Estos moldes son francamente caros, también por eso son un gran regalo. Como aún no los he probado nunca, os mostraré estas maravillosas galletas de Chris de FlourSugarButter como ejemplo de las maravillas que se puede hacer con ellos.
Y por último, queridos Reyes, un par de regalos para las galleteras que han sido más buenas que nadie y merecen un super premio. El primero, un buen aerógrafo. Hay mil marcas, modelos y sistemas, y no es necesario gastar demasiado pero no vale la pena racanear porque, como bien dice mi marido, el dinero del pobre va dos veces a la tienda. Este es el que me he compra yo este año para jubilar uno nefasto que tenía antes. Es made in China de la marca Tagore, pero es el mismo aparato que luego muchas marcas compran y le añaden su propio logo. No puedo hablar de su durabilidad porque lo tengo sólo desde hace 3 meses, pero en cuanto a función lo encuentro totalmente recomendable. Un consejo: regala los colorantes específicos para cada marca de aerógrafo o en su defecto los de la marca Kopykake.
Para finalizar, un clásico del regalazo mundial: el proyector para dibujar cualquier imagen sobre galletas Kopykake. Es caro, es un trasto, no se usa a diario… pero el día que se usa hace tan tan feliz a la galletera que sólo por eso vale la pena. El mío se estropeó con la mudanza pero como la garantía cubre 5 años espero tenerlo en marcha de nuevo muy pronto.
Y esto es todo por ahora, Sus Majestades. Ya no tenéis excusa y podréis sorprender a vuestra galletera favorita ajustando el presupuesto a sus deseos. Pero qué buenas somos todas, con qué poquito nos conformamos.
¡¡Muchas gracias por todo y hasta el año que viene!!