Me encanta otoño por que es la época en la que llegan las tardes de lluvia en casa, bajo una manta y acompañada de un té y un buen libro, en la que no importa encender el horno y tirarte un día entero preparando galletas o un delicioso pastel, en la que las calles se tiñen de colores anaranjados y sacamos algún que otro jersey para las primeras mañanas frías... Y así podría seguir hasta el infinito... Soy una chica de invierno, qué le vamos a hacer :).
Así que para celebrar esta nueva estación os traigo la receta de una tarta. Y habéis leído bien su nombre, de nuevo publico la red velvet cake. Pero tengo varios por qués como excusa de esta repetición de receta.
El primero, es que seguía teniendo clavada la espinita del desastre que me pasó con la primera que preparé y necesitaba remediarlo. Segundo, por que he probado una nueva receta que nos ha gustado y con un sabor riquísimo, y estas cosas hay que compartirlas. Y, tercero, por que la preparé antes de nuestras vacaciones para celebrar tres cumpleaños y me hacía ilusión mostraros las tarta.
Sí, sí, nada más y nada menos que tres cumples con pocos días de diferencia: el de mi cuñada, que es la "culpable" de que preparara de nuevo esta tarta por su incondicional amor hacia ella, el de nuestra tía y el de nuestro primo. Como veis, vamos bien servidos de cumples en agosto ;).
La receta la encontré en el libro "The Clandestine Cake Club - Cookbook" una delicia que libro, de los que harías una receta tras otra sin parar... Fue el libro que regalé en nuestro último concurso y del que no pude evitar quedarme con una copia por que me enamoré de él...
Aunque para preparar esta tarta he variado alguna cosilla para adaptarla a nuestro gusto, como dejar reposar los bizcochos una noche en la nevera para que se asienten mejor o cambiar por completo la cobertura jeje :).
Ingredientes para el bizcocho (molde de 21 cm.)
250 gr. de harina
1 cucharada pequeña de levadura en polvo
2 cucharadas grandes de cacao en polvo sin azúcar añadido
240 ml. de buttermilk (o leche + 1 cucharada sopera de zumo de limón)
120 gr. de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
300 gr. de azúcar moreno
2 huevos grandes
1 cucharada pequeña de extracto de vainilla
Colorante rojo en gel "Red-Red" de Wilton
Ingredientes para la crema
250 gr. de queso crema tipo Philadelphia
500 gr. de marcarpone
50 gr. de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
100 gr. aprox. de azúcar glass (lo puse un poco a ojo...)
1 cucharada pequeña de extracto de vainilla
Sprinkles de color rojo para decorar
Preparación
Si no tienes buttermilk, prepárala mezclando 240 ml. de leche fría con una cucharada de zumo de limón. Déjalo reposar como mínimo unos 10 min. hasta que veas que la leche se ha cuajado. Una vez lo tengas preparado, añade el colorante alimenticio rojo. La cantidad para obtener el color rojo dependerá del tipo de colorante que uses. Reserva.
Pon a precalentar el horno a 180ºC, calor arriba y abajo, y engrasa dos moldes cubriendo todas las paredes y el fondo con un poco de mantequilla o aceite y harina.
En un bol tamiza la harina, el cacao y reserva.
Con la ayuda de una batidora mezcla la mantequilla cortada a dados con el azúcar moreno hasta que obtengas una crema suave y homogénea. También lo puedes preparar a mano con la ayuda de una cuchara de madera :).
Añade los huevos uno a uno, esperando a que el primero se integre en la masa para añadir el segundo y luego el extracto de vainilla. Ahora deberás intercalar el buttermilk con la mezcla de harina y cacao, comenzando con los ingredientes sólidos. Deberías mezclarlos en unas tres tandas, es decir, añadir la harina en tres veces y el buttermilk en otras tres.
Para que los bizcochos te queden iguales, pesa la masa y divídela entre los dos moldes. Mételos en el horno unos 30 minutos, hasta que los pinches con un palillo y éste quede limpio.
Deja el bizcocho en los moldes unos 10 minutos, desmóldalos y luego deja que se enfríen completamente sobre una rejilla. Si quieres que el bizcocho quede un poco más rígido, una vez que estén fríos tápalos con papel film transparente y déjalos reposar unas horas en el frigorífico, si es toda la noche, mejor.
Para preparar la crema, simplemente hay que mezclar el queso en crema, el mascarpone, la mantequilla y la vainilla hasta conseguir una crema homogénea y esponjosa. Por último, añade el azúcar poco a poco hasta conseguir el dulzor que mas te guste.
Y ya solo queda montar la tarta.
Mis bizcochos no quedaron muy altos, por lo que solo igualé las alturas y no los partí por la mitad, pero si los tuyos sí han subido bastante, puedes dividirlos para tener un layer cake más alto. Selecciona el que haya quedado más recto para la parte superior y reserva.
Coloca un poco de crema sobre la base donde lo vayas a presentar y pon encima uno de los bizcochos para que se pegue bien. Cubre con papel de hornear el resto de la base que queda al descubierto para que no se manche.
Cubre el primer bizcocho con la crema de queso y coloca encima otro bizcocho. Procura apretar un poco cada bizcocho para que se asiente bien y la crema se reparta por igual. Repite este paso hasta que no te queden más bizcochos.
Para cubrir la tarta le di dos capas, dejando un tiempo de reposo entre cada una de ellas. Más o menos seguí las instrucciones de Bea, así que os dejo el enlace a la entrada en la que explicó divinamente cómo rellenar y cubrir un layer cake, que a mi todavía me queda bastante práctica jeje.
Para terminar, puedes decorar la parte superior con unos sprinkles de colores.