Esta receta está adaptada de una de las primeras que encontré por la red, concretamente en el blog de La cocina de Lechuza. No buscaba nada espectacular, unicamente una forma distinta de comer las pechugas de pollo, que a parte de variar las especias al hacerlas a la plancha, poco más se me ocurría.
La ventaja de este plato, además de ser sencillo y sabroso, es que nos permite hacerlo de un día para otro, ya que al calentarlo queda como recién hecho, por el relleno y la salsita.
Espero que os guste.
Ingredientes para una pechuga:
1 Pechuga de pollo
2 lonchas de jamón serrano
1 huevo
queso en lonchas para fundir
pimientos asados
cuerda bramante
Lo primero que tenemos que hacer es una tortilla francesa muy finita. Lo mejor es hacerla sin doblar, que cubra toda la sartén y la volteamos como la tortilla de patata. Reservamos.
Cuando vayáis a comprar, pedid que la pechuga de pollo os la abran para rellenar.
Estiramos la pechuga y vamos poniendo encima el resto de los ingredientes: las lonchas de jamón serrano, la tortilla francesa, las lonchas de queso y las tiras de pimiento asado (si es casero, mucho mejor).
Lo enrollamos y atamos con la cuerda de algodón (bramante), si no tenéis, podéis sujertarlo con unos palillos.
Ingredientes para la salsa:
1 Cebolla mediana
1 vaso de vino blanco
Ponemos a fuego medio una sartén, con un buen chorro de aceite de oliva, pochamos la cebolla cortada en juliana y reservamos.
En esa misma sartén, doramos nuestro rollito de pollo por todos sus lados; cuando lo tengamos, volvemos a incorporar la cebolla y añadimos el vino blanco. Debería cubrir hasta la mitad de la pechuga, si no es así, añadimos un poco de agua.
Dejamos cocer a fuego lento durante unos 20 ó 30 minutos.
Por último, pasamos la salsa por la batidora; nos servirá para bañar nuestro rollitos que presentaremos en rodajas.
Por supuesto el rellenos podéis variarlo con otros ingredientes, como bacon, jamon york, aceitunas....
Tanto si lo hacéis para comer en el momento, como si lo hacéis para otro día, os recomiendo no partirlo hasta la hora de servir, así no se resecará.