Se preparan en un plis plas, quedando unas rosquillas tiernas y esponjosas, ideales para desayunar o merendar con un buen café o té.
Hay muchas variedades de rosquillas, de anís, de naranja, de leche condensada, de canela, etc…. estás que os enseño a preparar hoy son de nata (crema de leche), la nata (crema de leche) además de aportarle sabor le aporta mucha jugosidad, por lo que estarán tiernas durante varios días.
Espero que os animéis a preparar estás deliciosas rosquillas y la disfrutéis en familia o con amigos, os encantará!
Ingredientes:
600 grs. de harina de trigo.
2 huevos M.
200 grs. de azúcar.
2 Cdas. de licor de anís dulce (aguardiente).
50 ml. de aceite de oliva suave o girasol.
La ralladura de un limón.
1 Cda. de canela molida.
200 ml. de nata (crema de leche) para montar o crema para batir (35% M.G).
16 grs. de levadura química o polvos de hornear.
Una pizca de sal.
Aceite para freír los rosquillas.
Azúcar para rebosar las rosquillas.
Preparación:
Batimos los huevos junto con el azúcar y la pizca de sal con unas varillas manuales hasta integrarlos.
Añadimos el licor de anís, el aceite, la ralladura de limón, la canela molida y la nata (crema de leche), mezclamos hasta integrarlo todo.
Tamizamos la harina junto con la levadura y agregamos a la mezcla en dos veces, mezclamos con una cuchara de madera y cuando veamos que ya no podemos, terminamos amasamos con las manos hasta integrar toda la harina (queda una masa homogénea, que no se pega a las manos, según la harina que uses admitirá más o menos líquidos, si te queda pegajosa añade un poco más de harina), tapamos la masa y dejamos reposar 15 minutos a temperatura ambiente.
Pasado el tiempo, cogemos porciones de masa, las estiramos haciendo un cordón y unimos los extremos apretando ligeramente formando un círculo, vamos dejando las rosquillas sobre papel vegetal para que no se peguen.
Ponemos un perol al fuego con abundante aceite, freímos la cáscara de un limón y retiramos, freímos las rosquillas hasta que se doren por ambos lados.
Las vamos dejando sobre un plato con papel absorbente de cocina para retirar el exceso de aceite.
Por último, rebosamos las rosquillas en abundante azúcar y dejamos enfriar.