Ya va tocando una entrada de rutas, ¿no os parece?
En esta ocasión voy a llevaros a la comunidad de Madrid, a la zona del Valle del Paular, donde hace unos meses hicimos una pequeña pero preciosa ruta que va desde el Monasterio del Paular, cercano a la localidad de Rascafría, hasta la llamada cascada del Purgatorio, en el río Aguilón.
La ruta tiene un desnivel de unos 350m, y por lo general es bastante sencilla, aunque en la última parte el camino se complica un poco y hay que caminar por rocas muy empinadas y resbaladizas, sin casi apoyo para las manos.
No es una ruta circular, por lo que volveremos por el mismo camino que hicimos a la ida, unos 13 kilómetros en total. (4 horas de marcha, ida y vuelta).
Si vamos en coche, dejaremos el vehículo en el monasterio, pues el aparcamiento allí es gratuito. Si lo dejamos en el área recreativa de Las Presillas, nos ahorraremos 1km de ida y otro de vuelta, pero tendremos que pagar 5??? por dejar el coche allí.
Está bien señalizada por lo que no es fácil perderse si uno está atento a las indicaciones.
Partiendo del monasterio, cruzamos la carretera hasta llegar al puente del Perdón, continuando por la pista asfaltada que atraviesa la finca privada de Los Batanes. Tras unos quinientos metros llegaremos a un punto donde sale un camino que atraviesa una portilla y que está indicado para peatones. Este será el sendero por el que iniciaremos la ruta.
Al poco rato de pasear por el sendero llegaremos al área recreativa de las Presillas, donde hay un kiosko que vende bocadillos fríos (y cerveza) por si no queréis complicaros buscando luego un sitio para comer en Rascafría.
A partir de este punto la pista deja de estar asfaltada y se convierte en el Camino Viejo de Madrid que seguiremos durante unos 2km hasta encontrar un desvío a la izquierda bien señalizado.Poco a poco nos vamos adentrando en bosque de pinos y robles donde el ganado pasta a sus anchas. Es un paseo muy agradable y conforme vamos pillando altura, en la distancia podemos ver el monasterio y el pueblo de Rascafría.
Finalmente el sendero comienza a descender mientras nos adentramos en el valle del río Aguilón. El encuentro con el río es muy agradable, pues el bosque se abre invitando a pararse sobre el puente de madera que cruza el río y a observar la belleza que nos rodea.
Conforme el camino avanzaba remontando el río nos encontramos con un fenómeno que no estamos acostumbrados a ver. ¡La superficie del río estaba congelada! Esto daba lugar a curiosas formaciones, tanto en las zonas de aguas calmadas, como en las cascadas, que al no estar congeladas por completo (como las que vimos en Islandia) formaban caprichosas formas de cristales de hielo que nos cautivaron, cárcel temporal de las hojas secas.
Finalmente llegamos a un punto en el que tenemos que volver a ascender, separándonos del río. Este tramo es un poco más complicado pues casi hay que escalar las rocas y los puntos de apoyo son limitados, pero es un tramo muy corto y merece la pena, pues justo después nos espera por fin la cascada del Purgatorio.
Antes de llegar, hay otras pequeñas cascadas en las que merece la pena detenerse, así como buitreras a nuestras espaldas, de manera que si volvemos la vista hacia el cielo podremos ver a estas rapaces vigilandonos desde el aire.
Finalmente tras un poco de equilibrio sobre rocas resbaladizas conseguimos llegar al mirador de la cascada del Purgatorio que nos ofreció un bonito espectáculo pues el agua estaba semi congelada.
Cascada del purgatorio
Cascada del purgatorio
Como ya hemos comentado, el camino de regreso se hace por la misma senda, hasta llegar de nuevo al aparcamiento del monasterio.
Nosotros paramos a comer un bocadillo en el kiosko de Las Presillas al solecito y después continuamos hasta llegar al aparcamiento del Monasterio del Paular.
En resumen, una ruta sencilla y muy vistosa en todos los tramos. Si estás cerca de Madrid y os gusta andar, merece la pena hacerla.
¡Nos vemos, Calderer@s!
Monasterio del Paular
Archivado en: Viajes Tagged: cascada del Purgatorio, cascadas, Madrid, monasterio, Navacerrada, Paular, Rascafria, rutas, viajar