Cuando empecé a preparar la fiesta de cumpleaños de mi hijo mayor, que sería sobre El Señor de los Anillos, tenía pocas cosas claras pero una de ellas era que quería hacer unas lembas. Por supuesto, no iban a ser unas lembas de pan, sino que quería algo dulce pero a la vez sencillo, que tuviera el poder calórico de las lembas pero que no resultase empalagoso ni nada de eso. No quería algo complicado pero quería que fuese nuevo, que no lo hubiese hecho antes porque me apetecía sorprender a todos. Muchas veces, con lo más simple consigues un resultado fabuloso, y eso es lo que pasó cuando me decidí por este shortbread.
No me cansaré de decir que me encanta Pinterest y que allí encuentro cosas súper interesantes, aparte de recetas a montones. Por eso, no me fue muy difícil encontrar una receta que viniese bien con mis deseos. Quería unos shortbread. Una especie de galletas que fueran crujientes y deliciosas en sí mismas. Que no tuvieran muchos ingredientes para simular el pan elfico y que estuviesen ricas, ricas. Por supuesto, había miles de recetas de shortbread pero ésta me cautivo. Era muy sencilla y aportaba un ingrediente que hacía que estuviese más crujiente, y era la harina de arroz. Me pareció un ingrediente muy peculiar y, como tenía un paquetito en la nevera esperando a alguna ocasión especial me dije que ya había llegado el momento de utilizarlo. Esto fue lo que me decidió a hacer este shortbread clásico, bueno..., esto y que era de Donna Hay. Nunca había hecho ninguna receta de ella y la había visto varias veces en televisión. Tiene una forma de cocinar muy sencilla y agradable y de pocos ingredientes saca suculentos platos, por eso me decanté aún más por estos shortbread.
SHORTBREAD CLÁSICO CON THERMOMIX T31
Ingredientes:
250 gr. mantequilla sin sal, fría cortada a cubitos
160 gr. azúcar glas tamizada
225 gr. harina normal tamizada
100 gr. harina de arroz, tamizada
1 cdta. extracto de vainilla
Ázucar glas para decorar (Yo no le eché porque no me venía bien para mis lembas)
Preparación:
Precalentamos el horno a 180ºC.
Ponemos la mantequilla, el azúcar glas, las harinas y el extracto de vainilla en un procesador de alimentos hasta que la masa quede unificada. Yo usé mi Thermomix T31. Ponemos en el vaso todos los ingredientes y programamos 30 seg. /vel. 5.
Preparamos un molde o una bandeja rectangular de unos 20 x 30 cm y la cubrimos con papel de horno.
Ponemos la masa en el molde y con ayuda de una cuchara, vamos presionando la masa hasta que hayamos rellenado el molde. Debe quedarnos la masa extendida con un centímetro de grosor.
Metemos en el frigorífico durante unos 15 minutos o hasta que esté bien firme la masa.
Con un cuchillo afilado, marcamos la masa, sin llegar a romperla totalmente, y la dividimos en unos 20 rectángulos. Pinchamos con un tenedor los rectángulos. (Yo los hice más pequeñitos para que me cupieran en las hojas de lemba).
Hornear durante unos 35-40 minutos o hasta que estén doraditos.
Una vez pasado el tiempo, dejar que se enfríe dentro del molde durante unos 20 minutos.
Entonces, pasarlos a una rejilla de enfriamiento con cuidado.
Cuando estén totalmente fríos, espolvorear con el azúcar glas y terminar de cortar los rectángulos.
La harina de arroz le da a los shortbread su clásica textura crujiente y que se deshace en la boca.
Os cuento ahora cómo hice los paquetitos para mis lembas. Para ello, tuve ayuda de mi hermana, que siempre está ahí cuando la necesito. "Muchas gracias, hermanita". Ella se encargó de todo, de recortar y de pintar, de envolver, en fin, de todo el resto.
Os dejo el enlace de dónde yo saqué el patrón para hacer las hojas de las lembas. Bueno, os hago un resumen por si no entendéis el inglés aunque no hace falta con las imágenes que tiene.
Sacamos el patrón de la hoja para las lembas.
Pasamos el patrón a un trozo de foam de color verde y lo recortamos.
A continuación, ponemos el patrón sobre el foam recortado y marcamos con un lápiz la nervadura de la hoja.
Con un rotulador indeleble, marcamos la nervadura y vamos dando un poco de sombra para que parezca más real.
Ponemos el shortbread en el centro, metido en una bolsita de plástico, para que no toque el foam, y doblamos las dos hojas más pequeñas hacia el centro. Luego, doblamos la hoja más larga y si hace falta damos la vuelta.
Con un trozo de cuerda de cáñamo, la atamos.
Es muy sencillo y queda muy bien.
También quería comentaros que como el shortbread no lleva nada de huevo, podéis hacer galletitas para decorar con fondant para los peques, o no tan peques, que sean alérgicos al huevo. Aunque solas no quedan especialemente bonitas, decoradas con fondant son otra cosa, y buenas están buenísimas, os lo puedo asegurar.
Como véis en la foto, las de la derecha son sin huevo y las de las izquierda con. La forma la mantienen perfectamente, no aumentan su tamaño ni se deforman. Únicamente las decoramos con fondant y listo. Unas galletitas estupendas, que no se deshacen y que pueden tomar los alérgicos al huevo.
Preciosa, ¿no creéis? Yo ya las tengo en mi recetario para cuando me pidan galletas sin huevo. ¡¡Son geniales!!