He intentado engancharme a series, con poco éxito. La primera temporada de Homeland me tuvo pegada al sofá, pero al acabar la segunda lo dejé. He intentado entender la adoración del mundo por Los Soprano, pero esos mafiosos en chándal no me enamoran por más que decepcione a mi amigo LL. Las series de médicos y hospitales me dan risa, y las de policías me provocan un efecto totalmente soporífero. Juego de Tronos ha logrado que lo siga unas cuantas temporadas, pero el rollo mata / resucita me parece un timo para el espectador. Y La casa de papel tampoco ha calado -me recuerda demasiado a Inside Man de Spike Lee-. Vamos, que a pesar de mis esfuerzos, no soy de series.
Pero de Stranger Things (temporada 1) soy fan. Me encanta. Me encantan los niños, me encanta Barb, me encanta la ropa, me encanta el poli fondón, me encanta el bicho.
Sí, lo reconozco. Soy muy de los ochenta. Por eso no me pude resistir a galletizar a Eleven y Mike.
Pero sobre todo, sobre todo, me encanta Eleven. Personajazo. Mola aún más que Elisabeth, la niña de las Estrellas.
Cómo disfruté viendo Stranger Things. Luego vi un par de capítulos de la segunda parte y decidí dejarla. ¿Para qué tratar de estirarlo, si es perfecta así? ¿Soy la única que sólo ve temporadas uno? ¿A alguien más le pasa como a mí?
Os dejo, que empieza mi capítulo de La casa de las flores. Aaaay, Verónica, qué grande eres.