Ya se los dije, acabé y empecé el año enredada en una locura, una dulce locura.
He preparado multitud de recetas, tanto de repostería más clásica como de plena actualidad. A gusto de todos, para que no se quede nadie sin caer en la tentación de pecar jejejejejeje.
La tarta que les traigo hoy es lo peor de lo peor. Cuando la ves y preguntas, ¿de qué es? No te queda luego más remedio que sucumbir y probarla. ¡Menudo error habrás cometido!
No te puedes conformar con una esquinita, tienes que servirte un buen pedazo, y es que es tan suave y tan fácil de comer que vas a PECAR, sí, con mayúsculas.
Es ideal para prepararla en estos días en que se acerca San Valentín, la festividad del Día de los Enamorados.
¿Saben de donde viene esta tradición? Pues parece ser que tiene su origen en la época de los romanos. Un sacerdote cristiano llamado Valentín casaba parejas jóvenes en secreto, en contra de la ley decretada por el césar Claudio II, que creía que los soldados solteros eran mejores guerreros.
El sacerdote fue encarcelado y posteriormente ejecutado un 14 de febrero por no renunciar a su religión. Dos siglos más tarde fue canonizado y nombrado patrón de los enamorados por la Iglesia Católica para acabar con una fiesta pagana en honor del dios de la fertilidad Lupercus.
El cuerpo del santo se conserva en una basílica en la ciudad de Terni, en Italia y cada 14 de febrero se celebra un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.
Hoy en día se ha convertido, para muchos comerciantes, en una oportunidad y una ocasión de aumentar sus ventas.
Yo lo que te propongo es que dediques un "ratito" de tu tiempo y prepares esta delicia que encontré hace un tiempo en el fabuloso blog "La repostería de Miguel". Es un crack.
Mi persona especial fue en esta ocasión mi hija Natalia, ya que la hice para su cumpleaños porque es una de sus tartas favoritas.
Si quieres prepararla vas a necesitar estos ingredientes:
Para la base de bizcocho:
3 claras de huevo a temperatura ambiente
4 cucharadas de azúcar
100 grs. de chocolate negro troceado
50 ml de nata (crema de leche) para montar
30 grs. de harina simple de trigo.
Para la mousse:
300 grs. de chocolate blanco (yo lo uso de Nestlé)
100 ml. de leche semidesnatada
300 grs. de nata (crema de leche) para montar.
2 claras de huevo a temperatura ambiente
1 cucharadita de gelatina neutra en polvo
3 ó 4 fresas frescas
Para la gelatina de fresa:
2 hojas de gelatina neutra
150 grs. de fresas frescas
Prepararemos un molde desmoldable engrasándolo y pondremos a calentar nuestro horno a 170º.
En un cazo pondremos la nata (crema de leche) y el chocolate troceados a fuego suave hasta que el chocolate se haya derretido completamente y dejamos entibiar.
Montamos nuestras claras con el azúcar a punto de nieve fuerte y le añadimos la mitad del chocolate, mezclando con movimientos envolventes para evitar que la mezcla baje.
Vertemos la harina tamizada en forma de lluvia y después de haberla mezclado incorporamos el resto del chocolate.
Echamos la mezcla en el molde y horneamos a 170º unos 20 ó 25 minutos.
Cuando esté listo dejamos unos 10 minutos en el molde antes de sacarlo y pasarlo a una rejilla para que acabe de enfriarse.
Mientras podemos ir preparando la mousse.
Ponemos en un cazo la leche y le añadimos la gelatina en polvo. Lo dejamos en reposo unos 10 minutos para que esponje y luego lo llevamos a fuego suave, revolviendo hasta que veamos que está completamente diluída.
Añadimos el chocolate troceado y revolvemos hasta que se haya derretido y dejamos enfriar.
Mientras, montamos la nata (crema de leche) en un bol y le añadimos el chocolate, con cuidado, mezclando con una espátula.
Aparte montamos las claras a punto de nieve y las incorporamos a la nata (crema de leche), también con movimientos envolventes.
Preparamos el molde que usamos para el bizcocho cubriendo la base y los laterales con papel vegetal.
Ponemos nuestro bizcocho en el fondo y lo cubrimos con una capa fina de mousse.
Cortamos unas fresas en rodajas y las colocamos pegadas a los laterales del molde.
Echamos el resto de la mousse y alisamos la superficie.
Ponemos a enfriar en la nevera unas 6 horas o toda la noche (si la preparamos de un día para otro).
Cuando haya cuajado preparamos la gelatina de fresas.
Ponemos a rehidratar durante 5 minutos nuestra gelatina en agua y hacemos un puré con la fruta.
Ponemos este puré a fuego suave y le añadimos la gelatina escurrida removiendo hasta que esté disuelta. Retiramos y dejamos enfriar.
Cuando esté fría la echamos con ayuda de una cuchara sobre nuestra tarta y volvemos a poner en el frigorífico hasta que la gelatina haya solidificado.
Luego adornaremos como más nos guste. En este caso yo utilicé unas fresas y un poco de nata montada (crema de leche) y coloreada.
Aunque yo utilicé un molde redondo para el cumpleaños de mi hija no dudo de que si la haces con forma de corazón tendrás el regalo perfecto.
Qué ¿te apetece un trocito?