Hoy lunes vengo con una de esas tartas famosas de la red, una tarta de Nigella Lawson y que yo descubrí gracias a Silvia, de Food and Cook. Hace ya más de dos años que la hice por primera vez, aunque en aquella ocasión no pude publicarla. La he vuelto a hacer este fin de semana para celebrar el santo de mi marido que fue ayer. Es una tarta que me gusta por varios motivos, uno de ellos es porque no necesita relleno, consta del bizcocho y del frosting que la corona, imitando un vaso de cerveza. No resulta pesada, al no llevar relleno. Y lo mejor es que, a diferencia de la mayoría de las tartas, ésta no necesita más de dos horas de elaboración, así que podemos improvisarla sobre la marcha. El resultado es un bizcocho húmedo y muy jugoso, pero a la vez denso. Es difícil negarse a comerse un trocito, y además no sabe nada a cerveza, por si algunos lo pensaban. Es una buena tarta para preparar el día del padre que es el próximo miércoles, y para celebrar también el día de San Patricio, que se celebra hoy.
INGREDIENTES:
Para el bizcocho:
250 ml. de cerveza negra Guinness o similar
250 gr. de mantequilla
75 gr. de cacao en polvo
400 gr. de azúcar
2 huevos
140 ml. de nata (crema de leche) para montar
1 cucharadita de esencia de vainilla
250 gr. de harina de repostería
2 y1/2 cucharaditas de bicarbonato
Para el frosting:
300 gr. de queso tipo Philadelphia
360 ml. de nata (crema de leche) para montar
150 gr. de azúcar glass
PREPARACIÓN:
Calentamos en un cazo a fuego suave la cerveza, sin que llegue a ebullición, entonces añadimos la mantequilla en dados y derretimos en el fuego. Cuando se haya derretido sacamos y reservamos.
En otro cuenco mezclamos los ingredientes secos, es decir, harina (tamizada), azúcar, cacao en polvo y bicarbonato. Removemos bien hasta integrar. Reservamos. En otro bol o cuenco mezclaremos los ingredientes líquidos, huevos, nata (crema de leche) y esencia de vainilla. En esta última mezcla añadiremos el contenido del cazo, es decir la cerveza mezclada con la mantequilla. Removemos bien hasta integrar todo y después añadimos los ingredientes secos, nos ayudamos de unas varillas manuales para evitar que queden grumos. Engrasamos un molde (el mío de 22 cm. de diámetro) y vertemos la mezcla dentro. Metemos en el horno precalentado a 180º, durante unos 50 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta, ésta salga limpia.
Sacamos y dejamos que el bizcocho se enfríe totalmente (yo lo he dejado unos 15 minutos en el molde y después he desmoldado y terminado de enfriar sobre una rejilla). Cuando el bizcocho esté completamente frío prepararemos el frosting de queso. Para ello montamos primero la nata (crema de leche), con la ayuda de unas varillas eléctricas. Reservamos. En otro bol mezclamos el queso con el azúcar glass (tamizado), yo lo he mezclado con el batidor plano de la Kitchen Aid. Una vez mezclado, añadimos la nata (crema de leche) poco a poco, para evitar que ésta se baje. Una vez conseguido el frosting, lo pondremos sobre la tarta, lo haremos con una cuchara, simulando la espuma que se forma en la cerveza al ser servida.
Esta tarta está buenísma recién hecha, pero es que además al día siguiente, que ya nos cambia hacia una textura más densa, también están riquísima. Por lo que os recomiendo probarla el mismo día y al día siguiente, y ya me contáis qué textura os gusta más.
Feliz lunes.
Lidia.