Sí, es el título de la novela de Fannie Flagg y de la película dirigida por Jon Avnet. Un film cuyo escenario es la América profunda y rural, que ya tiene un cuarto de siglo y que personalmente recomiendo ver si es que aún no la has visto. Una historia entretenida e intrigante que tiene su eje central en la amistad entre dos mujeres y el asesinato del marido de una de ellas.
Pero ahora nos dejamos de películas y te voy a contar el motivo de esta receta.
Si tienes huerto alguna vez te habrá pasado que una tormenta, un viento fuerte o incluso tú mismo pasando cerca de las tomateras hayas provocado que se cayeran unos prometedores tomates al suelo mucho antes de su maduración.
¿Qué hacer con ellos? ¿Tirarlos? ¡Jamás! Siempre hay que buscar la forma de aprovecharlos.
Al estar muy verdes ya no madurarán y crudos no son muy apetitosos así que los vamos a freir y ni te darás cuenta de que están verdes porque te chuparás los dedos. Y lo bueno de que los tomates sean verdes es que no soltarán agua convirtiéndolos en ideales para freir.
Para eso voy a preparar una témpura que les dará ese toque crujiente a la vez que le aportará sabor. Esta témpura la puedes usar también con calabacines, berenjenas o lo que se te ocurra.
Como esta receta va con tomates le añado a la témpura orégano porque combina muy bien con ellos.
Ingredientes:
125 gramos de harina
3 cucharadas de Maizena
1 huevo
1 taza de agua muy fría
1 cucharadita de levadura seca de panadería
1 cucharada de orégano
Ajo en polvo, pimienta blanca y sal a gusto
Preparación:
Lavamos y cortamos el tomate en rodajas de más o menos 5 milímetros de grosor
Preparamos la témpura añadiendo los ingredientes y los mezclamos.
Nos podemos ayudar con una batidora para que la masa quede más homogénea.
Vamos bañando las rodajas de tomate en la témpura y las freímos en aceite de oliva caliente.
Una vez fritas por ambas caras, las retiramos y escurrimos en papel de cocina para que absorba el excedente de aceite.
Y ¡a disfrutar!
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