En primer lugar, el rítmo del programa es lento y la duración es excesiva para lo que se ofrece.
En segundo lugar, no sé si fueron los nervios, pero el nivel del casting dejó que desear.
Puede que sea una percepción personal, pero observé que había más de un rasero para evaluar los trabajos presentados. En este sentido, no entiendo porqué no se expulsó Eduardo Sánchez desde el principio por utilizar la cabeza y las patas de la pintada con sus uñas y todo. Tampoco entiendo porqué se expulsó a Erika Domínguez y no a Bárbara Amorós porque las dos estaban igual de aturulladas. Ni tampoco entiendo como se admitió el rodaballo de Bárbara, vilmente masacrado con una media luna y que después limpió con un estropajo pero no al cuchillo sino al pobre rodaballo... Y más cosas.
En cuanto al anexo de El Almacén de Top Chef, es que simplemente sobra, es aburrido y gratuito: no aporta nada. En su desarrollo, no pude evitar preguntarme si estaba viendo Top Chef España o Top Chef Madrid y de mis amigos de Madrid, en serio.
Con este panorama, veré el siguiente programa para comprobar como se desarrolla la dinámica, pero después de lo de anoche, dudo que siga los 12 capítulos porque Top Chef España en su primer programa no crea interés sino decepción y creo que le está haciendo un flaco favor a la profesión. Estamos viviendo una temporada de cocina mediática que está saturando el mercado y creando falsas expectativas de sueños culinarios.
En mi opinión, la productora debería plantearse muy seriamente ser más fiel al formato original de Top Chef o sencillamente emitir el auténtico Top Chef porque los profanos se aburrieron y decían que era una copia de Masterchef España y, lo que es peor, a los que nos interesa la cocina nos sentimos estafados. Si tengo que evaluar al programa en su primera emisión solo puedo decir: Top Chef España, coge tus cuchillos y vete de la programación.