No importan los años, sino la vida de ésos años.
Me miro al espejo e intento reconocer a aquella niña que fui hace más de 60 años. Los años vuelan, los días pasan sin darnos cuenta, rápidos, sin dejar de girar el carrusel de la vida en el día a día de la vida que sigue siendo una tómbola de luz y de color. Y al ver mi reflejo en el brillante cristal me digo que merece la pena seguir al ritmo de la ton-ton-tómbola como cantaba Marisol y volver a la infancia, disfrutar como niños de los pequeños placeres y de las personas que amamos. Porque la vida es una tómbola de luz y de color.
Hablar en éstos días de la vida, para mí es también hablar de tradiciones, de recuerdos y vivencias. Unas fechas en las que se celebra el día del padre, y cómo no acordarme de él, cuyo nombre era José; y de la Semana Santa malagueña y de sus tradiciones gastronómicas y curiosidades culinarias que encontrábamos los más pequeños irresistibles en aquellos puestos callejeros, una plataforma de madera que recuerdo cubierta de un hule blanco llena de apetecibles manjares para los paladares infantiles.
Manzanas cubiertas de caramelo de un intenso y brillante color rojo hincadas en palos de madera, altramuces y alcatrufas ya remojadas, trozos de palodú y redondos almencinos, la dulce “cañadú” o los limones "cascarúos" con su bicarbonato o sal para ir chupando. Aunque se me iban los ojos detrás de aquellos trozos de coco bañados por un chorrito de agua.
Me miro al espejo y veo aún a aquella niña que fui, me gusta recordar los sabores de mi niñez; quiero hacer torrijas como cada año siguiendo la tradición, pero no unas torrijas cualquiera, quiero volver a saborear el coco, aquellos trozos que vendían en las calles malagueñas y que también me trae sensaciones de oriente, de Thailanda y que igualmente me hace volver a los países caribeños. Y se me ocurre hacer TORRIJAS DE COCO
Las torrijas uno de los dulces más conocidos de la gastronomía española y quizás de los más antiguos también. He podido leer que su origen se puede remontar al siglo IV, de hecho en el libro “De re coquinaria” que se atribuye a Marco Gavio Apicio (romano que vivió en el siglo I), aparecen dos recetas que pueden ser el origen de las actuales “torrijas”.
El primer documento donde se utiliza la palabra “torreja” es del siglo XV, en un villancico incluido en el Cancionero de Juan del Encina.
El término aparece en un verso que dice “miel y muchos huevos para hacer torrejas”. En él habla del alimento que hay que llevarle a la virgen María después de dar a luz al niño Jesús.
Aunque la primera vez que la palabra torrija se utilizó para nombrar a un dulce más o menos similar al que se prepara hoy en día fue en el recetario del famoso Francisco Martínez Montiño. También conocido como El cocinero real de los Felipes (trabajó en palacio desde el reinado de Felipe I hasta el de Felipe IV) es el autor del libro Arte de Cozina, Pasteleria, Vizcocheria y Conserveria de 1611.
A partir de ahí, podría decirse que la torrija empezó a ser oficialmente torrija y su receta fue evolucionando poco a poco hasta ser la actual.
He intentado averiguar por qué se come en Semana Santa y he llegado a la conclusión de que es una receta que no vulnera ninguna de las restricciones de los productos a consumir durante la Cuaresma por los católicos. Tradición no sólo de Semana Santa en Andalucía, sino que en el Pais Vasco son propias de Carnaval, en Cantabria se toman en Navidad y en Navarra por ejemplo en San José, el 19 de Marzo por el día del Padre.
Teniendo en cuenta que se trata de un bocado popular, tradicional, he de recordar que las torrijas básicas están hechas con pan duro, leche, huevos, canela, piel de naranja o de limón, bañadas en azúcar o miel.
Y hoy si me lo permiten, les animo a descubrir ésta opción que les hará descubrir un nuevo sabor, una aventura gastronómica que al igual que a mí, probablemente, les hará volver a la niñez. TORRIJAS DE LECHE DE COCO, REBOZADAS EN COCO Y AZÚCAR MORENO.
¿CÓMO LAS HICE?
INGREDIENTES:
Pan especial de torrijas (en su defecto pan de barra asentado, de un día para otro), un bote de leche de coco (se puede conseguir en cualquier supermercado o establecimiento especializado en cocina oriental), azúcar moreno, la piel de un limón, un huevo grande, un trozo de jengibre fresco, coco rallado, canela molida, aceite de oliva suave para freir.
LOS PASOS A SEGUIR:
En una cacerola echar la leche de coco, la cáscara de medio limón y un trozo de jengibre fresco pelado, poner al fuego y llevar a ebullición dejando unos dos o tres minutos infusionar. Retirar del fuego, colar la lecha y reservar dejando que se temple. Pasar la leche a una recipiente hondo.
En un plato batir el huevo (batir primero la clara hasta conseguir una espuma casi consistente y añadir a continuación la yema, mezclando con cuidado hasta que estén bien integradas). En otro recipiente mezclar el coco rallado junto con el azúcar moreno.
Echar el aceite de oliva en una sartén, poner al fuego.
Sumergir las rebanadas de pan en la leche de coco procurando que queden bien empapadas. Pasar por huevo batido e introducir en el aceite bien caliente. Freirlas hasta que estén doradas por ambos lados con cuidado de que no se quemen.
Pasarlas a un plato, sobre papel de cocina absorbente durante unos segundos y pasarlas por la mezcla de azúcar y coco rallado.
¿Podrán esperar a que se enfríen?
Existe un dicho popular que indica que la Semana Santa no comienza hasta que te comes una torrija
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