Vivas donde vivas y tengas las costumbres que tengas no hay quien no asocie este postre a la Semana Santa.
Receta de aprovechamiento donde las haya no ha escapado a ser versionada tanto en los ingredientes como en la forma de elaborarla.
Reconozco mi amor incondicional por las torrijas tradicionales. Si son las de mi madre más aún.
Pero también reconozco que me da mucha pereza ponerme frente a la sartén.
Y en estos tiempos lo que no lleve la etiqueta healthy o fit parece que va abocado al ostracismo.
Vaya por delante que soy la primera que defiende un estilo de vida saludable y una alimentación sana, variada y equilibrada. Pero de ahí a condenar algunos alimentos o formas de cocinar va un trecho.
También sabéis de mi gusto por probar cosas nuevas.
Y si la semana pasada os pareció que los roscos llevaban mucho en borradores esta semana subo la apuesta porque estas torrijas las preparé estando de baja maternal cuando nació Elena.
Es más, creo que alguna receta queda aún pendiente de publicar de aquella época porque la peque era muy buena y daba treguas suficientes para repostear y rato más tarde para hacer las fotos.
Aquel año preparé un buen arsenal de torrijas haciendo distintas pruebas.
Mi marido no paraba de protestar porque quería las torrijas de siempre y no paraba de llevarme paquetes de pan para torrijas.
No entendía que con ese pan tampoco salen las torrijas como las de siempre por mucho que las haga con leche, huevo y fritas.
También os digo que mucho protestar pero mucho comer. Y así no se le toma en serio.
Más que nada porque yo tengo que seguir nutriendo el blog. Y el que no esté contento, que se cocine él. He dicho.
La cuestión es que tenía allí el pan de torrijas (que yo prefiero hacerlas de todas todas con el pan duro que ha sobrado, que salen para mi gusto muchísimo más ricas) y vi unas latas de leche de coco en el armario.
¿Qué podía salir mal?
Si no sois amantes del coco esta receta no es para vosotros.
También os digo que no es que sepan excesivamente a coco, pero evidentemente es un sabor que está presente en el postre.
Preparar estas torrijas es muy fácil. Y hasta rápido.
Requieren menos atención que las que se hacen en sartén, y al hacerse todas a la vez en el horno quiero creer que también son más económicas, al menos a lo que se refiere al coste de la energía eléctrica.
Porque en mi casa es todo eléctrico, así que cocine como cocine la factura de la luz sube al mismo ritmo que lo hará en vuestras casas.
Y quedan jugosas, que eso es muy importante, al menos para mí, que odio las torrijas secas.
Si sois fan del coco no podéis dejar de prepararlas y si no os gusta ¡tengo un amplio repertorio de recetas de Semana Santa que podéis ver en este enlace!
¿Alguien se anima a probar una?
Ingredientes:
* 400 ml de leche de coco
* 200 ml de leche semidesnatada
* 2 huevos
* Pan para torrijas (12 rebanadas en mi caso)
* Azúcar para rebozar
* Coco rallado para espolvorear
Elaboración:
1. Mezclamos la leche de coco, la leche semidesnatada y los huevos hasta crear una crema uniforme y la vertemos en un bol.
2. Vamos sumergiendo las rebanadas de pan hasta que estén bien empapadas y las vamos colocando sobre la bandeja del horno cubierta con un papel de hornear o una lámina de silicona
3. Espolvoreamos ligeramente las rebanadas con azúcar e introducimos en el horno precalentado a 190 grados
4. Horneamos durante unos diez minutos o hasta que estén ligeramente doradas pero cuidando que no se queden secas.
5. Esperamos unos minutos para que no quemen demasiado y pasamos por azúcar.
6. Por último espolvoreamos con coco rallado por encima.
Como veis la preparación no tiene misterio alguno y se conservan perfectamente en el frigorífico un táper que cierre bien.
La receta de estas torrijas va para el reto 1+/-100, desperdicio cero de Marisa porque las torrijas son una receta de aprovechamiento por excelencia, lo mires por donde lo mires.
Las niñas parece que esta semana están más estables en lo que a virus se refiere y yo cruzo los dedos para que aguanten unos días y nos den una pequeña tregua.
También tengo que contaros que desde la pasada semana tenemos una niña más en casa y soy tía de una adorable y achuchable bebé. Lástima que los virus nos condicionen tanto la vida pero si puedo evitarlo no seré yo la que lo lleve a su casa.
La semana próxima no habrá receta. No haremos nada especial más allá de pasar cuatro días en casa, lejos de horarios y de obligaciones así como de frío que menudo mes de abril estamos viviendo. Pero nos leemos el jueves siguiente.
Gracias por vuestras visitas y comentarios.
Manos a la masa y ¡bon appétit!