Lo cierto es que he tenido que anticipar la llegada de estas fiestas, pues el pasado mes de noviembre, quedé finalista y posteriormente ganadora de un reto de Instagram sobre Dulces de Convento. Mis bollitos de Santa Inés quedaron en lo más alto de la lista dándome una gran satisfacción pero que incluía posteriormente un plus de responsabilidad.
Y es que la semana que viene seré la capitana del reto de "Troncos de Navidad". Cuando me propusieron el tema, me lo tomé como un desafío. Pues El Lunes Se Amasa es de los retos más participativos de esta red social. Tener que presentar mi propuesta previamente al inicio del reto me suscitaba presión, no lo voy a negar, pero reconozco que he disfrutado con esta receta como una niña pequeña.
¿Sabes cuál es el origen del Tronco de Navidad?
Lo hemos visto casi siempre en este mes de diciembre pero... ¿Conocemos su origen? El tronco de Navidad representa a un tronco verdadero ligado a una tradición celta. Tuvo origen en la Provenza francesa donde cada 21 de diciembre, las familias escogían un tronco para quemarlo la noche del solsticio de invierno. Es una tradición que se remonta al 2500 antes de Cristo y el propósito era celebrar el renacimiento del sol.
Se pensaba además, que determinados árboles como el roble o la haya, tenían esencia mística. Esta quema del tronco, conocida como Yule, se realizaba también de predecir la cosecha del próximo año. Si ardía con llama alta, presagiaba buen clima para las cosechas y, si por el contrario, se apagaba muy pronto, se relacionaba con pérdidas para el año siguiente. Lo establecido era que ardiera por un mínimo de 3 días, recogiendo después las cenizas y guardándolas para proteger la cosecha.
En la época medieval, se convirtió en un impuesto feudal, debiendo llevar los campesinos un tronco a casa del señor y ellos a su vez también lo tenían y lo decoraban con cintas de colores además de bendecirlo con aceite o vino para una posterior quema iniciada por el más mayor o pequeño de la familia.
¿Cómo evoluciona al postre?
En la época napoleónica, se manda cerrar todas las chimeneas ante una oleada de enfermedades y las familias decoran el tronco con velas y flores en lugar de quemarlo. La proliferación de las estufas también llevó a esta práctica más decorativa.
A partir de 1834, diversos pasteleros franceses de ciudades como París o Lyon entre los que se encuentra Pierre Lacam, crean el Bûche de Noël, Un bizcocho enrollado relleno de mousse de chocolate que simula el famoso tronco. Hoy en día encontramos esta tradición en muchos países europeos. En Reino Unido se le conoce como Yule Log y en Italia como Ceppo encontrando un sinfín de diseños pero siempre adquiere especial significado en Francia, donde podemos encontrar versiones como la de Alain Ducasse en la que me inspiro en el trabajo del chocolate o la modernidad de Pierre Hermé.
La versión que os presento es de modo clásico. Un delicado bizcocho genovés de vainilla relleno de crema de mascarpone con toque de amaretto, recubierto con crema y lascas de chocolate que simulan la corteza del tronco legendario. Dan un toque extra crujiente al postre que es ideal para la cena de Nochebuena.
¡Pasamos a la receta!
Ingredientes: 8-10 porciones
Bizcocho genovés:
- 6 huevos
- 120 grs. harina de todo uso
- 120 grs. azúcar
- 1 cdta. vainilla en pasta o extracto
Crema de mascarpone:
- 250 grs. queso mascarpone
- 200 grs. chocolate
- 200 ml. nata (crema de leche)
- 25 grs. mantequilla
- 1 chorrito de amaretto
Lascas de chocolate:
- 150 grs. chocolate fondant de buena calidad
- papel de horno
* Azúcar glass y grosellas para decorar
Preparación:
En primer lugar comenzamos con las lascas de chocolate. Es un procedimiento sencillo pero es mejor hacerlo con tiempo y así nos olvidamos de esta preparación hasta el final.
Fundimos el chocolate troceado al baño maría o microondas. Extendemos sobre una hoja de papel de horno con ayuda de una espátula. Debe quedar una capa fina, de 2 ó 3 mm. Cubrimos con otra hoja y enrollamos. Llevamos a la nevera. Reservamos.
Si te quedan dudas sobre la elaboración, puedes consultar el siguiente vídeo.
A continuación, seguimos con el bizcocho. Precalentamos nuestro horno. Separamos las claras de las yemas. Batimos, en primer lugar, las claras con la mitad del azúcar hasta que se monte el merengue de picos firmes. Reservamos.
Seguimos montando las yemas con el resto del azúcar. Una vez bien integrado agregamos la vainilla. Incorporamos un poco de merengue al bol que mezclamos con movimientos envolventes. Una vez integrado, vamos añadiendo el resto evitando que pierda aire nuestra masa.
Tamizamos la harina y la vamos añadiendo en varios pasos. Mismo procedimiento que el merengue. Con suaves movimientos envolventes hasta que nos quede una masa aireada y suave que extenderemos sobre nuestra bandeja de horno cubierta de papel vegetal.
Horneamos unos 10-15 minutos a 170 grados. Todo dependerá de vuestro tipo de horno. Comprobamos con un palillo y que esté lo suficientemente dorado.
Decoramos con servilletas Gold Roja de Renova.
Cómo enrollarlo: Apenas lo sacamos del horno, espolvoreamos la superficie con azúcar glass. Ponemos una hoja de papel encima de la bandeja y le damos la vuelta. Con cuidado, vamos retirando el papel de la parte de posterior.
Nos ayudamos con el papel de horno que nos queda para enrollar nuestro bizcocho. Vamos envolviéndolo poco a poco. está caliente y este paso es muy importante. Una vez envuelto, le ponemos unas pinzas a los laterales para que no se abran y dejamos enfriar.
Mientras tanto, preparamos la crema de mascarpone. Batimos el queso hasta que quede una consistencia cremosa, añadimos el amaretto.
Haremos una ganache troceando el chocolate e hirviendo la nata (crema de leche). Añadimos la nata (crema de leche) al bol y removemos. Cuando esté casi disuelto, agregamos la mantequilla y removemos hasta que quede todo homogéneo. Una vez tibia la ganache, añadimos al mascarpone. Batimos hasta que nos quede una masa muy cremosa. Llevamos a la nevera cubierta de papel film a piel mientras se enfría nuestro bizcocho.
Ha llegado el momento de rellenar y decorar nuestro tronco navideño. Desenrollamos el bizcocho y lo rellenamos con la crema de mascarpone extendiendo bien con una espátula.
Debemos dejar todos los bordes libres. Lo volvemos a enrollar sobre una superficie con papel de horneado. Cortamos los bordes para que se vea bien el dibujo del relleno. Ahora vamos cubriendo con la misma crema nuestro tronco. Lo pasamos al plato o lugar de presentación de nuestro postre.
Llega para mí el momento decorativo por excelencia: las lascas de chocolate. Desenrollamos el papel con chocolate y veréi que se han formado unas lascas gigantescas e ideales para decorar nuestro tronco. SLas vamos poniendo hasta cubrirlo todo. Podéis ayudaros con la crema restante para unir algunas piezas más superficiales.
Necesitamos un poco de efecto nieve, así que espolvoreamos con azúcar glass y damos toque especial con grosellas.
¿Y tú? ¿Has probado alguna vez el tronco navideño o te gusta hacerlo cada año? Hace tiempo que no lo hacía en casa. Recuerdo que la primera vez fue un tronco de chocolate blanco y fresas para un concurso. Quedó delicioso y a veces por falta de tiempo no lo hacemos con todos los preparativos. Es un postre muy rico y su decoración viene ideal para nuestras mesas. Creo que a partir de este año, lo voy a incluir en mi menú navideño con diferentes rellenos y sabores para deleitarnos en las fiestas.
No podía dejar de lado el mascarpone que adoro en las recetas, pero una mousse de avellanas, de las más utilizadas en Francia como relleno creo que le vendría ideal ¿no créeis? Espero que con mi propuesta te animes a hacerlo estas fiestas.
Vuelvo pronto con más recetas navideñas.
Un abrazo,
Maribel García