Ha sido un camino horroroso, y aunque voy a intentar disipar algunas dudas contándoos los problemas con los que me he encontrado en medio de la vorágine extraterrestre que es lenguaje informático, os diré que sólo lo hagáis si tenéis en cuenta todo lo que conlleva.
Ventajas:
Todo tu contenido pasa a ser tuyo al 100%, sin que nadie pueda hacer nada con él que no seas tú.
Puedes usar plugins para TODO. Pero literalmente todo: para mejorar el posicionamiento, para ayudarte con el SEO, para gestionar etiquetas, para la personalización de las redes sociales, para añadir contenidos… Todo lo que en Blogger es difícil y requiere de una edición de la plantilla que a veces no queda como queremos, en WordPress se hace dando a un botoncito. Maravilla.
Complementos básicos como MailChimp o Disqus están perfectamente integrados y no hay que hacer virguerías para que funcionen en tu blog y se adapten a tu diseño.
La consola de administración en general es muchísimo más completo, fácil de usar y muy profesional.
La personalización de la plantilla es tremendamente sencilla y permite hacer cualquier cambio que se te ocurra.
Tienes un control total de todo lo que pasa: la gente que entra y cómo entra, el spam, las funciones, la configuración…
Desventajas:
Hay que pagar. A ver, esto en sí no es una desventaja porque yo ya pagaba el dominio, pero ahora estoy pagando más por tener un hosting de calidad que me permita alojar las imágenes necesarias y que no se cuelgue cuando reciba muchas visitas al mismo tiempo (si es que esto llega a pasar algún día).
Tu contenido es tuyo al 100%, por tanto hay que tener mucho cuidado con lo que se hace porque si te denuncian lo tienes que gestionar tú. En Blogger lo “arregla” Google y tú puedes pasar un poco de todo, pero en WordPress tú eres el responsable.
Además del hosting, hay que pagar una plantilla sí o sí e invertir bastante más tiempo del que parece haciendo que funcione exactamente como quieres. En Blogger hay plantillas muy chulas gratis, en WordPress lo normal es que cuesten unos 40€ las más sencillas.
Pierdes muuuchas visitas que tenías antes porque tienes que volver a conseguir el mismo tráfico y a veces no es nada fácil cuando parte de él viene del blogroll que Blogger ofrece en el inicio.
El horror de hacer la instalación de WordPress en tu hosting, migrar las entradas de Blogger y arreglarlas y volver a configurar el dominio. Porque esto o lo haces tú leyendo mucho y cagándola mucho, o pagas a alguien para que te lo haga (por ejemplo, la gente de mi plantilla me hacía todo todito todo por 200$).
Como veis, toda parte buena tiene su parte horripilante, y aún así yo me decidí a dar el paso siendo consciente de todo lo que iba a perder. Sé que no voy a tener ni la mitad de las visitas que tengo en Blogger (y tengo una birria de visitas porque llevo meses o un año sin publicar), pero este cambio, aun a riesgo de sonar ultra moñer, lo hice con el corazón. Porque cuando empecé allá por el 2010 con un intento de blog muy raro de diseño kawaii (¿?) lo que yo quería era tener un sitio bonito, profesional y con diferentes contenidos. Al fin y al cabo sí, vale, yo quiero que os sea cómodo a vosotros y que os guste, pero sin pretender resultar egoísta, lo principal es que me guste a mí. Y qué queréis que os diga, a mí me encanta.
Ha sido un proceso tan largo, hubo tantas pruebas y tantas fechas de lanzamiento que al final se quedaron en nada, que no sabéis lo orgullosa que estoy de que todo esto sea mío y de que lo estéis viendo. Y la verdad, como todos, me encantaría tener muchas visitas y que lo que hago os sirviera de algo, pero voy a estar igual de contenta si sois diez como si sois un millón, porque aunque apenas tengo tiempo para nada, esto me encanta y quiero tirar de él y sacarlo adelante.
No sé si alguien leerá esto, no sé qué va a pasar de ahora en adelante, pero de lo que sí estoy segura es de que este es el camino que quiero tomar y sois más que bienvenidos si queréis venir conmigo.
Un abrazo, y bienvenidos a la nueva Lemon and Tangerine.
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