Aunque en Madrid se producen vinos desde el siglo XII, aún son unos grandes desconocidos dentro del panorama vinícola nacional. Hoy en día salen de sus viñas buenos caldos con el sello de Vinos de Madrid, Denominación de Origen legalmente reconocida en 1990.
Además de catarlos en tabernas y restaurantes, podemos practicar enoturismo por la Comunidad de Madrid siguiendo alguna de las rutas del vino a las que se pueden llegar fácilmente desde la capital. Podemos encontrar un total de 44 bodegas repartidas en 58 municipios que se distribuyen en tres subzonas: Arganda, Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias. En Sus 8.300 hectáreas de viñedos inscritos trabajan 2.891 viticultores.
La zona más grande es la de Arganda, al sudeste de la Comunidad de Madrid, abarca 26 municipios y más del 50% del total de viñedos. Su clima es mediterráneo-continental, con precipitaciones concentradas en primavera y otoño, mientras que la media de horas de sol al año es de 2.800. En esta área el terreno se caracteriza por estar constituido por tierras calizas.
Viñedos de la Bodega Señorío de Val Azul
Bodega madrileña Val Azul
Una de las bodegas ubicadas en esa zona y perteneciente al municipio de Chinchón, es la del Señorío de Val Azul. Pertenece a la D.O. Vinos de Madrid y cuenta con 9 hectáreas de viñedos propios en los que se cultivan las variedades de Syrah, Cabernet y Merlot.
Su manera de hacer vino es muy personal, con un proceso de elaboración artesanal que abarca desde el nacimiento de la uva en la planta hasta la conservación para conseguir un producto con un nivel de calidad muy alta.
Su elaboración natural y ecológica les ha llevado a conseguir premios y distinciones como 88 puntos Parker, Bacchus de Oro en 2015 y mención especial al Mejor Vino de Madrid de su buque insignia, el Val Azul.
Vino Val Azul, para acompañar salazones, pescados azules y carnes en general
Proceso natural, de la viña a la botella
Para evitar la menor agresión posible al medio, muchas labores se realizan de forma manual, como la poda, además, se clarean de racimos las viñas para conseguir la óptima carga de uva en cada cepa y de esta manera conseguir la mayor calidad posible.
La vendimia se realiza al amanecer y en el momento óptimo de maduración de cada variedad, según las distintas zonas en función de su orientación. Esto permite realizar una selección de los mejores racimos.
Una vez vendimiada la uva entra inmediatamente en la bodega, ubicada en mitad del viñedo, para ser encubada en una temperatura baja, tras una segunda selección manual y despalillado.
Se trabaja de manera separada la uva en función tanto de la zona como de la época en que haya sido vendimiada, algo que se mantiene hasta el embotellado. Tampoco se realiza filtrado para evitar la pérdida de aromas y características propias que enriquecerán el vino durante su estancia en botella.
Cada variedad envejece por separado con crianza sobre lías (microorganismos encargados de realizar la fermentación) durante 12 a 13 meses en roble francés de barricas de 225 litros. Esto le proporciona al vino ciertas propiedades organolépticas y mejora de los aromas y persistencia.
Cada variedad de uva (syrah, cabernet y merlot) envejece por separado
La pisada de la uva, más que una experiencia sensorial
En nuestra visita a la bodega pudimos experimentar el pisado de uva tradicional. Este pisado consiste en pisar las uvas depositadas en el lagar (recipiente de madera) para extraer el mosto que contienen y elaborar el vino. De esta manera, el mosto sale por un orificio pequeño y se separan los escoberos y la pulpa de la uva.
Se debe empezar la pisada de uvas desde el centro a los extremos, para que la presión que se ejerce sobre los granos sea suficiente como para conseguir extraer el mosto, sin que pierda sus propiedades, y favorecer el contacto con las levaduras, responsables de comenzar la fermentación. Es aconsejable hacerlo con los pies descalzos (bien lavados por supuesto) lo que permite ejercer la presión justa para no romper las pepitas, y así evitar toques amargos indeseados.
Pisada de uva tradicional
La pisada de uva es un sello distintivo de la vendimia tradicional ya que era un elemento fundamental en la elaboración del vino de los primeros pueblos viticultores. Con el tiempo se dieron cuenta que si le incorporaban música de fondo convertirían este ritual en una danza festiva con mayor efectividad.
Además de divertida, es toda una experiencia que pone en marcha casi todos nuestros sentidos, sentir la textura de la uva debajo de los pies, percibir la sensación liquida del mosto entre los dedos, y el aroma que se comienza a liberar, todo ello hace que se convierta en un acto totalmente sensorial y de disfrute.
>>>¿Sabías que también está de moda el oleoturismo?
Susana Ramos
susana@mosestudio.com
https://www.facebook.com/MOS.eventos
www.mosestudio.com
Experta en Organización de Eventos y Turismo Gastronómico. Asesoro a los turistas extranjeros para que sientan, saboreen y disfruten de nuestra gastronomía. Creadora de mosestudio.com, donde ofrecemos nuestros conocimientos, saber hacer e ilusión en el desarrollo de eventos, proyectos de decoración y servicios de catering saludables y artesanos.
¿Quieres que te mande un correo cuando haya una nueva entrada?
¡Deja tu email!