El chocolate se considera el alimento de la felicidad y tiene una incuestionable reputación de alimento afrodisíaco ya que el cuerpo produce endorfinas, una fuente de euforia y de bienestar. Y ahora os pregunto: ¿Tan fácil es encontrar la felicidad?
Creo que por eso he tenido una infancia tan feliz. Recuerdo estar en casa de mis padres y abrir el armario esquinero de arriba en la cocina y ver la tabletas de chocolate. Mis padres las compraban a granel, cada vez que mi padre traía esos pack con dos o tres tabletas enormes de chocolate negro, con leche y blanco... bueno, os podéis imaginar las fiestas!!
A mi padre y a mí nos gusta más el chocolate negro, a mi madre y a mi hermano "mayor" el chocolate con leche y al pequeño el blanco, bueno, al "chico" todos.
Otra de las cosas que mi padre traía a granel eran los frutos secos. Por las noches después de comer, sacábamos unos cuencos con las diferentes variedades o cada uno su cuenco con lo que le apeteciera en ese momento.
Hoy os traigo una receta muy sencilla y que está deliciosa que combina los dos productos que me han hecho muy feliz en mi infancia, el chocolate y los frutos secos. Es otra de las dulces recetas de Sarah Graham.
Ingredientes:
2 tabletas de chocolate blanco
1 puñado grande de pistachos
Preparación:
Ponemos en un cazo con agua a fuego medio y colocamos un recipiente adecuado para el baño maría, comprobando que no toque el agua. El mío es de acero inoxidable.
Partimos la tableta en trozos para que sea más rápido que se fundan y los echamos en el recipiente.
Mientras el chocolate se va fundiendo nos ponemos con los pistachos. Quitamos las cáscaras y picamos con un cuchillo.
Preparamos una bandeja con papel de horno.
Cuando veamos que la mayoría del chocolate está fundido lo retiramos del fuego y removemos hasta que esté uniforme.
Sacamos el recipiente del cazo y secamos. Esto es importante, debemos evitar que el vapor de agua entre en contacto con el chocolate porque lo estropearía y nos arruinaría la receta.
Vertemos el chocolate sobre el papel de horno y con ayuda de la paleta lo repartimos por la superficie hasta que quede uniforme. A continuación espolvoreamos los trocitos de pistachos por encima. Es una maravilla como el color verde del pistacho rompe con la monotonía blanca del chocolate.
Dejamos enfriar.
Presentación:
Una vez el chocolate esté frío, lo partimos en trozos y los colocamos en un plato o bandeja, listo para ponerlo en la mesa y disfrutar de su sabor.
Si lo habéis preparado para más tarde, buscamos un recipiente para guardarlo, como una caja de metal. Cogemos una hoja de papel de horno y la hacemos una pelota de manera que se arrugue y así sea más fácil de moldear. La colocamos en el interior de la caja haciendo la forma de la misma y echamos el chocolate, luego doblamos el papel y cerramos la caja. Listo para más tarde.
¿Qué os parece? Una receta sencilla, fácil y resultona.
Bon appétit!!