La Cuaresma es un tiempo religioso que simboliza los 40 días que Jesús vivió en el desierto, previo al comienzo de su vida pública. También hace referencia a los 40 días que duró el diluvio universal, los 40 años que duró la marcha del pueblo Judío por el desierto o los 400 años de esclavitud del pueblo Judío en Egipto.
Es un periodo de tiempo en los que los católicos están llamados a reforzar la fe a través de la penitencia y por lo tanto la comida debía ser también un factor que ayudase a ésta penitencia y recogimiento.
Han surgido un conjunto de recetas que están íntimamente ligadas a este tiempo de recogimiento y que por tradición no encontramos en otra época del año, y por eso solo las relacionamos con la Cuaresma.
Aunque ya no se practica el ayuno, en recuerdo del peregrinaje de Jesús por el desierto, todavía se respetan algunas "normas" como la de no comer carne los viernes o hacer ayuno algún domingo en concreto. La Cuaresma se celebra después de los rigores del invierno, una larga estación de frío y escasez de alimentos y antiguamente no habían métodos de conservación de alimentos como puede haber ahora. Por eso las recetas de Cuaresma se basan en bacalao en salazón, legumbres y aprovechamiento como pueden ser la sopas (castellana, de ajo, de cebolla), así como de postres como las torrijas, la leche frita, buñuelos, pestiños y flores manchegas, etc. Recetas que se hacían con lo poco que se tenía en antiguamente y que prácticamente todas tienen una base común.
Por suerte estamos en una época en la que contamos con numerosos avances y nos permiten disponer de todos los alimentos frescos, y precisamente estamos en la mejor temporada para consumir el bacalao en todo su esplendor, y eso haremos en esta receta, aprovechar unos magníficos lomos de este delicioso pescado.
Necesitaremos:
- 2 lomos de bacalao.
- 1 cebolla.
- 1 pimiento verde.
- 1 lata de tomate entero.
- 1 bote de tomate frito con cebolla.
Vamos a picar la cebolla en juliana y la pondremos en la cazuela con aceite a pochar. Le pondremos sal a la cebolla para que caramelice. Mientras se pocha la cebolla vamos a ir picando el pimiento en trocitos pequeños ( mirepoix). Lo añadiremos cuando la cebolla tenga un color doradito, y lo pocharemos unos 5 minutos, para que suelte su jugo.
Cuando el pimiento tenga color, le añadiremos la mitad del bote de tomate crudo, que habremos triturado con la batidora, y lo dejaremos hacer a fuego suave durante unos 10 minutos.
En ese momento le añadiremos la mitad del bote de tomate frito con cebolla, removemos y lo pasamos todo con la batidora. De esta manera nos aseguramos que los niños no pondrán pegas a la hora de comerlo, y nos quedará una salsa de tomate muy ligera y ligada.Ya os he hablado en otras ocasiones del tomate con cebolla, lo venden en Lidl, y aparte de reforzar el sabor a cebolla, le da un toque de dulzor que le viene de maravilla al plato.
En el momento en que tengamos el tomate preparado vamos a añadir el bacalao, que habremos cortado en trozos, distribuyéndolo por toda la cacerola, ponemos la tapa de la cacerola, bajamos el fuego al mínimo que mantenga el hervor (en mi vitro al 3 de 9) y lo dejamos 5 minutos, pasado el tiempo apagamos el fuego, si no se pasará y quedará correoso. El bacalao se cocinará en su propio jugo al estar tapada la cacerola y quedará muy tierno, dando un sabor a la salsa exquisito.
Y ya solo queda disfrutar de un plato típico de Cuaresma con un sabor realmente delicioso, y la salsa al ir pasada le encantará a los más pequeños de la casa.