Probablemente sea mi subconsciente que me habla y me pide que desde mi cocina lleve a mi mesa recetas que nos transporten a época mejores. Y es que estaréis de acuerdo conmigo en que nada mejor que el gusto y el olfato para hacernos viajar en el tiempo.
Quizá recordéis que hace unas semanas cuando compartía con vosotros la receta del bizcocho de nata (crema de leche) os decía que iba a traer poco a poco a mi cocina virtual recetas de las de toda la vida, de esas que nos traen recuerdos de nuestra infancia y que no deben perderse por nada del mundo.
Pues este bizcocho de anís y limón es una de esas recetas.
El anís siempre me va a recordar a mi abuela Magdalena. Os he hablado miles de veces de ella que era la reina de la repostería de sartén (que tanto respeto me da a mí)
Mi abuela no tenía horno en su casa. En realidad sí, pero creo que jamás lo usó. En la cocina de mi abuela había una cocina de gas (butano) que tenía cuatro fuegos y en la parte inferior un horno y una puerta en la que se ponía la botella de gas (que aquí conocemos popularmente como bombona).
He buscado en internet para dejaros el enlace a una foto para aquellos no que hayáis conocido estos artilugios y me he quedado ojiplática al ver que aún hoy se siguen vendiendo y que no son muy diferentes al que tuvo mi abuela (y también mis padres y que sigue guardado en la cochera)
El horno del butano de mi abuela (es que la cocina de gas se llamaba popularmente butano en mi familia) creo que no tuvo uso más allá de albergar sartenes.
¿Entonces por qué este bizcocho me recuerda a ella? porque el anís y el limón eran dos de los aromas predominantes en su repostería. En su casa siempre había una botella de Anís del Mono (dulce) ideal para hacer dulces y para tomarse una copichuela las mujeres después de la cena de Nochebuena (que dejó de celebrarse en su casa cuando mi abuelo murió) y los hombres en las mañanas de invierno para entrar en calor cuando salían hacia el campo para recoger la aceituna.
Cuando yo era pequeña fuera del limón, la naranja, el anís, el vino, el café, la canela y el chocolate los postres no tenían otros sabores. Y en realidad no nos hacía falta más.
Si os soy sincera a día de hoy si algo lleva canela es mi total y absoluta perdición y lo mismo me pasa con el limón y por supuesto el chocolate.
Este bizcocho lo preparé el año pasado para la guardería de Lara. Volvió a convocarse el concurso de recetas para el Día de Andalucía y en un arrebato, aún con Elena recién nacida, me apunté con la condición de que si la peque me dejaba presentaba algo y si no me dejaba pues no pasaba nada.
Y me dejó. Lo cierto es que fue bastante buena para dormir por las mañanas y poco a poco me pude ir organizando para preparar algunas recetas dulces y fotografiarlas por las tardes cuando se volvía a dormir.
Esta fue la primera receta que preparé tras su nacimiento, lo que indica que lleva ya un tiempo esperando en borradores, y hoy me ha apetecido rescatarla y compartirla con vosotros para que todos podamos disfrutar de los sabores de siempre en estos tiempos tan convulsos que nos ha tocado vivir.
Bien es cierto que comienza a hacer calor pero encender el horno aún no pesa así que es el momento ideal para preparar este bizcocho y disfrutar de un desayuno o merienda como los de nuestra infancia.
Yo lo hice usando mi Monsieur Cuisine Plus (la prina hermana pobre de la Thermomix) y lo horneé en mi olla de cocción lenta, pero la masa se puede hacer sin problema alguno a mano y meterla en el horno que va a quedar igual de estupenda. Y si no tenéis molde de bundt usáis uno redondo o alargado que lo único que tenéis que hacer es estar pendientes del punto de cocción a partir de los primeros cuarenta minutos. Versatilidad y capacidad de adpatación ante todo mis queridos amigos.
Esta receta sólo tiene un pero y es que no hay foto del corte porque evidentemente no iba a llevar el bizcocho cortado a la guardería. En casa lo probamos porque subió de forma irregular y antes de desmoldarlo lo emparejé con un cuchillo.
Nos encantó de sabor y textura y lo repetí poco tiempo después pero no caí en la cuenta de hacer fotos de nuevo para que viérais el interior. ¡Lo siento!
El sabor a anís es potente. Así que si no os convence demasiado podéis sustituir una parte por leche. Ahí ya entra en juego los gustos de cada uno.
La miga queda tierna, jugosa y esponjosa. Un bizcocho de los de toda la vida, vamos.
La receta que seguí, del blog Kanela y limón, ponía 400 gramos de azúcar. Me parece una barbaridad. Soy incapaz de poner algo así en un postre. La primera vez puse sólo 120 gramos y se quedó corto, todos en casa estuvieron de acuerdo cuando probaron el recorte del primer bizcocho, así que repetí con 150 y quedó a gusto de todos.
Ya sabéis que yo suelo ser muy recortada con el nivel de dulzor, por eso me gusta comentarlo para que nadie se lleve una desagradable sorpresa si lo prepara en casa.
En el paso a paso os explico cómo hacerlo con todos los cacharros del mundo y con ninguno, para que no haya excusas y todos disfrutéis de un bizcocho de los de siempre.
¿Os animáis?
Ingredientes:
* 150 gramos de azúcar
* 4 huevos
* 100 gramos de licor de anís
* 250 gramos de leche
* 50 gramos de aceite de girasol
* 400 gramos de harina
* 1 sobre de levadura química (impulsor) (15 gramos)
* Ralladura de un limón
* Azúcar glas para espolvorear (opcional)
Elaboración en robot de cocina (Monsieur Cuisine o Thermomix) y en CrockPot (olla de cocción lenta)
1. Con la mariposa puesta añadimos los huevos y el azúcar y programamos 4 minutos velocidad 3
2. Quitamos la mariposa y ponemos el anís, la leche y el aceite y mezclamos 15 segundos a velocidad 5
3. Añadimos la harina, la levadura y la ralladura de limón y mezclamos 20 segundos a velocidad 4.
4. Vertemos en un molde e introducimos en la CrockPot. Programamos dos horas en temperatura ALTA y ponemos un paño de cocina limpio y seco y cubrimos con la tapa.
A partir de la hora y media vamos controlando el nivel de cocción pinchando con una brocheta de madera. Si fuera necesario apagamos antes y si no está hecho programamos media hora más.
5. Cuando termine destapamos, sacamos con cuidado el molde y dejamos enfriar sobre una rejilla antes de desmoldar.
Elaboración tradicional sin robot y en horno:
1. En un bol ponemos los huevos con el azúcar y batimos.
2. Añadimos el anís, la leche y el aceite y volvemos a batir.
3. Incorporamos la ralladura del limón, la levadura y la harina y mezclamos hasta que no queden grumos.
4. Vertemos en nuestro molde e introducimos en el horno precalentado a 180º C durante unos 50-60 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta de madera esta salga limpia.
Para conservarlo lo envolvemos en film transparente y lo podemos dejar a temperatura ambiente o en el frigorífico y nos evitamos sorpresas desagradables si comienza a hacer calor.
Aguanta bastante bien el paso de los días, pero ya os digo yo que va a durar bien poco de lo rico que está.
Las niñas presentan pocas novedades. A Elena le ha salido otro diente y cada vez come más cosas. Yo me sigo emocionando cada vez que pide comida y abre la boca y se come aquello que le des. No puedo evitarlo. Lara es tan mala comedora que me emociona ver que Elena, por el momento, es todo lo contrario.
Esta semana en mi trabajo nos hemos hecho las pruebas del COVID-19 y estamos a la espera de los resultados. Siempre planeó la duda de si Elena lo tuvo o no y ya os digo yo que si ella lo tuvo, yo que soy una madre kamikaze, jugué a la ruleta rusa porque esos días Elena estaba inquieta y dormía conmigo y en más de una ocasión me vi apurando el yogur que le quedaba con la misma cuchara que comía ella.
Ya sabéis de esa vocación de cubo de basura que tenemos las madres y que no queremos que ningún alimento se tire.
Estoy deseando que llegue el resultado y saber si tengo o no anticuerpos, aunque os confesaré que creo que a todas las compañeras (sí, en mi trabajo ya sólo somos mujeres) nos van a salir negativos ambos resultados. La semana que viene os digo qué tal me ha ido.
Espero que estéis todos bien, que lleveis esta situación lo mejor posible (yo desde principios de mes, por mi salud mental, he dejado de ver las noticias. Que sea del mundo lo que tenga que ser. Con leer el BOE tengo suficiente y porque es obligatorio para nuestro trabajo) y que tiremos hacia delante con cabeza y prudencia, que de esta está en nuestra mano, y no en las manos de los que nos (des)gobiernan, salir.
Nos leemos la semana próxima.
Manos a la masa y ¡bon appétit!