No lo he podido evitar y repetimos dulce...
Y ya sé que ha comenzado el buen tiempo y con él las intenciones de empezar una dieta para lucir el bikini sin michelines el próximo verano... Pero es que este bizcocho quedó taaaaaan esponjoso y taaaaan rico que no puedo quedármelo solo para mi más tiempo... ¡tengo que compartirlo y gritarlo a los cuatro vientos! Además, siempre es mejor darnos un capricho con algo sano hecho en casa que con cualquier bollería industrial ¿verdad?
¿Os he convencido ya para que lo probéis? Puedo continuar intentándolo... Por que su sabor es delicioso; combina a la perfección el cítrico de la mandarina con el suave y fresco aroma de la lavanda, que nunca la había probado y me sorprendió muchísimo. Y tiene una miga tan blandita y esponjosa.... Vamos ¡que me ha encantado! Y no solo a mi...
Por que este bizcocho lo preparé cuando vinieron unos amigos a casa a merendar y celebrar nuestros cumples. Empezamos con una rodaja generosa y acabamos repitiendo todos por que nos la habíamos terminado casi antes de dar el primer sorbo al café. Incluso se llevaron encantados el trocito que había sobrado. Así que al día siguiente ¡tuve que hacer otro para nosotros!
Es lo malo de estas cosas tan ricas una vez que las descubres, a veces cuesta desengancharte de ellas... Sobre todo si tardas tan poco tiempo en hacerlas, nunca tienes una escusa para decir que no ;).
Ingredientes (aprox. 8 - 10 raciones o menos... jeje)
3 huevos
250 gr. de azúcar
125 ml. de leche
375 gr. de harina
80 ml. de harina
2 cucharadas pequeñas de levadura en polvo
1 cucharada pequeña de lavanda seca
Ralladura de una mandarina Preparación
Vierte la leche y las flores de lavanda en un cazo y lleva a ebullición a fuego lento. Retira el cazo del fuego y deja que que repose unos 30 minutos para que se enfríe y se aromatice bien la leche.
Pasado este tiempo puedes colar la leche para retirar las flores de lavanda, como hice yo, o dejarlas si quieres notarlas en el bizcocho. Y ya podemos comenzar a preparar el bizcocho.
Pon a precalentar el horno a 180ºC, calor arriba y abajo y engrasa el molde con un poco de mantequilla o aceite y harina. Yo utilicé un molde alargado de 30 cm. pero puedes prepararlo en uno redondo de unos 21 cm.
Este bizcocho no tiene mucha complicación, solo tenemos que ir añadiendo y mezclando los ingredientes poco a poco hasta conseguir una masa homogénea. El orden no importa mucho, pero yo suelo comenzar batiendo los huevos, luego añado el azúcar y a partir de ahí voy combinando ingredientes líquidos y sólidos más o menos siguiendo el orden de la lista de ingredientes para que sea más fácil mezclarlos, sobre todo si es a mano.
Una vez que hayas añadido todos los ingredientes líquidos y sólidos, solo nos queda limpiar bien la mandarina, rallar la piel y añadirla a la masa. Si quieres decorar el bizcocho con ella, no te olvides de reservar un puñadito.
Vierte la masa en el molde que engrasaste antes y mételo en el horno entre 35-45 minutos o hasta que la parte superior tenga un tono dorado y si lo pinchas con un palillo éste salga limpio.
Deja que el molde unos 20 minutos sobre una rejilla y, pasado este tiempo, desmolda el bizcocho y colócalo sobre la rejilla para que se enfríe por completo (si puedes resistirte... el primero no aguantamos y cayó templado jeje). Antes de servir puedes decorar con un poco de azúcar glass, ralladura de mandarina y flores secas de lavanda.
¡Ah! Y si queréis que os dure más de una sentada, mantenedlo a buen recaudo... Hasta los gatos se asomaron cuando hacía las últimas fotos... ;)