Este bizcocho es una versión de otro que tengo en el blog, aunque el anterior lleva nata (crema de leche) líquida.
Con la leche evaporada, queda más ligero.
Y sale muy jugoso y esponjoso, sobre todo desde que hago el truquillo que me contó Belén: desmoldo el bizcocho aún en caliente, unos 15-20 minutos después de haberlo sacado del horno, con cuidado de no romperlo. Entonces, lo envuelvo en papel film, y lo coloco en una fuente, una bandeja o un plato para que termine de enfriarse.
Probad el truquito, ya veréis qué jugosos quedan los bizcochos.
Esta receta es muy rápida de preparar, y viene muy bien para cuando se tiene mucha gente en casa (especialmente, si comen como lobos, jajaja) y hay que ir haciendo bizcochos para el desayuno o merienda con cierta regularidad.
Por cierto, muchas gracias por vuestros comentarios en la entrada anterior ;) Me pongo hasta colorada y todo, jejejeje.
INGREDIENTES:
200 gramos de harina bizcochona (o 200 gramos de harina normal, y un sobre de levadura)
3 huevos
200 gramos de leche evaporada
1 cucharadita de esencia de vainilla
Un puñado de pepitas de chocolate
100 gramos de tagatosa o sucralosa, o 180 de azúcar
80 gramos de aceite de girasol
Mantequilla y harina para encamisar el molde.
PREPARACIÓN:
Precalentamos el horno a 170º (si usamos edulcorante), o 180º (si utilizamos azúcar).
Colocamos las pepitas de chocolate en un bol, con una cucharadita de harina, y movemos bien para que se impregnen. De esta forma, no se irán al fondo del bizcocho (este truco suele funcionar, aunque a veces las pepitas se "rebelan" y van donde quieren, jajaja).
Encamisamos el molde (es decir, lo untamos con mantequilla y lo espolvoreamos con harina).
Batimos juntos todos los ingredientes (salvo las pepitas de chocolate), con batidora o Thermomix (en este caso, programamos 20 segundos a velocidad 3) hasta que quede todo bien integrado.
Vertemos la mitad de la mezcla en el molde, y ponemos por encima las pepitas de chocolate (reservando algunas, que añadiremos al final), quitándoles el exceso de harina.
Después, añadimos el resto de la mezcla, y las pepitas.
Y horneamos durante 35-40 minutos (aunque ya sabéis que depende mucho del horno, puede tardar más tiempo). En todo caso, no hay que abrir la puerta hasta que hayan pasado 30 minutos.
Lo pincharemos con un palo de brocheta: si sale limpio, ya está hecho (procurad no pinchar donde haya pepitas, que saldrá el chocolate fundido, jajaja).
Lo sacamos del horno, dejamos enfriar un poco, y, cuando podamos manejar el molde sin quemarnos (unos 20 minutos), lo desmoldamos con cuidado, lo envolvemos en papel film, y dejamos que se enfríe del todo antes de comerlo.
Espero que os guste, y feliz fin de semana.