Nadie nace sabiendo y bien es cierto que la cocina no solo es un arte, es practicar y practicar, además de experimentar, aunque para ello se necesita, entre otras muchas cosas, algo primordial: tiempo y a fuerza de ser sincera, yo no dispongo de mucho para poder recrearme en ciertos platos y recetas.
El trabajar dentro y fuera de casa, además de todos los menesteres propios a los que nos debemos en la vida diaria y cotidiana es un handicap para poder ir adentrandome en el dificil arte pastelero, independientemente que la paciencia no es una de mis virtudes.
En "Mi cocina" real, no existe la palabra internet, por lo que en esta ocasión tambien he seguido los pasos de mi queridisimo libro 500 pasteles de Susannah Blake, que a fuerza de nombrarla, quienes teneis la amabilidad de visitarme, la vais a conocer tan bien como yo.
Siempre me llamó poderosamente la atención éste bizcocho, creía que me iba a resultar dificilisimo prepararlo y no me atrevía a "meter las manos en la masa" y hacerlo; pués bien, no es nada complicado y el resultado además de rico, novedoso en "Mi cocina".
Como prepararlo:
Precalentar el horno a 180º y engrasar un molde circular de unos 20 cmts.
Batir en un cuenco 170 grms. de mantequilla a temperatura ambiente con 140 grms de azucar, hasta conseguir una mezcla blanquecina.
Echar tres huevos, uno a uno de dejar de remover.
Tamizar 140 gramos de harina con levadura y remover bien.
Dividir la mezcla en dos cuencos.
Sin dejar de remover en uno de ellos agregar una cucharadita de esencia de vainilla.
Y en el otro, dos cucharadas de cacao en polvo, removiendo, hasta que esté bien mezclado.
Echar las dos masas en el molde, alternándolas entre sí.
Insertar un cuchillo de punta fina o un pincho y moverlo a fin de dar el efecto veteado.
Hornear durante unos cuarenta minutos (depende del horno), hasta que suba y esté dorado. Desmoldar una vez frio.
¡¡ Disfrútenlo y que tengan un buen fin de semana!!