No puedo decir las de mi madre o las de mi abuela, ya que ellas nunca preparaban croquetas, no he llegado a saber el por qué.
Paquita me enseñó a prepararlas, tradicionalmente, como toda la vida: con los "avíos" del puchero, incluso me dió su mejor secreto: el cariño.
He intentado ser buena alumna y sigo sus pasos, pero he ido ampliando variedad, haciéndolas con diferentes ingredientes: de morcilla, de salchichón de Málaga, de calamares en su tinta, de pescados y mariscos, etc...... (pueden verlas pinchando en croquetas, a la derecha de mi blog), pero siempre con la misma base, la clásica bechamel hecha con harina de trigo.
La bechamel, como bien sabrán, es una salsa de origen francés de relativa sencillez, ingrediente básico de las croquetas.
Debe su nombre a Louis de Bechamel, que según he podido averiguar era un aristócrata amante de la buena mesa, que ocupó el cargo de mayordomo de palacio en la corte de Luis XIV.
Al hacer las croquetas, tal y como me enseñó mi suegra, sigo la variante de la bechamel llamada Soubise (con cebolla muy picadita y previamente pochada) y siempre con harina de trigo.
Me permitirán un consejo a la hora de prepararlas: rehogar a continuación de la cebolla la harina, ya que así no sabrá a harina cruda y no quedará mal sabor (ésto último lo averigué por mi misma, a base de experiencia), a continuación añadir la leche y el caldo (bien de pescado o de carne dependiendo de qué sea la croqueta) hirviendo y remover constatemente con una varilla la mezcla, hasta que la masa espese, sea homogénea y no se pegue a las paredes del recipiente.
En ésta ocasión, quise hacer un cambio importante en la bechamel, por primera vez quise prepararlas con maicena (harina de maiz) y sólo con leche, sin caldo de ningún tipo y con jamón serrano.
Mi marido tiene un dicho muy peculiar, suele decirme: Los experimentos con gaseosa. No le he hecho caso, me arriesgué, experimenté y puse las croquetas en la mesa: el resultado fue muy positivo, quedan muy suabes y con un fino sabor, francamente han gustado muchisimo.
Por lo tanto, la maicena entrará a formar parte de mis croquetas.
¿Como las preparé? Muy fácil, si gustan, tomen nota por favor.
En una cacerolita derretir un trozo de mantequilla y pochar a fuego lento la cebolla dulce, finamente picada
Añadir cuatro o cinco cucharadas soperas de maicena y mezclar con la cebolla, inmediatamente agregar dos vasos de leche hirviendo y remover con una varilla procurando que no se hagan grumos, echar el jamón serrano cortados en trozos pequeños, mezclar bien durante durante unos minutos, hasta que la masa no se pegue en las paredes del recipiente.
Dejar reposar unas cuatro o cinco horas.
Pasado éste tiempo, ir moldeando las croquetas, pasar por huevo batido y posteriormente por pan rallado.
Freir en aceite bien caliente (suelo usar freidora, por lo que quedan fritas uniformemente).
¡¡Disfruténlas!!