No sé si a vosotros también os pasa pero con las recetas tengo rachas.
Hay épocas que no paro de preparar muffins, o no he terminado de hornear un bundt cuando estoy con otro en mente que cae a los pocos días, o engancho varias tartas de queso, o postres en vasito... y después pasa largo tiempo hasta que retomo ese tipo de recetas.
También me ocurre con los ingredientes, como me dé por algo ahí estoy semana tras semana inventando un postre para meterlo.
Que digo yo que cuando es fruta de temporada, o verdura de la huerta de mi padre a la que hay que dar salida está justificado pero en el resto de los casos es casi un trastorno obsesivo (uno más entre todos los que tengo)
Las fresas me encantan, pero son traicioneras. A veces cuando llegas a casa compruebas que están más pasadas de lo que parecían bajo las luces de la frutería o bien (y esto es casi peor) que son muy bonitas pero que no saben a nada.
Elena ha salido a mí y se las come partidas en cuartos a la velocidad de la luz.
No necesita añadidos. Ni yogur, ni leche, ni zumo de naranja, ni muchísimo menos nata (crema de leche) o azúcar.
Y yo estoy muy contenta con que pruebe todo lo que ve (no es necesario ofrecerle, ella lo pide o lo coge si está a su alcance) y no haya que estar tras ella para que coma como ocurre con Lara que es todo un suplicio conseguir siquiera que pruebe algo.
A veces me cuesta hacer postres con fresas porque las devoramos. En otras ocasiones es la manera perfecta de dar salida a las que no están tan buenas.
Además soy de la idea de que las fresas mejoran cualquier postre y lo hacen más bonito o al menos para mí resultan irresistibles.
Este bundt fue un experimento y una pequeña improvisación.
Me quedaba un resto de sirope de arce. Lo justo para una receta más.
Este sirope siempre me había provocado muchísima curiosidad. Lo veía en las series y películas americanas y suponía que sería lo más rico del mundo.
Pero entonces no se vendía en España o al menos no donde yo vivía y tampoco es que tuviese ansiedad por no poder probarlo.
Así que una vez metida en el mundillo de los blogs en cuanto lo pusieron a la venta en Lidl me hice con un bote.
Que como es costumbre en mí se quedó rezagado en un armario de la cocina.
La primera receta que preparé con él, tiempo después, fueron estos muffins con nueces y chocolate. Me encantaron.
Y cogí muchas ideas para hacer algo con el resto que quedaba.
Al final me pasó lo de siempre, y en lugar de seguir una receta al pie de la letra fui uniendo cosas que me gustaban de uno y otro sitio a la par que metía cosas que tenía en casa.
No tenía intención de repetir la combinación con las nueces. Ni con el chocolate.
Por eso de ir variando y probar combinaciones distintas.
Tampoco tenía en mente combinar sirope de arce y fresas, pero recuerdo perfectamente que estaba buscando entre mis apuntes alguna receta para hacer con fresas cuando me toqué con las notas para las recetas con sirope de arce.
Y fue un flechazo.
Pensé que podía funcionar bien.
Y cuando estaba ya metida en harinas abrí un armario y encontré un resto de nueces.
¿Fresas y nueces? La idea me molaba y aquel resto ponía ojitos, así que ¡a la masa!
Y el resultado ha sido espectacular.
La masa es jugosa y tierna y esponjosa.
Con ese toque tan peculiar que le aporta el sirope de arce.
Y la combinación de las fresas y las nueces en su interior, primavera y otoño en un sólo bocado.
Merece la pena probarlo porque no defrauda en absoluto.
Aunque os voy a confesar una cosita. Me había olvidado de esta receta.
Yo siempre he tenido una memoria prodigiosa. En mi trabajo se aprovechan de ello para que esté pendiente de plazos, si hay que recordar qué ocurrió con documentación de los clientes, si algo se hizo fuera de plazo por culpa ajena a nosotros... Y os puedo asegurar que de más de un marrón hemos salido victoriosos gracias a ello.
Pero desde que nació Lara mi mente comenzó a fallar. Creo que estaba tan saturada por la situación que había momentos en los que hasta me quedaba parada en medio de una frase. Mi mente iba más rápido en ocasiones pensando lo que tenía que decir que mi boca hablando y llegaba un momento en el que me paraba porque no sabía seguir, o porque no era capaz de decir aquello que quería.
Por ejemplo quería que alguien me acercara la botella de agua y no era capaz de decir botella.
Aquello pasó. Y volvió después del parto de Elena.
Se volvió a atenuar, pero aún hoy a veces estoy hablando, haciendo algo y pensando en otra cosa y me tengo que parar porque no sé seguir.
Bueno, que esto no es lo que yo quería contar.
Yo quería decir que antes mi memoria era brillante. Era capaz de recordar por ejemplo todos los libros que me había leído ese año (y por aquel entonces eran siempre en torno a la centena)
Ahora se ve que tengo muchas más cosas o que me hago mayor y a veces por mucho que nos haya gustado una receta hay veces que me olvido de ella y no es hasta que hago revisión de borradores o de fotografías que me acuerdo y pienso ¡¿cómo he podido olvidarme de esto con lo rico que está?!
Por cosas como estas me alegro de haber abierto el blog.
Y de haberme mantenido constante y no haber abandonado.
Precisamente cuando compartí la receta de los muffins de sirope de arce hacía una reflexión acerca de que ser bloguero ya no estaba de moda y de la cantidad de blogs que había conocido y de la noche a la mañana se habían dejado de actualizar.
No voy a repetirme, os invito a que paséis por aquella entrada, que he releído mientras redactaba esta y sigo pensando lo que aquel día escribí punto por punto.
¿Y qué queréis que os diga de la receta de hoy?
Si es que yo creo que las fotos hablan por sí solas y una vez más vuelve a ser una pena que los aromas no traspasen pantallas porque caeríais en la tentación.
Como os he dicho antes la miga es tierna, jugosa y muy aromática.
Los trocitos de fresas y nueces le aportan mucho carácter a este bundt.
Es una combinación ganadora que funciona perfectamente con el sirope de arce.
¿Que no tienes en casa? Puedes cambiarlo por miel o sirope de ágave. Incluso por azúcar.
Aceptamos que el resultado no será igual en sabor ni aroma, pero a buen seguro obtendrás un bundt riquísimo.
Además es de esas recetas que quitando el sirope de arce el resto de ingredientes son de los de andar por casa.
Por no decir que sólo necesitamos un bol para hacer la masa y unas varillas manuales, nada de andar ensuciando varios cacharros y mucho menos necesitar aparatos que no todo el mundo tiene en casa.
Sabéis de mi gusto por las recetas sencillas de ingredientes y de elaboración.
Espero que este corte os haya enamorado tanto como a mí y que os animéis a preparar esta maravilla en casa.
¿Alguien se anima con un trozo mientras os cuento cómo prepararlo?
Ingredientes:
* 2 huevos
* 75 gramos de azúcar moreno
* 140 ml de sirope de arce
* 100 ml de aceite de girasol o de oliva
* 125 gramos de yogur de fresa o natural
* 300 gramos de harina
* 1 pellizco de sal
* 15 gramos de levadura química (impulsor)
* 100 gramos de nueces peladas
* 100 gramos de fresas
* 2 cucharaditas de harina
Elaboración:
1. En un bol ponemos los huevos, el aceite, el azúcar, el sirope de arce y el yogur y batimos hasta obtener una mezcla cremosa.
2. Añadimos la sal, la levadura y la harina y batimos lo justo para que no queden grumos
3. Pelamos, secamos las fresas y las partimos. Las ponemos en un bol y añadimos una cucharadita de harina. Mezclamos bien.
4. En otro bol ponemos las nueces peladas y troceadas toscamente con las manos y añadimos otra cucharadita de harina. Mezclamos bien.
5. A la masa añadimos las fresas y las nueces y con ayuda de una espátula repartimos bien por toda la masa.
6. Vertemos la mezcla en nuestro molde e introducimos en el horno precalentado a 180º C
7. Horneamos durante 50 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta en el centro esta salga limpia.
8. Apagamos el horno y dejamos con la puerta abierta unos cinco minutos.
9. Sacamos y dejamos templar sobre una rejilla. Desmoldamos y dejamos enfriar por completo.
Receta fácil y rica allá donde las haya.
Para conservarlo, una vez se haya enfriado por completo lo envolvemos en film transparente y lo guardamos en la nevera.
Se mantendrá como recién hecho hasta el último trozo y nos aseguramos que las fresas no se pongan malas.
Sé que soy muy pesada e insisto mucho con lo de guardar los postres en la nevera, pero es que cuando llevan fruta son muy traicioneros y a la mínima esta se pone malo y el bizcocho va enterito a la basura.
Y con eso no puedo, sinceramente.
Como al preparar este bundt he aprovechado para dar salida al resto de sirope y de nueces y a unas fresas maduras va directo al reto 1+/-100, desperdicio 0 de mi amiga Marisa.
Una vez más gracias por seguir visitando mi cocina semana tras semana. No os cuento nada de las niñas porque afortunadamente en este caso la ausencia de noticias son buenas noticias, que no es poco en los tiempos que corren.
Confío en que todos sigáis sanos y os invito a pasar por aquí de nuevo la semana que viene. Mientras tanto sed felices
Manos a la masa y ¡bon appétit!
Fuente: este post proviene de Los dulces secretos de Cuca, donde puedes consultar el contenido original.
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