¿Como estáis golos@s? Estoy segura que con ganas de algo dulce, después de “vigilarnos” lo que comemos durante toda la semana… Y como acabo de adquirir un nuevo molde y un libro de recetas (otro más ), tengo ganas de estrenarlos inmediatamente. Ya hacía tiempo que quería un molde para hacer un bizcocho de Saboya, o como se dicen ahora, bundt cake. Su forma característica, que me recuerda a un volcán (y sus diferentes acabados vendrían a ser la lava derretida) siempre me ha gustado mucho, y sé que a la hora de hornear va a quedar el bizcocho perfectamente hecho por el centro (su “chimenea” lo garantiza). Me retenía de comprar nada más por cuestión de espacio en la cocina, que ya tengo que ir haciendo malabares para guardar todo lo que tengo. Pero es que no puedo resistirme! Y ahora ya es mío!!
He estado “investigando” un poco el origen de éstos bizcochos, y datan de la edad media en Saboya, Italia. Bueno, vosotr@s también podéis mirarlo, así que no me voy a enrollar. Lo que si que me ha parecido casualidad es que el día 15 de noviembre, es decir…mañana, es el día internacional del bundt cake. No habría sido tan oportuno ni haciéndolo aposta! Y mirando recetas en el nuevo libro, he encontrado una precisamente de un bundt cake de vainilla y chocolate que me ha causado muy buena impresión. Ésto es una señal: molde nuevo, libro con receta ideal en la semana que se celebra su día…. Decidido! Me pongo a ello!!! Y veo que lo que necesito es:
400 gr de harina
300 gr de mantequilla
450 gr de azúcar
80 gr de cacao en polvo
150 ml de leche
5 huevos M-L
1 sobre de levadura química
15 ml de extracto de vainilla
pizca de sal
Voy siguiendo la receta paso a paso y veo que no es complicada. Pensaba que los bizcochos de dos sabores resultarían más difíciles de preparar para que no se juntaran. Pero tal y como lo explica….es realmente sencillo. Y como veo que todos lo podríais hacer también, yo os lo transmito tal cual. También es la primera vez que lo preparo yo… Así que ya veremos como sale al final.
Bueno, os cuento como se hace. Hay que mezclar en un bol grande la harina, la levadura y la sal y se tamiza a otro bol. De momento se guarda así.
Hay que mezclar la mantequilla blanda (recordad que debe parecer una pomada) junto al azúcar. Con las varillas se va batiendo hasta que adquiera un aspecto blanquecino y casi doble su volumen. Se le añade el extracto de vainilla sin parar de batir y cuando se haya integrado, hay que ir agregando los huevos de uno en uno. Siempre es recomendable romperlos a parte, para que no nos encontremos sorpresas después.
Es hora de ir añadiendo poco a poco la mezcla que teníamos reservada de harina. Hay que ir alternándola con 120 ml de la leche; así que se pone harina, se bate, leche, se bate….. Aquí es donde me he dado yo cuenta del volumen de masa! Casi no cabía en el bol de mi batidora. Pero al final si que ha cabido, jejeje.
Debe quedar una masa fina y densa, pero no tanto como una masa de cookies. Hay que dividir la masa en dos partes iguales. Y disolvemos el cacao con el resto de la leche. ¿sabéis que se hace ahora, verdad? Exacto! Una de las partes de la masa se va a mezclar con el cacao disuelto.
Para conseguir el efecto marmolado, hay que ir combinando las masas en el molde para hornear, alternando cucharadas de una y de otra. Y si quisiéramos un efecto cebra, solo bastaría hacer zic-zac con un palillo largo por toda la masa, una vez esté en el molde.
Con el horno precalentado a 180°C, calor arriba y abajo, hay que hornear a media altura durante 50-60 minutos. Hay que tener en cuenta que el grosor de la masa influye, y con éste tipo de moldes es lo que toca. También os digo que si no tenéis uno, siempre podéis usar el que tengáis en casa, pero tendréis que ajustar el tiempo. Mi molde es de silicona, y la verdad es que siempre trabajo con moldes rígidos, así que tengo mis dudas aún.
Cuando véais que está totalmente hecho, dejadlo enfriar. Para decorar un poco, basta con espolvorearlo con azúcar glas, o como he hecho yo…. darle un baño de chocolate de cobertura. Ya que me salto la “dieta”, lo hago bien .
Al final no ha quedado mal, no? Ya estoy babeando a la espera de catarlo en la merienda.
Recordad en darle un toque dulce a vuestras vidas, aunque estéis a dieta (que por un día no pasa nada!) Hasta la próxima golos@s!
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