Ingredientes (2-3 personas)
12 placas de canelones
2 latas de atún natural
200 grs de espinacas frescas
1 cebolleta pequeña
Un puñado de pasas (opcional)
Tomate frito
Queso para gratinar
Para la bechamel
1/2 litro de leche
30 grs de mantequilla (o aceite de oliva)
30 grs de harina
Nuez moscada y sal
Duración: 30 minutos
Un básico de todos los paladares. Aquí me entrometo en una versión más ligera (lo justo) dedicada a todos aquellos que consideren los canelones congelados una virtud del ser humano. Lo casero sabe mejor, no descubro nada, pero es que en este caso la diferencia es descomunal. Lo digo ahora, claro, si llamasen a declarar a mi soltería podría testificar que el microondas (no hace mucho) fue un amigo, un servidor, un esclavo, un siervo...
Nos ponemos. Se cogen las placas de pasta y se preparan según recomiende el fabricante (en mi caso estaban precocidas y bastaba con meterlas 20 minutos en agua caliente). Secamos bien.
Se cuecen las espinacas unos minutos. Se escurren bien y se reservan.
Y nos metemos con la bechamel, que es claramente lo más costoso y lo que más muñeca va a requerir. Es bastante fácil (la de las croquetas ya es otra vaina) pero requiere paciencia. Vamos calentando la leche en una cazo. En una sartén se echa la mantequilla y esperamos a que se derrita. Incorporamos la harina y removemos bien para que se haga y no sepa a cruda (ojo con quemarla, que la tenemos) Se incorpora la leche caliente y apartamos del fuego. Removemos, removemos, removemos, removemos... hasta que no haya grumos. La ponemos de vuelta en el fuego y cocemos a fuego medio durante 10-15 minutos. Le echamos una pizca de sal y nuez moscada. Y lista.
Seguimos con el tajo. Se trocea muy fina la cebolleta y se sofríe con un chorrito de aceite. Desmigamos el atún de lata y lo incorporamos junto con las espinacas (y las pasas, si habéis usado) Sofreímos unos minutos y toca montar el mecano.
Vamos precalentando el horno a 180º. Ponemos las placas de canelones en una superficie de mármol o ponéis un poco de papel de horno sobre la encimera y vamos colocando el relleno y cerrando. Untamos una bandeja de horno con el tomate frito (que cubra solamente) y colocamos los canelones. Vertemos la bechamel por encima y espolvoreamos queso rallado. Se mete al horno y lo dejamos hasta que el queso quede bien gratinado (hay que ir vigilando y al gusto de cada paladar). ¡Cena lista!
Película ideal para degustar este plato: "LADRI DI BICICLETTE" de Vitorio de Sica (1948)
¿Por qué? Primero, porque uno de los platos más genuinamente italianos tiene que estar asemejado a uno de los más impresionantes ejemplos de cine italiano. "El ladrón de bicicletas" es casi seguro la mejor pieza del país vecino (o de las tres mejores, para no herir sensbililità) Nuestra receta es una receta de clase obrera, sufriente y mísera en plena post-guerra (con ingredientes asequibles, baratos, de esos que podías encontrar en el mercado de Porta Portese en los duros 50), justo donde se ubica la historia de ese pobre y voluntarioso Antonio Ricci, que combate el paro sobre una bicicleta que no tardan en robarle. Su búsqueda desesperada por el preciado objeto oculto en la maraña de los bajos fondos de Roma (como lo es la nuestra del codiciado relleno en la espesura de la bechamel y la pasta) es una lucha sin cuartel por recuperar su identidad, su orgullo, su dignidad y su imagen de padre ejemplar. Una imagen que De Sica se niega en otorgar, pues el neorrealismo supone la devastación humana. La bicicleta y nuestro plato se erigen así como un símbolo, una metáfora, porque no importa lo que pierdas, sino lo que encuentres en el camino. Más neorrealismo no se puede pedir sobre la mesa...