Afortunadamente, ocurre al igual que en el bricolaje o en el iPhone, hay una herramienta para todo. El problema es que normalmente hay alguien que tiene que decirte que existe una cosa que se llama destornillador y que los dientes no son una buena idea. Dejadnos ser vuestros cuñados por un día, y permitidnos enseñaros un curioso artilugio que convertirá una tarta casera en una sexy y espectacular tarta ¡Wow!
Si el encaje funciona en las bragas, en medias sexys y en el tapete para arropar el televisor, cómo no va a hacerlo en una tarta de vuestra creación y recién salida de las profundidades de vuestras entrañas. Y sí, este artilugio: un molde de silicona para elaborar encajes, puntillas y otras formas románticas, añadirá un toque de espectacularidad a vuestros postres que jamás imaginaríais.
LA GLASA ELÁSTICA EXISTE
Obviamente, y en nuestro caso, si pretendemos rodear nuestra pastelosa creación con un encaje comestible, éste debe ser flexible, por lo que el chocolate acaba de descartarse como opción. Por suerte existe otro ingrediente secreto: la glasa elástica. Y no, hasta hace poco nosotros tampoco sabíamos que existía hasta que tratamos de buscar «Mr. Fantástico en lencería» en Google.
Existen preparados de glasa elástica que se elaboran con un poquito de agua y que en nuestro caso teñimos de un bonito marrón con un poco de colorante en gel para obtener una decoración de azúcar maleable y flexible. Si os fijáis en la textura y el color, parece chocolate pero es totalmente mentira. Somos unos falsos, os saludaremos con abrazos por la calle pero luego os criticaremos y despellejaremos sin compasión. Ojo con añadir colorante líquido, podríais alterar la viscosidad y proporciones recomendadas por el fabricante en la caja, pero se puede compensar el exceso de fluidez añadiendo un poco más de polvo del preparado.
Igualmente pueden añadirse un par de gotas de esencia de vainilla, ya que el sabor de este tipo de glasa es más bien soso y aburrido. Si a esto le unimos una textura "gomosa", tened por seguro que nuestra decoración acabará en el cielo donde termina el fondant: apartado en el borde del plato. Un pequeño precio a pagar por maquillar nuestros postres con la escopeta de Homer.
La aplicación es sencilla: se vierte un poco sobre el molde y se extiende con cuidado con una paleta tratando de dejar bien llenas y sin burbujas o huecos cada una de las formas embebidas en el molde de silicona. Finalizad pasando una espátula a ras para eliminar el exceso y volver a rellenar los huecos que hubieran podido quedar. Insistid en esto y comprobadlo una y otra vez o al desmoldar nuestro encaje podría partirse por las zonas más débiles. No os quejéis, miles de escayolistas hacen esto a diario.
Antes de desmoldarlo, tendréis que esperar unas cuantas horas hasta que la glasa esté bien seca. Nosotros esperamos al menos 8 horas y aún así tuvimos que hornearlo suavemente porque todavía seguía húmedo y se rompía al comenzar a desmoldar. Nos ocurrió un par de veces. Gritamos mucho pero los ansiolíticos nos ayudaron a abandonar la esquina en la que nos balanceábamos. Para extraerlo doblad ligeramente el molde e id despegando el encaje poco a poco y despacio hasta que tengáis suficiente glasa desmoldada como para poder ayudaros con una espátula y una superficie lisa. Aunque esto os permita trabajar un poco más rápido, no os confiéis. Paciencia.
Ahora sólo resta ubicar nuestros encaje con un poco de gracia y salero alrededor de nuestra tarta cubierta por chocolate, buttercream o cualquier baño viscoso que permita pegarlo y ¡et voilá! acabáis de convertir una tartucha casera en una espectacular, llamativa y sexy tarta de categoría que levantará ohhhhhs!! y aaaaaahhs allá por donde se deje ver.
Tratad de pasear con una de estas en una tartera transparente y veréis como la violan con la mirada.