Si a la cantidad de comida extra que se le proporciona al cuerpo, añadimos que, generalmente, está cocinada de forma distinta (con alimentos y condimentos más fuertes de lo que se está acostumbrado), se obtiene como resultado que muchos padezcan molestas indigestiones provocadas por estas comilonas. Y es que los excesos navideños acaban haciendo mella. Por ello, es aconsejable que, aunque se coma y beba más de lo habitual siempre se haga conscientemente y sabiendo lo que el organismo puede aguantar.
Qué es la indigestión
También conocida como dispepsia, la indigestión es un trastorno transitorio que se produce de forma repentina durante el proceso de digestión y que puede estar causada por diferentes factores. No conviene confundirla con una enfermedad, ya que es una dolencia puntual que no presenta excesiva gravedad por sí misma. No obstante, la indigestión se puede padecer de forma crónica, en cuyo caso puede presentar mayores complicaciones. La causa directa se encuentra en la sobreproducción de ácidos potentes y enzimas que facilitan la realización del proceso de digestión. Esta producción excesiva suele dar lugar a una lesión en las membranas mucosas que recubren el estómago.Por otro lado, hay que señalar que existen personas con tendencia a padecer esta irritación, ya sea por la ingestión de alimentos que no les hacen bien, por el consumo de ciertos líquidos o por el uso de ciertos medicamentos. Además, es importante saber que el estrés es un factor decisivo para provocar este trastorno y, por ello, las preocupaciones aumentan la posibilidad de que se presente, mientras que la desaparición de la ansiedad dará lugar a una mejor realización de las digestiones.
Sin embargo, se puede sostener que el principal factor desencadenante de una indigestión es el hecho de consumir abundantes alimentos difíciles de digerir, es decir, grasas, las toxinas que contienen los alimentos y determinados minerales. Si a ello, se le suma la ingestión de alcohol en cantidades superiores a las debidas, que se suele producir en Navidad, tendrá lugar una combinación en el estómago que sólo prodrá provocar malestar.
Los excesos de Navidad
Los menús navideños son, cuanto menos, abundantes. Y es que lo habitual es comenzar la comida con entrantes o aperitivos para abrir boca, mientras que seguidamente no se puede negar al cuerpo el lujo del segundo plato, normalmente compuesto por carne y que, además, se suele acompañar de patatas, verduras, ensalada y un suculento vino. Pero aquí no termina el banquete, sino que hay que añadirle los postres de estas Fiestas, que se caracterizan por su esquisitez. Así, a los turrones, mazapanes y todo tipo de dulces, se suman los licores y las bebidas alcohólicas.El principal problema que presentan estos alimentos es que contienen un alto grado de proteínas, grasas y toxinas que el cuerpo se ve incapaz de asimilar. Esto da lugar a los síntomas más frecuentes de una indigestión que son las naúseas, el dolor de estómago, la hinchazón abdominal, punzadas dolorosas, así como abundantes gases y flatulencia. De este modo, numerosas personas ven todos los años cómo lo que iba a ser un ambiente festivo y alegre, pasa a convertirse en un periodo de malestar desagradable.
Cómo prevenirlo
Aunque la indigestión sea una de las principales dolencias navideñas, lo cierto es que es prácticamente imposible contenerse ante las exquisitas comidas de estas fechas. Evidentemente, a nadie se le va a negar este placer: la mejor forma de prevenir este trastorno consiste en la ingestión controlada de alimentos de este tipo. Esto quiere decir que el secreto se encuentra en no abusar y en ser conscientes de que hay alimentos más dañinos que otros y de parar de comer antes de que el organismo muestre señales de que está saturado. Los expertos recomiendan que, con el fin de hacer esta tarea más fácil, se intente comer de todo, pero en pequeñas cantidades.No obstante, existen recomendaciones que ayudan a prevenir esta dolencia. Así, conviene no irse a la cama al poco tiempo de haber ingerido estos alimentos, ya que la digestión por la noche es más lenta y puede producir acidez. Por este motivo hay que dejar transcurrir un periodo de entre dos o tres horas entre la cena y el momento de acostarse. Igualmente, conviene sustituir el habitual café posterior a la comida por algún tipo de infusión, como la manzanilla, el anís o la menta, que reducen la flatulencia. Finalmente, hay que apuntar la necesidad de hacer un almuerzo ligero si se sabe que por la noche se va a cometer algún exceso. Además, es conveniente conocer el efecto perjudicial del licor en el proceso de digestión, por lo que no se debe abusar de él, si no se desea aumentar el riesgo de padecer algún trastorno estomacal.
Tratamiento
Aunque lo óptimo es evitar este malestar, si no se ha conseguido, se pueden tomar una serie de medidas con el fin de reducirlo. La indigestión presenta un periodo de malestar de unas 72 horas en las cuales se pueden tomar medicamentos con agentes tensoactivos para eliminar los gases, así como abundantes líquidos que ayuden a eliminar las toxinas. Las infusiones de plantas depurativas tiene un papel importante en este proceso, ya que purifican la sangre y ayudan a la eliminación de las sustancias perjudiciales para el organismo.Además, conviene llevar una alimentación ligera, carente de grasas y condimentos. En el caso de que el trastorno se prolongue demasiado tiempo o se empeore, es necesario consultar al médico con el fin de que determine las causas de esa indigestión, ya que puede estar ocasionada por problemas de índole más grave, como una úlcera o un bloqueo de intestinos.
La resaca, otro malestar navideño
Si comer excesivemente es una costumbre habitual en Navidad, beber demasiado alcohol suele ser su acompañante. Los principales efectos de una intoxicación etílica son la deshidratación, el dolor de cabeza y las naúseas, provocados por la subida de los niveles de acidez en el estómago. Evidentemente, la mejor forma de evitarlo es no consumir este tipo de bebidas. Sin embargo, en estas fiestas es ineludible al menos brindar por el Año Nuevo, así que la mejor medida de prevención sigue siendo el consumo moderado evitando, además, las bebidas de elevada graduación alcohólica, que son las más perjudiciales. Asimismo, es recomendable no pasarse con los licores o los brandys, además de beber siempre con el estómago lleno.En el caso de que se haya bebido demasiado, a la mañana siguiente se recomienda ingerir una infusión mentolada, ya que la menta reduce la contracción muscular y tiene efectos beneficiosos en el estómago. Por otro lado, se puede tomar una vaso de leche con una cucharadita de bicarbonato o, si se prefiere, zumo de frutas, como de pomelo o manzana que aportan vitaminas A y C que se habrán perdido con la sudoración y la orina. Por último, hay que señalar la importancia del agua en estos casos, ya que ayuda a recuperar los minerales y oligoelementos perdidos. Si es posible, es muy beneficioso beber varios vasos antes de acostarse, para que al día siguiente la recuperación no sea tan costosa.