Es época de membrillo y por tanto de hacer otra compota que os presento hoy. A diferencia de la carne de membrillo, la textura de la compota es más blandita y fácil de untar. Puede que os resulta más sencilla pues al no quedar tan firme como la carne de membrillo hay que emplear menos tiempo.
Ideal para combinarla con pan, queso, yogures y ¡lo que más os guste! No os perdáis estos sencillos pasos que son muy fáciles.
Pelamos,descorazonamos y troceamos los membrillos. Para que no se oxiden los ponemos en agua con el jugo de un limón.
En una olla incorporamos los membrillos con un poco de agua (2-3 vasos de agua aprox.) junto con la canela en rama y clavos. Por cada kilo de membrillo ya limpios echamos 750 g de azúcar.
A fuego medio-bajo removemos con una cuchara de palo durante hora y media. Poco a poco veréis que se van deshaciendo y el color se torna oscuro rojizo. Si veis que está bastante líquido, retirad el jugo pero ¡no lo tiréis!, reservadlo para calar un bizcocho.
Retiramos la canela en rama y los clavos si los veis. Batimos ligeramente y dejamos reducir un poco más. Retiramos y guardamos en recipientes. Opcionalmente, agregamos las nueces, dándole así un puto crujiente.
Si queréis conservar bastante el membrillo os aconsejo que lo tengáis en el frigorífico.
¿Y si lo que quiero hacer es carne de membrillo?
Si queremos obtener una carne de membrillo tenemos que seguir reduciendo otra hora más por lo menos y comprobar que la cuchara de palo que colocamos en medio de la olla no se mueve.
¿Cómo evitar que nos ensucie tanto la encimera?
Yo aconsejo usar papeles de propaganda si tenéis vitrocerámica y aluminio si es tradicional de fuego pues salpica bastante y una vez seco se forma un melote que es un engorro limpiar. También podéis poner en la pared. ¡Todo sea por ensuciar y limpiar menos!
Si tenéis alguna sugerencia o duda escribidme aquí abajo.
Os espero en Facebook y en mi blog Con Arte y Paciencia