Lo primero que hay que tener en cuenta es la hora del evento, el número de invitados, si es formal y nuestro presupuesto. Normalmente, las comuniones son de mañana-mediodía, el número de invitado es más reducido, es mucho más familiar que una boda y el presupuesto se puede amoldar a diversas opciones de servicio, como ir a comer a una venta y que cada uno se pague lo suyo; en las bodas, pueden ser de mañana-mediodía o de tarde-noche y es un acontecimiento más social que familiar, lo que crea más compromiso.
Si optamos por que sea informal, podemos hacer lo que queramos. Pero si queremos que la celebración sea formal es importantísimo acordar el servicio con un profesional, al igual que las fotografías, el maquillaje, peluquería, entretenimiento, etc., que nos facilicite un menú de prueba o de degustación, remarcando que queremos exactamente la misma cantidad y la presentación de los platos elegidos que nos han servido en la prueba para el evento.
Normalmente, si un invitado tiene una alergia u otras pautas alimentarias (vegetarianos, medicación, religión, etc.) debería comunicárnoslo con antelación para tener previsto este punto, pero nunca está de más que nosotros lo preguntemos previamente. Si son los anfitriones los que tienen una alergia (por ejemplo, ser celiaco) deberemos sopesar si el menú debe amoldarse a nosotros o a los invitados, es decir, o elegimos un menú sin gluten para todos o si elegimos un menú para todos y para nosotros solicitamos un menú individual para celiacos. Sobre este particular, hace años asistí a una boda donde la novia era alérgica a los mariscos y decidió servir un menú sin mariscos de entrante; la cena fue fantástica y los comentarios muy positivos... Pero finalizaban con ese "¡qué pena que no hubiese marisco!"
Las cantidades son importantes y también debemos valorar si queremos atiborrar a los invitados con demasiados y abundantes platos de andar por casa, o bien seleccionar un entrante, un principal y un postre de tamaño equilibrado, exquisitos y excelentes. Ojo con los aperitivos: su misión es entretener el apetito, no quitarlo.
Sobre el tema de los menús infantiles, soy de la opinión de que los niños tienen que comer lo mismo que los demás pero adecuado a su edad en cantidad y sazonados. Hay muchos establecimientos que ofrecen el mismo menú del evento para niños por el 50% de su precio, pero todos sabemos que la cruda realidad es que el menú infantil, que es carísimo para lo que lleva, consiste en pasta o pizza y fritos con lo que fomentamos una alimentación nada equilibrada ni saludable, el no educarles el paladar y la tiranía infantil de que comerán solo lo que a ellos les gusta. Evidentemente, si el niño ya está mal acostumbrado, no vamos a liarla el día de su comunión de dentro de 15 días poniéndole un timbal de verduras de primero, pero ahí queda el mensaje.
Para los eventos de mañana-mediodía, ya sean comuniones o bodas, existen opciones como el brunch, el aperitivo, un vino español o un buffet, por ejemplo; para las comuniones podemos reservar su celebración para más tarde con una merienda infantil. Aunque ya sabemos que todo el mundo espera el clásico servicio de aperitivo y menú, sobre todo en una boda.
En cualquiera de los casos, no lo dejéis para última hora.