Los domingos que nos quedamos en casa, hay que hacer comida "especial". Mis "machos", como dice ahora Gorka, tiran siempre para la fideuà o la paella. Pero una se cansa de hacer siempre lo mismo! Así que cada finde que se que no vamos a ir a comer a casa de unos padres u otros, tengo que estar pensando que cocino. Tampoco es que quiera liarme sobremanera, así que tiene que ser algo rápido (por si vamos a dar una vuelta o al mercadillo), que ensucie poco (para poder tumbarme rápidamente en el sofá después del jaroteo) y que nos guste a los tres. Un asado? Mmmmm, yo no soy de asados, pero lo de usar el horno me convence... Lo tengo!!! Unas costillas de cerdo, con unas patatitas debajo! Rápido, sencillo, mancha poco, y Gorka disfruta de lo lindo comiéndoselas con las manos, si es que tenía que haber nacido en la Edad Media!!!!!
Ingredientes:
Un par de costillas de cerdo por comensal
Patatas
1 cebolla
2 ajos
Perejil
Vino blanco
Manteca de cerdo
Agua, aceite, sal y pimienta para quien guste
Preparación:
Pelamos las patatas y las cortamos a rodajitas muy, muy finas, más o menos, como las de la tortilla de patatas.
Cortamos la cebolla en juliana.
Untamos de manteca de cerdo el fondo de la bandeja que vayamos a usar para meter al horno. Echamos las patatas y la cebolla encima, salpimentamos y añadimos un buen chorro de vino blanco. Lo metemos al horno a 180º.
Cuando lleven como unos 15-20 minutos, ponemos la carne salpimentada encima de las patatas, y por encima, vertemos un preparado de ajo, aceite y perejil. Aprovechamos para mirar si se ha consumido el vino, o si queda poca cantidad, en ese caso, podemos agregar un poco de agua.
Lo dejamos en el horno hasta que la carne esté hecha, siempre comprobando que no se queda seco del todo.
Notas:
Reconozco que a mi no se me queda seco nunca. Me gusta ligeramente caldosito, y así me aseguro de que la cebolla no se quema.