Mi abuelo las cocía con un poco de anís para que no resultasen tan indigestas y me sabían tan ricas cuando era pequeña. Es de esos recuerdos gastronómicos idealizados, porque nunca me han vuelto a saber tan buenas unas castañas.
La verdad, si no fuera por el reto semanal cocinillas que tenemos entre unos cuantos, tampoco las hubiera comprado. Y porque las encontré de oferta, que si no, habría comprado bastantes menos; el caso es que ya que tenía unas cuantas había que hacer una preparación que me cundiera, que fuera a dar un buen resultado.
Pensé en hacer marrons glacés, que me encantan. Cuando leí la receta, comprendí porqué son tan caras: 4 días de preparación hirviendo las castañas apenas cinco minutos, ya cocidas y peladas, en un almibar en que después reposarían todo un día hasta la cocción del día siguiente. Recuerdo haber visto un documental en el que una fábrica mostraba todo el proceso, absolutamente manual para evitar que tan delicado fruto se echase a perder en los sucesivos pasos. ¿La verdad? me apetecía muchísimo hacerlas, pero no iba a ser esta vez, no tenía días suficientes para presentarlas al reto; sin embargo había un epígrafe en la receta de los marrons que me convenció: si no te salen, siempre puedes hacer crema de castañas. Mira, tiene un sabor similar y no se lleva tanto trabajo (aquí es cuando la Thermomix me miró con ojos golositos).
La crema de castañas la he probado de marcas comerciales y está muy buena, pero cuando la pruebes en casa sé que te van a tener que quitar la cucharilla de la mano. Es muy versátil, porque al ser tan dulce y untuosa acompaña muy bien a unas tortitas, a una tostada o como relleno para una tarta otoñal a muerte. Por supuesto, con las carnes de caza también casa estupendamente.
Conserva muy bien el gusto a castañas, y además permite aromatizarla con canela o vainilla (cosa que se me olvidó, por cierto).
La receta la saqué de www.hogarutil.com, adaptada a la cantidad de castañas que compré. Así me salió un bote de medio kilo aproximadamente, suficiente para la receta que tenía en mente y para hacer una tarta la próxima vez que se me crucen los cables.
Ingredientes:
- 500 g de castañas (con su piel y todo)
- 1 vaina de vainilla, o una ramita de canela (también puedes hacer un hato con una gasa limpia relleno de anís o clavo)
- medio vaso de agua
- 325 g de azúcar
Primero, desecha cualquier castaña que tenga agujeritos, porque tiene habitante. Realiza un corte en la cáscara para facilitar su pelado posterior.
Cuécelas en abundante agua 20 minutos aproximadamente, y deja que enfríen antes de pelarlas, quitando tanto la cáscara como la pielecilla que recubre la castaña. Si tienes que romperla para ello, tanto da, ya que después se va a triturar.
< Con Thermomix >
Prepara un almíbar denso con el agua, el azúcar y las especias con las que vayas a aromatizar la crema. Para ello, cuece 6 minutos a velocidad 2 (girando en sentido contrario al corte para que no se trituren las especias) en posición Varoma.
Incorpora las castañas y tritura durante 30 segundos a velocidad 3-5-7, de forma progresiva, hasta obtener una pasta uniforme. Siempre la puedes triturar más si no te convence.
Cuece durante 20 minutos en temperatura Varoma a velocidad 2, hasta que veas que la crema espesa y oscurece.
< Modo tradicional >
Prepara en una cacerola un almíbar denso con el agua, el azúcar y lo que quieras usar para aromatizar la crema. A fuego fuerte durante 3 minutos bastará.
Tritura las castañas con un chafapatatas o un pasapurés hasta obtener una pasta fina. Retira las especias del almíbar y añade las castañas trituradas, removiendo constantemente. Cuece a fuego lento sin dejar de remover hasta que oscurezca y densifique.
La "prueba del algodón" para saber si está lista es llenar una cuchara con la crema y ponerla boca abajo: si no se mueve, a embotar.
Esteriliza los botes a usar y rellena hasta dejar el espacio de un dedo de ancho con respecto a la boca del bote. Como es una crema muy densa, te recomiendo que remuevas y agites sobre la mesa el bote que estés rellenando, con el fin de hacer subir a la superficie cualquier burbuja de aire.
Si lo haces en caliente, con poner el bote boca abajo será suficiente para que se cree vacío. Guarda los botes en un lugar fresco y seco, si es que no te da por meter el dedo en cuanto tengas oportunidad.