Pero considero que pasar de 100 a cero de la noche a la mañana, tanta dieta detox y depurativa, aparte de contribuir a que la cuesta de enero te ponga de más mala leche todavía, sólo sirve para que el cuerpo te diga "uy, escasez de energía, entramos en época de hambruna" y en lugar de adelgazar, empiece a guardarse cosas por si el periodo de vacas flacas durase mucho. Lo de "compensar", sin ser nutricionista ni creérmelo (Dios me libre) es la manera de acallar conciencias, nada más.
Por eso considero que una pequeña transición a la comida sana puede hacerse sin que tus nervios ni tus vaqueros se resientan, y aprovechando el reto mensual de Pilar, traigo una receta que desde que volví de Bélgica tenía ganas de probar y por supuesto, tunear.
De Bélgica me traje unos libritos de cocina muy chulos y en perfecto francés, que aunque no lo domine, algo me apaño con él. Bélgica es una de las capitales de cómic europeo, así que no podía ser menos que estos libros estuvieran inspirados en uno de mis tebeos favoritos de la infancia: Astérix.
Lo único, que para que el reto de Pilar no estuviera fusilando la receta de un libro, decidí volverla un poco más "a nuestro modo": que si la receta original lleva jamón York y queso Emmental, yo pongo jamón serrano y queso manchego y listo. Anda que me he calentado mucho la cabeza...
Como se supone que es una receta de transición a comer sanote, puedes pasar de la mantequilla que lleva la bechamel, sustituyéndola por aceite de oliva. Ahora, yo no la quitaría al rehogar las endivias porque, aparte de ser muy poquita, el resultado no sería el mismo. También puedes reducir la cantidad de queso, que yo soy una bruta y como me encanta pongo una barbaridad; sustituyéndolo por un queso semicurado también te quedará muy bien y quitas grasa a la receta.
Lo que sorprende es lo rápido que se prepara, en media hora si te coordinas bien puedes tener un plato único solucionado y sin mucho jaleo cacharrístico.
Si te animas, esta es la receta para dos personas:
- 4 o 5 endivias (en mi barqueta venían cinco, pues nada, no la iba a dejar viuda)
- 4 o 5 lonchas de jamón curado (vamos, tantas lonchas como endivias)
- 40g de mantequilla, o 20g y una cucharada de aceite para la bechamel
- Una cucharada sopera de harina
- 300ml de leche
- Un chorrete de vino blanco (opcional)
- 75g de queso manchego rallado
- sal, pimienta y nuez moscada
- Agua para la cocción
Empieza lavando y eliminando las primeras hojas de las endivias, que suelen ser un poco más correosas. Con una puntilla, elimina el corazón para no cargar el plato con demasiado amargor: vale que las endivias son amargas, pero tampoco hay que pasarse.
A continuación, en una cacerola donde puedas extenderlas bien, derrite la mantequilla y deja que se doren a fuego lento, salpimentadas. Verás que empiezan a ponerse transparentes y cogen un color muy bonito.
Añade agua hasta cubrirlas y cuece a fuego lento unos 15 minutos, después deja que suelten todo el agua en papel de cocina.
Mientras las endivias se cuecen, puedes ir preparando la bechamel en otra cacerola, derritiendo la mantequilla y tostando la harina en ella. Con unas varillas para evitar grumos, remueve mientras añades la leche y el vino blanco; yo suelo apartarlo del fuego en este proceso, a mí me salen menos grumos así...
Salpimenta y añade una pizca de nuez moscada, es una de las señas de identidad de este plato. Deja que espese a fuego lento, removiendo de vez en cuando; si se quedase muy espesa puedes incorporar un poco del agua de cocción de las endivias.
Cuando ya está la bechamel cocida, se envuelven las endivias en lonchas de jamón y se colocan en una fuente apta para horno. Napa las endivias y espolvorea con el queso a discreción.
Fotografía de quesamen sin otro motivo que el de provocar
Gratina en el horno unos 10 minutos a 200ºC o hasta que esté a tu gusto, y disfrútalo con una cerveza si te sientes invadido por el espíritu belga de la receta.