En mi casa de niña se comía dulce caseros y otros preparados en conserva que se hacían en familia y en lo que yo estaba entreverada siempre.
Les conté además que a mi abuelo le gustaba preparar muchas cosas caseras, entre ellas el dulce de higos.
Mmmmmm que delicia, teníamos una higuera al fondo de casa, esta era además de la que nos proporcionaba los frutos, mi lugar preferido de juegos por mucho tiempo.
El árbol en mi imaginación de niña se convertía en casa, castillo, lugar de lectura predilecto, mi imaginación volaba sentada en sus ramas.
Las tardes de verano eran fantásticas, mi abuelo recogía los higos maduros y los ponía en la heladera, entonces después de la siesta, él mi abuela y yo comíamos de merienda aquellos frescos higos.
Pero daba tanto fruto que mis abuelos hacían dulce, bueno como dije antes el experto era abuelo.
Después de lavar bien la fruta la pesaba y ponía 1 kilo de azúcar por kilo de higos.
Bueno prepárense porque va a demorar en estar listo.
La preparación no es nada más que eso poner los higos y el azúcar en una olla y al fuego suave.
Algunas personas cortan los higos a la mitad o en cuatro, pero él los hacía enteros y a mí me gustan así porque quedan armaditos, cuando los cortamos quedan muy desecho pero a algunos les gusta más así para usar en pasteles u otros usos.
Demora en estar listo porque lleva mucha cocción, que según el abuelo es mejor hervir y apagar el fuego, a la hora hervir otra vez y cortar otra vez el dulce queda más entero y el almíbar de la fruta brilla más, además corremos menos riesgo de que se queme. Aunque hay que ir devolviendo suavemente con cuchara de madera.
Si el fuego en el que cocinamos no es lo suficientemente suave colocar debajo de la olla una chapa para cubrir el fondo y así cuidamos más que no se pegue.
Lo ideal es tener preparado bollones con tapa para envasar caliente tapar y dejar enfriar, así dura más.