El hecho de disfrazarse, pintarse la cara y festejarlo no es una costumbre actual sino que, curiosamente, se remonta a tiempos antiguos, existiendo incluso algunas evidencias de estos festejos en el pueblo sumerio hace más de 5.000 años.
Pero tal y como lo conocemos hoy en día, es posible que el carnaval sea una continuidad de los antiguos Saturnales, las festividades romanas que se celebraban en honor al Dios Saturno. Y, a raíz de la expansión del cristianismo esta fiesta fue tomando un gran auge, adquiriendo así el nombre de "carnaval". De hecho, la etimología y origen de la palabra carnaval nos indica que proviene del término italiano ?carnevale? y éste a su vez del latín ?carnem levare? es decir "quitar la carne"
Esta despedida a la carne se realizaba los días previos al Miércoles de ceniza, fecha en la que se daba comienzo a la cuaresma; un periodo de cuarenta días (hasta el Domingo de resurrección) que se destinaba a la abstinencia, recogimiento y el ayuno, acompañado de oraciones, penitencia y espiritualidad religiosa.
En un principio se trataba de tres días de celebración a lo grande, en lo que casi todo estaba permitido; de ahí uno de los motivos de ir disfrazado, taparse el rostro y salvaguardar el anonimato. Hoy en día, esta celebración se ha alargado una semana, comenzando en la mayoría de lugares el "Jueves Lardero"
Pero, sin irnos tan lejos, en Galicia, el "entroido" o carnaval, es una de las fiestas más importantes del año y, como no podía ser de otra manera, contamos con una infinidad de dulces típicos para celebrarlo.
Nos podemos encontrar con las famosas "orellas", los "frixuelos" o las "flores de carnaval" pero, sin duda, las favoritas en mi casa son las rosquillas de anís.
En cuanto a la receta, es normal que varíe según la zona pero, la que hoy os propongo, es la que llevamos elaborando en casa generación tras generación.
Ingredientes:
Para cada huevo:
3 cucharadas de aceite de girasol
3 cucharadas de azúcar
3 cucharadas de leche
1/2 paquete de levadura royal
Ralladura de limón
Anís al gusto
Harina: la que necesitemos (200 gr. aproximadamente)
Elaboración:
En primer lugar, añadimos todos los ingredientes en un bol (salvo la harina y la levadura) y los mezclamos. A continuación, tamizamos la harina con la levadura y la añadimos poco a poco. Debe quedar una masa homogénea y maleable pero ligeramente blanda (de hecho, se nos "escurrirá" de las manos al formar las rosquillas)
Cuando tengamos la textura deseada, haremos unas bolitas no muy grandes y formaremos un agujero en el centro, dando forma de "roquilla" (yo prefiero hacerlo así porque, si hacemos una tira y luego la unimos por los extremos, al freirlas, corremos el riesgo de que se "abran")
Seguidamente, calentamos aceite en una sartén (lo sufiente para que cubra las rosquillas) y las freímos hasta que se doren.
Las dejamos enfriar sobre papel absorbente para quitar el exceso de aceite y, finalmente, les añadiremos un poco de azúcar glas por encima.
Espero que os guste mi receta de hoy
y ¡Feliz carnaval!
Fuente: este post proviene de Punto de nieve, donde puedes consultar el contenido original.
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