Llega el otoño y estoy deseando que mi padre traiga las que se hayan criado en su huerta, aunque he de reconocer que los últimos veranos no han sido especialmente propicios para nuestras calabazas.
Mi único consuelo es que cuando hay las aso y las congelo en bolsitas, con distintos pesos, de las que voy tirando cuando se me antoja preparar algo.
Siempre que os traigo un postre con calabaza os cuento que si no fuera por el blog probablemente no la hubiera probado nunca. Y hoy me repito porque es cierto.
La calabaza se ha convertido en uno de los ingredientes más versátiles que utilizo en repostería y lo mismo queda bien en unos muffins, que en unas galletas o un panettone, pero la he usado menos veces en elaboraciones que no requieran horneado como el flan que os traigo hoy y el resultado no defrauda para nada.
Dentro de lo que cabe el postre de hoy es casi saludable. Y digo casi porque tiene azúcar, aunque no sea en mucha cantidad y caramelo para el molde, pero lo imprescindible, porque no soy amiga de desmoldar y que caigan litros (exagerada de mí) de caramelo que acaba por encubrir y enmascarar el sabor del postre.
De hecho a mí de pequeña no me gustaban los flanes. Esa costra oscura y amarga de caramelo que los coronaba me horrorizaba y sin embargo ahora aprecio el toque, siempre que sea sutil, que le da a los postres.
Y conste que no estoy mirando deliberadamente por nuestro peso y figura de cara a las navidades que se acercan a pasos de gigante, pero con los membrillos de la pasada semana y el flan de calabaza de esta bien podemos hacer una operación pre Navidad sin renunciar al postre.
Aunque bien pensado las navidades de 2020 no van a ser como las precedentes. Con la incertidumbre de si podremos o no reunirnos con nuestra familia lo que está claro es que el panorama no está para cenas de empresa ni de amigos y tampoco para cenas o comidas sentando a la mesa a la familia, cada una de su rincón del país o del mundo.
Pero no son más que elucubraciones mías sumadas a la certeza de que decidan lo que decidan nadie va a estar contento. Lo que está más o menos claro es que este año seremos presas de menos atracones pero eso no quita que esté de más cuidarse con postres saludables elaborados además con productos de temporada.
Y si ya de por sí suena bien si os digo que si tenéis la calabaza asada en menos de 20 minutos lo tendréis listo con la ayuda de vuestro robot de cocina (Monsieur Cuisine o Themomix) aunque tampoco tardaréis mucho más si lo hacéis de manera tradicional.
Más adelante os dejo el paso a paso de ambas elaboraciones.
El resultado es un flan de lo más cremoso, con un magnífico sabor a calabaza, canela y caramelo que invita a repetir postre y disfrutar de los frutos de otoño que tanto juego dan en repostería y en cocina en general.
Espero que os animéis con el postre. No tiene complicación alguna y está delicioso. ¿Compartimos un trozo?
Ingredientes:
* 600 gramos de calabaza asada
* 500 ml de leche semidesnatada
* 80 gramos de azúcar
* 2 sobres de cuajada
* Una cucharada de caramelo
* Una cucharadita de canela
* Caramelo líquido para el molde
Elaboración:
1. Ponemos los ingredientes en el vaso y programamos 10 segundos velocidad 8
2. A continuciaón programamos diez minutos, velocidad 3, 100 grados
3. Mientras caramelizamos el molde que vayamos a utilizar y cuando el robot termine vertemos la mezcla en el molde, esperamos a que se temple, cubrimos con film transparente y dejamos cuajar dentro del frigorífico.
Elaboración tradicional:
1. Reservamos 250 ml de leche y deshacemos en ella los sobres de preparado para cuajada.
2. El resto de ingredientes los batimos con la batidora hasta obtener una mezcla uniforme.
3. Vertemos en una cazuela y llevamos al fuego. Removemos de vez en cuando y cuando esté a punto de romper a hervir añadimos la leche con la cuajada disuelta.
4. Mantenemos al fuego removiendo hasta que de nuevo esté para romper a hervir.
Continuamos como en el paso 3 de la elaboración con robot de cocina.
Un postre rápido, fácil, que se puede preparar con antelación y muy rico si eres fan de la calabaza, el caramelo y la canela.
¿Verdad que no se puede pedir más?
Esta semana he estado ausente de vuestras cocinas y estoy redactando esta entrada descontando horas antes de publicar.
¿El motivo? Unos padres muy lumbreras que llevan el lunes por la mañana a su retoño al colegio cuando el sábado en urgencias le hacen una PCR.
¿Resultado? Con el niño en el colegio los llaman del centro de salud para indicarles que la prueba de su hijo ha dado positivo.
Y en cuestión de segundos hay que activar protocolo COVID en el centro, salir corriendo a recoger a los niños, por precaución recoger a sus hermanos de los otros centros... y paralizar familias y centros de trabajo porque no queremos entender que en esas circunstancias no se acude al colegio, ni al centro de trabajo, ni se va a comprar al Mercadona...
Que independientemente de que el niño hubiera o no estado en el colegio la prueba y la cuarentena no nos la quita nadie. Ni el susto. Pero a todo esto le sumas la indignación por el mal proceder de los padres y pasada la espera, el miedo y realizadas las pruebas y siendo los compañeros negativos te queda el mal sabor de boca y una sensación de malestar y mal rollo que no sabes cómo quitarte de encima.
No añado nada más. Hoy prefiero no seguir divagando.
Nos leemos la semana próxima ¡Sed felices!
Manos a la masa y ¡bon appétit!