Sucumbí, creo que por no oírlas. Y como dice mi muy querida amiga Tere, probablemente no admitiré que me haya gustado la película hasta que me vea en el lecho de muerte. Sí, las dos somos un pelín exageradas, histriónicas y teatrales. Por algo somos amigas desde el Pleistoceno inferior, claro.
El reparto era inmejorable: Hugh Grant, Liam Neeson, Emma Thompson, Keira Knightley... Sin duda, la banda sonora también me resultó sublime... ¿La peli? Cierto es que moqueé los últimos 45 minutos, de esas interminables dos horas y cuarto, soy una mujer sensible que se mete de lleno en las películas... Pero no está hecha para mí, sin duda.
Es una cuestión de principios. Una peli de amor, para alguien que no cree en el amor. ¿Cóoooomooooo? Que nadie se asuste. Quiero, quiero a raudales, a borbotones, soy de esas personas que quiere siempre y en todo lugar. Soy sumamente expresiva además, a quien quiero bien lo sabe {a quien quiero mal también}, pero el amor romántico este de las pelis me parece... ¿un invento de la coca cola?
Así que, envuelta en un mar de dudas, buscando el modo de representar el amor {o lo que yo entiendo por amor}, recordé esta receta de mi querida Elisa de Especialmente Dulce. Porque para mí el amor es una galleta de cacahuete.
Estoy convencida de que los alimentos, los sentimientos, los recuerdos... están indisolublemente unidos en nuestras vidas; cada cosa que comemos en un momento especial, cocinado por alguien a quien queremos, siempre nos recordará aquel momento o a aquella persona.
Mi novio entonces, mi marido hoy, me compraba galletas de cacahuete en Lidl. Me venía a buscar a la facultad donde yo estudiaba y me traía aquellas galletas de regalo. Me encantaban, no sólo porque eran deliciosas, sino porque me sabían a cariño, a protección, a amor en definitiva. Aún hoy es el día que horneo galletas de cacahuete y siento volar las mariposas del corazón, un montón de años después de aquellos días. Porque el amor, señores y señoras, es desear compartir el camino, caminar juntos, echarse una mano, apoyar al compañero de viaje, a las duras y a las maduras, en la salud y en la enfermedad... Pero como siempre, las penas con pan son menos penas, y con galletas de cacahuete son una sonrisa en los labios.
Quizás Love Actually no sea mi película favorita, pero estoy segura de que las galletas de cacahuete, con receta de Elisa, son amor del bueno, como todo lo que ella cocina.
Galletas de cacahuete
Ingredientes {para 12 unidades}
200 g de cacahuetes tostados y salados.
una pizca de sal.
100 ml de aceite suave.
200 g de harina.
100 g de azúcar
100 ml de Seven Up, Sprite u otra marca similar.
Preparación:
1. Trituramos los cacahuetes sin deshacerlos del todo, es agradable encontrar trocitos en la galleta.
2. En un bol mezclamos el azúcar, el aceite, la sal, la harina y el seven up. Cuando estos ingredientes estén bien incorporados, añadimos los cacahuetes triturados y mezclamos hasta obtener una masa homogénea. Tapamos con papel film y reservamos una media hora en la nevera.
3. Repartimos la masa en bolitas iguales (según del tamaño que queramos las galletas, las mías quedaron grandecitas) y las ponemos sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear.
4. Las metemos en el horno precalentado a 180º unos 10 minutos (dependerá de vuestro horno), hasta que empiecen a dorarse.
5. Las retiramos del horno con cuidado, estarán blanditas y hay que manipularlas con cuidado. Las dejamos enfriar totalmente y las guardamos en una caja de lata para que se conserven mejor.