Este año, ya las había hecho así y cuando me sorprendieron con otra bolsa, tocaba experimentar...
Buscando recetas por la red, vi cómo las hacían fritas, típico en el norte de España. Avisaban de las posibles quemaduras ocasionadas porque saltan, lo que me hizo descartar esa opción. Luego leí que se podían confitar con azúcar y pensé que en aceite, a fuego suave, no saltarían, tenía tantas, que las hice al horno y este ha sido el resultado.
Son igual de picantes que las hechas en vinagre, pero con una textura blanda y para los que no les guste el vinagre, una buena alternativa.
Se pueden disfrutar sólas, acompañando unas patatas, montando un pintxo o lo que nos plazca. Además obtenemos un aceite de guindilla verde, que nos sirve para darle ese sabor a otros platos.
-Guindillas verdes frescas
-Aceite de oliva o de girasol
-sal gorda
Lavamos muy bien las guindillas, retirando las hojas si las tuviera.
Dejamos que se sequen por completo, extendidas sobre un paño.
Las disponemos en una capa sobre las placas de horno.
Las semicubrimos con el aceite e introducimos en el horno a 75ºC durante dos horas, removiendo de vez en cuando. Dejamos enfriar.
*No lo he probado, pero la próxima vez, veré que tal salen en el microondas, poniendo la temperatura más baja.*
Las metemos en botes de cristal y cubrimos con su aceite. El aceite restante lo guardamos también.
En el momento de tomar, tal cual, le añadimos sal gorda.
Las conservamos en la nevera.
*Como para mí son demasiado picantes, próximante las convertiré en mermelada...*
NUTRICIÓN: guindillas para los pulmones, beneficios de la guindilla
+ INFO: Confitar