Se dice que es un pan que preparaban las mujeres irlandesas cuando recibían una visita inesperada en casa y no tenían nada que ofrecerles porque se prepara muy rápido. Tradicionalmente se hacía con bicarbonato (de ahí lo de "soda") que reacciona con el suero de leche y hace que suba en el horno. Esta versión tengo que probarla en otra ocasión, pero la que os traigo hoy está hecha con levadura tipo royal, la que casi todo el mundo, inmerso o no en el mundo de la panadería, tiene en casa.
Se trata, por una parte, de un experimento que quise hacer ya que el otro día me dijo mi tía que había hecho pan y le había salido fatal. Claro, lo había hecho usando levadura royal y sin levado; así, no me extraña, le dije. Y le conté todo el rollo de los levados, la levadura de panadería y blablablá, mientras me miraba un poco perdida.
Pero, ya en casa (yo es que soy así, de reacciones tardías) me acordé de este pan al que hacía tiempo que le tenía ganas y, claro, ya no me quedaron excusas para no hacerlo.
El resultado, tengo que decir que me ha impresionado bastante. Se trata de un pan sabroso, de textura diferente a los panes a los que estamos acostumbrados, quizá más cercano al pan de molde y que ha aguantado bastante bien durante 3 días en la panera.
Tostado por la mañana con un poco de mantequilla, queda espectacular.
Eso sí, puesto que no lleva levados, no desarrolla los aromas como otros panes, así que el toque de miel me parece imprescindible. Eso y, como dice Ibán Yarza -porque la receta, una vez más, es de su libro- usar harinas de buena calidad.
245 gr. de harina integral de trigo
105 gr. de harina panificable (para conseguirla, mezcla 50 gr. de harina de fuerza con 55 gr. de harina de todo uso)
3 cucharaditas de levadura química, tipo royal.
280-300 gr. de agua
35 gr. de miel
7 gr. de sal
Precalentamos el horno a 220ºC
Preparamos el molde: lo engrasamos con mantequilla (yo lo hice pincelándolo con aceite de oliva) y lo espolvoreamos con un poco de harina.
En un bol mezclamos todos los ingredientes, ayudándonos de una espátula de silicona. El resultado no es una masa, es más bien un engrudo, una papilla de aspecto un poco raro, no muy apetecible, pero es normal.
Lo ponemos en el molde, cuidando de que llegue hasta la mitad o poco más.
Espolvoreamos por encima con un poco más de harina y horneamos durante unos 40-45 minutos.
Antes de consumirlo, lo dejamos templar un poquito para no quemarnos al sacarlo del molde. Si no se consume inmediatamente, mejor lo dejáis sobre una rejilla hasta que se enfríe del todo para que no se reblandezca.
Como os he dicho, un pan muy apañado y muy resultón, perfecto para apuros, ay, que se me ha terminado el pan, a ver qué les doy ahora de merendar a los cachorritos o para quienes se están iniciando en el mundo del pan porque no puede salir mal.
Como véis, yo he usado un molde tipo cake. Se trata, en realidad, de un molde especial que tengo para hacer pan de molde, de manera que el pan sale estriado y nos deja con la guía para ver por donde rebanarlo. Pero podéis hacerlo con cualquier molde alargado o, incluso, redondo, como más os guste. Solo variará la forma del pan.
Si no tienes nada pensado para merendar hoy, ¡no tienes excusa para prepararlo!