Cada mañana desayunábamos en el bufé del desayuno y yo no podía evitar coger uno (uno, o dos, o tres, ejem) kanelbullar. Puro vicio.
Allí los tienen en dos versiones: los enrollados "normales", como una espiral y estos tan llamativos; me pasé buena parte del viaje pensando cómo harían para darle esta forma tan bonita, hasta que el año pasado me regalaron para mi cumple el libro Pan casero, de Ibán Yarza. Ahí estaba la solución al enigma. A pesar de todo, he tardado mucho, demasiado tiempo en preparar estos bollitos. Y ahora no me explico cómo he podido vivir sin ellos.
He hecho alguna modificación sobre la receta de Ibán porque mientras que amasaba, me di cuenta de que la masa estaba muy seca, así que tuve que añadirle algo más de líquido (opté por un huevo, para enriquecer la masa) y no le añadí el cardamomo porque al papá de los cachorrritos no le gusta nada y porque no recordaba yo el toque de cardamomo en estos bollos. Pero probaré a hacerlos de nuevo con esta especia para ver la diferencia.
De momento, os dejo la receta que yo hice que es, como ya os he dicho, sencillamente deliciosa:
Para la masa:
390 gr. de harina (yo usé harina de fuerza)
210 gr. de leche entera
1 huevo
75 gr. de mantequilla
75 gr. de azúcar
8-10 gr. de levadura fresca
4 gr. de sal
Para el relleno:
70 gr. de mantequilla
70 gr. de azúcar moreno
2 cucharadas de canelaPara decorar:
1 huevo batido
azucar perlado (se puede sustituir por azúcar blanquilla, almendras fileteadas o lo que más os aptezca)
La noche anterior preparamos un poolish con 150 gr. de harina, 150 ml. de leche y 1 o 2 gr. de levadura fresca. Removemos hasta que esté todo bien mezclado, tapamos con papel film para que no se reseque y dejamos reposar toda la noche para que fermente.
Este paso es de mi cosecha; me gusta, siempre que puedo, hacer este tipo de bollitos con prefermento, pero en la receta del libro no venía. Si no quieres hacerlo, pasa directamente al paso 2.
Mezclamos bien todos los ingredientes de la masa, salvo la mantequilla y la levadura y amasamos hasta obtener una bola lisa y brillante. Puedes hacerlo a mano o utilizar algún procesador de alimentos, como la panificadora o la My Cook.
Cuando la bola de masa esté lisa, incorporamos la mantequilla y la levadura y volvemos a amasar, sin añadir más harina, hasta que de nuevo consigamos una masa lisita y brillante.
Tapamos bien y dejamos reposar en un lugar alejado de las corrientes de aire, hasta que aumenten bastante su volumen, aunque no es necesario que llegue a doblarlo.
Truquito: si amasáis en la pani o en la My Cook, podéis dejarlas levar ahí mismo, en el caso de la pani, bien cerrada y si es en la My Cook, dentro de la jarra tapada también con el tapón dosificador. De esta manera no manchamos otro recipiente.
Cuando la masa esté a punto de terminar su levado, preparamos el relleno, mezclando la mantequilla derretida (podéis usar el microondas o un cazo, pero cuidado que no llegue a freírse) con el resto de los ingredientes. Reservamos.
Volcamos la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y extendemos con un rodillo hasta conseguir un cuadrado de 40x40 (más o menos, eh, tampoco hace falta que saquéis la regla para medir).
Extendemos la mezcla del relleno sobre toda la superficie -imagen 1- y doblamos la masa en tres, en forma de tríptico -imagen 2 y 3- y cortamos tiras por la parte más corta, hasta terminar la masa -imagen 4- Con cada tirita de masa que tenemos cortada, daremos forma a un bollito. Parece complicado, pero no lo es: este paso lo hico la cachorrita pequeña, ella solita; disfrutó como una enana y mirad el resultado, le salieron preciosos, ¿a que sí? Pues ¡quien dijo miedo!
Para formar los kanelbullar tenemos que coger una tira de masa, respetando la doblez y la retorceremos sobre si misma para que adquiera forma de espiral. Luego, la enrollaremos sobre si misma, cuidando de que los extremos queden bien metiditos hacia abajo, para que no se nos abran al hornearlos -imagen 5-.
Vamos depositando los bollitos sobre una bandeja de horno cubierta con papel de hornear -imagen 6- y dejamos reposar una media hora, para que aumenten un poquito su volumen.
No queremos que crezcan demasiado, pero sí que estén jugosos.
Pasado este tiempo, encendemos el horno al máximo para que se vaya calentando y, mientras, pintamos los kanelbullar con el huevo batido y decoramos al gusto con azúcar perlado.
Horneamos a 220 durante 7 minutos aproximadamente, hasta que empiecen a dorarse. No más tiempo porque se quedarían secos.
Sacamos del horno, depositamos sobre una rejilla para que se templen y ¡listos para merendar!
Mi consejo: si no os vais a comer todos los kanelbullar en el día o, como mucho, al día siguiente, es mejor congelarlos en cuanto se hayan enfríado. Cuando queramos consumir uno, bastará con sacarlo del frigorífico un par de horas antes (o menos, si hace calor fuera). Para descongelarlos es muy conveniente hacerlo dentro de una bolsa de plástico para que no pierdan humedad; veréis que estarán como recién hechos.
Más consejos sobre congelar panes o bollos con este tipo de masa, pinchando en la imagen a continuación:
Con estos bollitos participo en la iniciativa de este mes de ¡Qué rico, mami! consistente en preparar una receta de un libro {casi} fielmente, cambiando solo un ingrediente. Podéis ver si mis compis han sido capaces de ceñirse a una receta de libro visitando su blog:
Espero que mi propuesta os guste. De hecho, estoy casi segura de que, si os gusta la canela, os va a encantar.
A todo esto, redactando la entrada, me he dado cuenta de que este no es el primer dulce sueco que tengo publicado en el blog. Podéis ver, además:
Semlor, bollos suecos de cuaresma. Para llorar de placer.
Galletas suecas especiadas. Originales, diferentes y deliciosas.
¡Feliz fin de semana!