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Así que aprovechamos una de esas tardes de vacío mental para ilustraros, oh queridos lectores, durante el proceso por el que convertiremos un puñado de ingredientes en crudo en una contundente tarta de queso y Oreo. Recia y espesa, olvidaos si lo que buscáis es un postre ligero o algo que se hornee en apenas unos minutos. Ya lo veréis. Incluso si no soportáis el queso, nos vemos en el deber moral de advertiros que apenas éste es perceptible, ni siquiera sabréis que está ahí excepto por las risitas maléficas de quienes traten de ocultaros la verdadera naturaleza de la receta. No les culpéis, sólo tratan de no influir mientras os deleitáis con los trocitos de galleta del relleno a la vez agarráis el mantel con fuerza y fuegos artificiales surgen por cada una de vuestras cavidades y centros de placer.
INGREDIENTES
Para la base de la tarta:
100gr. de galletas Oreo™
50gr. de mantequilla
25gr. de azúcar
Para la masa de la tarta:
300gr. de queso crema tipo Philadelphia no light.
250gr. de queso mascarpone
160gr. de azúcar
1 cucharada de harina
3 huevos medianos
10 galletas Oreo™
50ml. de nata (crema de leche) de montar
Para la cobertura:
200ml. de nata (crema de leche) de montar (que unidos a los 50ml. de antes hace ¡un brick! ¡ta-da!)
Galletas Oreo™ a discreción
PREPARACIÓN
Empezamos derritiendo la mantequilla en el microondas durante unos cuantos segundos y destruimos literalmente las galletas hasta conseguir un granulado grueso. Las galletitas venían en paquetes individuales a los que hicimos un pequeño agujerito de forma que el aire pueda salir, para aporrearlo a continuación con un rodillo o la mano del mortero. De esta forma la galleta triturada queda en el paquete y no salta por todas partes. Remedios ingeniosos para problemas sencillos. Mezclamos la mantequilla con la Oreo triturada y el azúcar y mezclamos hasta conseguir la masa con la que nos encantaría sustituir el gotelé de nuestras paredes.
Ahora precalentamos el horno a 180ºC., ahora es cuando recibís un email de vuestra compañía eléctrica dándoos la enhorabuena por engrosar sus cuentas de resultados, y mientras lo borráis y se calienta, preparamos la masa.
Una vez bien frío y desmoldado, y con la nata (crema de leche) bien fría, la montamos junto a un poco de azúcar y un par de gotas de esencia de vainilla. Si deseáis, podéis añadir una cucharada sopera de crema de queso para untar lo que añadirá algo de consistencia a la nata (crema de leche), 200ml. de nata (crema de leche) es una cantidad bastante pequeña y en este caso podría notarse un ligero regustillo ácido a queso nada desagradable que conjuntaría perfectamente con nuestra receta, pero no nos ayudará a engañar a los desalmados detractores del queso en cualquiera de sus variedades. Respetadlos por mucho que los odiéis.
Esta tarta genera sentimientos encontrados. Al principio golpea con tanta contundencia que duele. A unos les parece ligera, a otros les resulta intensa y pesada. A nosotros nos ocurrió algo similar, el primer trozo entra bien, el tercero cuesta. ¡Que sí, que somos unos gordos! ¡Que nos dejéis!