Hay indicios desde la Edad Media, en la Edad Moderna se encuentran más documentos de su historia y en la Edad Contemporánea (en nuestros días) es cuando hay más esplendor y expansión del Mantecado de Portillo.
En el año 1499 en el libro de actas del Ayuntamiento de Valladolid ya nombra “un pastelero de la Villa de Portillo”. Hacia el año 1750, Valladolid y sus alrededores eran la principal zona cerealista de Castilla y León (uno de los ingredientes más importante de el Mantecado de Portillo) y en el año 1800, época del máximo esplendor del Mantecado de Portillo, por ser dulce que no faltaba en cualquier evento.
A partir del 1900 se recrea nuestro típico Mantecado de Portillo, en muchos escritos, innumerables leyendas y libros, sobre fiestas y costumbres de esa época en la que se consumía el Mantecado.
Desde el año 1960 hasta hoy, el Mantecado de Portillo es reconocido en casi todos los rincones de nuestro país. También ha viajado a Filipinas, Australia, las dos Américas y gran parte de Europa.
Es el producto estrella de la confitería de Portillo, típico y tradicional.
Su producción es limitada por tener una elaboración muy minuciosa, van tres veces al horno ( un cocido y dos secados en baño blanco glaseado ) y sus ingredientes son de lo más natural, como son: manteca de cerdo, azúcar, harina, huevo, canela y aguardiente (o vino). Tiene forma ovalada y una textura laminada, bañados por los cuatro costados.
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Mantecados de Portillo
Receta de icortonPlato: Castilla LeónCocina: PostresDificultad: FácilRaciones4
raciones
Tiempo de preparación30
minutos
Tiempo de cocinado40
minutos
Calorías300
kcal
Ingredientes
1/2 kg manteca de cerdo1 kg harina
250 ml vino blanco
sal
Para el baño
2 claras de huevo
500 gr azúcar
1 ch vino
Paso
Extender la harina sobre la bandeja del horno y tostar a fuego flojo hasta que empieza a tomar color.
Retirar del horno y dejar que se enfríe
En un recipiente lo bastante grande, se pone kilo y medio de harina ya tostada en forma de volcán, echando en el centro la manteca derretida pero que no esté caliente, el vino blanco y un pellizco de sal.
Se trabaja para formar una masa algo disgregada. Se extiende la masa sobre el mármol y se aplana para que tenga un grosor de 1 cm, cortando porciones con el borde de una copa, que se colocan en la bandeja de horno y se cuecen hasta que estén dorados.
Batir las claras hasta que están montándose y tengan algo de consistencia.
Añadir poco a poco el azúcar, el vino y un poco de agua, sin cesar de batirlas.
Se aproxima al fuego para que se caliente progresivamente.
Cuando ha alcanzado una buena temperatura, se vuelve a batir con energía hasta que se incorporen bien los ingredientes y quede espesito el baño.
Se bañan los mantecados por una cara y se deja que se sequen.
Cuando están, se bañan por el otro lado y se repite la operación de secado.
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