Tengo la suerte de que la mayor parte de mis amigos confían en mí y me dejan jugar con mis galletas. Y estos días de tanto galleteo navideño he podido disfrutar muchísimo decorando.
¡Aquí os muestro algunas de mis galletas navideñas del 2015!
Para empezar, mis Hombrecitos de Jengibre dándose un rico baño en chocolate con marshmallows. Puede verse el tutorial completo pinchando aquí. Estoy enamorada de estas galletas tan simpáticas.
Otra opción es hacer los hombrecillos de la forma clásica, aunque en realidad son galletas de mantequilla disfrazadas de gingerbread.
También los he hecho como en este caso, adornándolos con pajaritas hechas con estos ideales sprinkles de Wilton; los he visto en mil galletas estos días, parece que nadie pudo resistirse.
O bien utilizando los restos del icing de color chocolate para hacer este personajillo tan simpático que se dispone a decorar su casa. ¡Qué ganas me dan de morderlo!
Otro motivo invernal y navideño que me gusta son las manoplas, que podemos hacer aprovechando los mismos colores –rojo y verde- y añadiendo una segunda capa de decoración en blanco para hacer motivos invernales.
Lo mismo hice para este calcetín; en este caso utilicé una boquilla del número #1 con icing muy espeso para dar esa consistencia lanosa a la parte de arriba y hacer las puntadas.
Podemos también utilizar los mismos colores con la técnica wet on wet para hacer estos otras manoplas más clásicas, a los que en este caso puse unos lacitos no comestibles de lo más coqueto.
Siguiendo con el wet on wet y estos colores, unas elegantes pajaritas, muy sencillas de hacer con el cortador adecuado. Para mí esta galleta tiene el tamaño perfecto: dos bocados.
Otra idea muy resultona es hacer una puerta con su decoración navideña; a mí este diseño me encanta porque lo veo super americano y me recuerda a la Navidad tan feliz que pasé allí. Cómo les gusta a los americanos decorar sus casas para cada ocasión y qué bien lo hacen.
Para los que quieran un toque más español, el must de la temporada entre mis amigas han sido los belenes o nacimientos. Los hice con los cortadores de muñecas rusas y decoré con detalles en oro; puestos en una cajita apropiada son un regalo bastante majo. Habré hecho 14 ó 15 belenes y prometo que no me he comido ni un solo Niño Jesús.
A las más jóvenes también les suelen gustar bastante las galletas de niñas y princesas. En este caso vestidas con ropa invernal, sonrientes como siempre. A estas niñas les hice una sobrefalda con icing blanco extendido con un pincel húmedo para que quedase muy tenue, y pinté con dorado una vez seco. Las llevé a una feria de Navidad y duraron menos de un minuto en mi mesa.
Si queremos innovar un poco más, podemos coger cualquier simpático animal y vestirlo para la ocasión, como hice con estos perritos. ¡De las pocas galletas que me da pena comer! Se decoran cubriendo con icing, dejando secar, y haciendo sobre ellos un trajecito de needlepoint o ganchillo; es la primera vez que lo hago pero ya tengo el gusanillo y pienso repetir. Para la línea de las orejas no me compliqué demasiado y recurrí al rotulador alimentario.
Y un clásico que no falla son los copos de nieve, que trazaremos con icing muy espeso sobre una galleta ya cubierta de glasa bien seca.
Hice también otras estrellas para colgar del árbol, combinando los trazos de la nieve con toques de spray dorado. Rojo, blanco y dorado, una combinación que me fascina. Estoy bastante orgullosa de estas galletas y espero que luzcan bien bonitas en el árbol de mi amiga Sarah.
La nieve también puede servir para hacer un buen conjunto de minigalletas redonditas. Estas las hice todas diferentes, combinando los diseños con pequeñas perlitas comestibles. Me gusta mucho combinar en un mismo set galletas con detalles en icing y con fondos metalizados hechos con plantillas. Creo que el juego de texturas da profundidad al conjunto y queda precioso, ¿no os parece?
Con los mismos colores hice también estas manoplas, añadiendo un detalle decorativo en pasta de goma: los botones. No sé por qué razón los botones y las galletas quedan tan bien juntos, pero desde hace un par de semanas ando presa de una botonosis grave.
Se puede recurrir a los botones también para dar unidad a un conjunto de galletas, como hice en estas cajitas. Colores bien combinados y un motivo común –¡más botones!- sólo pueden quedar de una forma: estupendos.
Para los más observadores no hace falta que diga que este montón de galletas las hice a base de sólo unos pocos colores. Rojo, verde, dos tonos de beige, marrón, blanco, un poco de azul claro y una pizca de color carne. Y oro, claro está; como ya dije me debo estar haciendo vieja que cada vez me gusta más, y en Navidad puedo darme el gustazo sin miedo de pasarme.
En total creo que este año he hecho unas trescientas galletas navideñas. Quizá más, ni las he contado. No podría elegir una favorita –¿a quién quieres más, a papá o a mamá?– y ahora me va a costar salir de este ritmo. Pero es Navidad, me voy con mi familia y toca descansar. Me lo he ganado.
A todos os deseo unos días muy felices y os regalo mi mejor consejo, que no es sobre galletas. Abrazad, achuchad y repetid a vuestros seres queridos lo mucho -mucho mucho- que los queréis. Con galletas o sin ellas, ése es siempre el mejor regalo.
¡Feliz Navidad!