Ha sido un largo camino. A veces sencillo, a ratos placentero, en ocasiones agobiante...pero siempre fructífero. En vivencias, en aprendizaje, en evolución, en superación y por supuesto en compañía.
Porque si algo bueno tiene el blog, y no me cansaré de repetirlo nunca, es la gente que he conocido y me ha acompañado en esta andadura.
Lo bueno de estos seis años sois vosotros.
Esta miscelánea de compañeros, más chicas que chicos, todo hay que decirlo, de los rincones más diversos del país y del mundo, de edades dispares, cada cual con su bagaje, su historia personal, sus vivencias, sus creencias, sus tradiciones y recuerdos...
Un grupo de lo más heterogéneo y a la par de lo más unido por la pasión común por la cocina. Sois los mejores compañeros de viaje que podía soñar para esta aventura y espero contar con vosotros muchísimo tiempo más. Y si alguien se anima, las puertas de esta cocina siempre están abiertas para aquel que quiera unirse.
Para celebrarlo os traigo una receta que fue todo un flechazo. Un amor a primera vista que verlo y cocinarlo fue todo uno.
He de confesar que para hoy tenía pensado publicar otra receta, pero cuando hice este pan el pasado sábado me gustó tantísimo que cambié mis planes sobre la marcha y decidí que sería ideal para festejar con vosotros este sexto aniversario.
Siempre le he tenido muchísimo respeto a las masas. No son excesivamente complicadas, es cuestión de trabajarlas y darles su tiempo, pero yo soy de paciencia liviana y de unos años acá de tiempo excaso, así que no siempre tengo la posibilidad de estar pendiente de amasados y levados.
Hace ya mucho que me intento obligar a salir de mi zona de confort repostera, a meterme en recetas que siempre voy dejando atrás con excusas de lo más variopintas y a probar cosas diferentes.
Lo consigo a medias, no vamos a engañarnos, pero el propósito sigue ahí.
Descubrí esta receta hará un par de semanas y como os he contado caí rendida de inmediato. Si hay canela de por medio no me entran dudas, más bien prisa por ponerme a hornear, y aunque vamos teniendo calorcito (al menos tiempo variable) encender el horno aún no es una tortura.
He de confesar que la alegría de preparar esta receta comenzó a truncarse nada más comenzar con la masa. Tras diez minutos de amasado aquello no pintaba nada bien. Era evidente que le faltaba harina (y no poca) y allí empecé con los ajustes hasta que adquirió una consistencia aceptable.
Me da un poco de rabia meterme con una receta, seguirla al pie de la letra, y que el resultado sea un desastre. Es la segunda vez en menos de seis meses que una masa que me vendían como perfecta ha resultado poco menos que una mezcla de bizcocho.
Al menos esta vez pude arreglarlo y obtener una receta que se puede compartir. En la anterior ocasión algo llegó a la mesa, pero de ahí a que se pudiera enseñar al mundo iba un trecho.
A pesar de los inconvenientes iniciales el resultado me ha gustado. No es lo que yo esperaba en cuanto a textura, pero el sabor y el aroma son increíbles. Lo dice una gran amante de la canela.
Yo esperaba una masa más tipo brioche, y aunque el interior ha quedado tierno el exterior es un poquito más duro, tipo corteza de pan, aunque sin llegar a ese extremo.
Y en realidad es como se vendía esta receta, como pan de canela, no como brioche, aunque siendo una adaptación (estética) de una masa de rollos de canela yo esperaba otra cosa.
Que tampoco es que tenga una corteza como un pan de pueblo. No. Pero tampoco es blandita como un brioche.
Mi cabeza que no para (más cuando yo tenía una idea y el resultado es diferente) ya está pensando en repetirla, aunque cambiando por completo la masa y variando ligeramente el relleno ¡a ver qué sale! aunque mientras llegan las pruebas y arreglos os invito a que la preparéis tal cual (o adaptando una receta vuestra que os guste) y me contéis.
Otra cosa que me sorprendió mucho de la receta original es que lo vendiera como un pan de canela y en el relleno llevara a duras penas una cucharadita. Yo le puse bastante más, porque a ver, si es un pan de canela ¿tendrá que saber a canela no? Y ya os digo yo que el sabor no es excesivo (que una cosa es que me guste y otra que no sepa darme cuenta cuando es demasiado)
Aunque el exterior queda un poco más duro de lo que yo había pensado el interior es tierno y se mantiene casi como recién horneado durante tres o cuatro días. Después pierde esponjosidad pero nada que no se resuelva con un remojón en la leche de la mañana (o a base de crema de cacao como mi señor esposo, o con un poquito de mermelada, invención por cuenta de la que escribe, si no sois de mojar en la taza)
Al menos no acaba como una piedra, que eso ya es de agradecer con una masa casera.
La verdad es que estoy muy contenta de haberme lanzado pronto a prepararla y a compartirla con vosotros para que podáis prepararla antes de que el calor apriete y disfrutar de este pan en desayunos y meriendas ¡estoy segura de que os va a encantar!
Creo que ha sido una buena elección para festejar con vosotros estos seis añitos de blog (que se dice pronto, pero que han dado para compartir muchas recetas, muchos recuerdos y muchas vivencias del día a día (sin ir más lejos dos embarazos y dos niñas, que no es poco)) y espero que me acompañéis con un buen trozo mientras os cuento la receta de hoy.
Ingredientes:
Para la masa:
* 380 a 400 gramos de harina de fuerza
* 150 ml de leche (entera a poder ser)
* 80 gramos de mantequilla
* 50 gramos de azúcar
* 4 gramos de levadura seca de panadero
* 4 gramos de sal
* 1 huevo
Para el relleno
* 125 gramos de azúcar moreno (en la receta original 100 pero yo acabé lo que quedaba en el paquete)
* 3-4 cucharadas de canela en polvo
* 1 cucharada sopera de mantequilla para pintar (puede ser huevo o leche)
Elaboración:
1. Ponemos los ingredientes en el cubo de nuestra panificadora o en nuestro robot de cocina y amasamos. Yo lo he hecho con la panificadora de LIDL y primero se ponen los ingredientes líquidos y después los sólidos y he programado dos veces el programa de amasado que dura 15 minutos (es el número 7, para pasta)
Si no tienes robot la masa se puede hacer a mano poniendo la harina sobre una superficie limpia (o dentro de un bol amplio, haciendo un hueco en el centro, como si fuera un volcán, añadiendo ahí el resto de ingredientes y amasando a mano hasta obtener una masa manejable y elástica)
2. Una vez lista nuestra masa hacemos una bola y la ponemos en un bol pintado con aceite. Tapamos con film transparente (en contacto con la masa) y cubrimos el bol con un paño seco y limpio. Dejamos levar hasta que duplique su volumen. En mi caso yo la dejé toda la noche a temperatura ambiente.
3. Una vez levada la masa la ponemos sobre una superficie de trabajo limpia, aplastamos suavemente con las manos y estiramos con el rodillo formando un rectángulo de aproximadamente 30x40 centímetros.
4. En un bol mezclamos el azúcar con la canela y esparcimos por toda la superficie de la masa dejando en uno de los lados largos de uno a dos centímetros sin azúcar para sellar la masa al enrollar.
5. Enrollamos por el lado largo la masa. Vamos enrollando hacia el lado que no tiene azúcar. Una vez enrollado presionamos bien por la junta para que se quede unido y giramos nuestro rollo para que apoye por donde une la masa.
6. Cortamos la en diez trozos con forma de triángulo.
7. Forramos un molde rectangular de unos 30x12 centímetros con papel de hornear y disponemos los trozos de masa en su interior. Tapamos de nuevo con film transparente y cubrimos con un paño caliente hasta que hayan levado de nuevo duplicando su tamaño.
8. Una vez levados retiramos el paño y el film y pintamos con mantequilla derretida con ayuda de un pincel.
9. Introducimos en el horno precalentado a 170º C y horneamos en torno a 40 minutos. Si la superficie se dora mucho podemos tapar con papel de aluminio.
10. Una vez horneado dejamos en el horno con la puerta entreabierta unos cinco minutos, sacamos, retiramos del molde con ayuda del papel de hornear y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Recomiendo retirar el papel antes de que se haya enfriado por completo para evitar que se quede pegado a la masa por el caramelo que hay en la base.
Para conservarlo nada mejor que envolverlo en film transparente y guardarlo a temperatura ambiente.
También lo podéis cortar en rebanadas y congelarlo. Incluso más de una vez he leído que otras compañeras tuestan, como si de una rebanada de pan se tratara, trozos de brioche en la tostadora y que quedan divinos. No lo he probado pero me parece una buena alternativa.
Otra opción es guardarlo en la nevera. No soy muy partidaria de esto, porque suelen ponerse un poquito más duras las masas, pero si hace calor es buena idea.
Ayer vacuné a Elena. La última dosis de la vacuna contra la meningitis que no le puse a los 14 meses porque el estado de alarma estaba recién decretado y mi conciencia como madre me decía que era preferible dejarla en casa a ponerle esa vacuna (que era de recuerdo y ya llevaba dosis previas contra la meningitis que le hemos pagado porque en Andalucía no entran dentro del calendario de vacunas)
Ha evolucionado un montón desde marzo aún sin tener el estímulo de la guardería, pero sí el de su hermana. Corre como si llevara haciéndolo toda la vida, ha comenzado a decir palabras sueltas y me sorprende la claridad con la que las pronuncia. No son muchas, pero las que dice se entienden perfectamente.
El sábado me llevé una sorpresa. De esas que hacen historia familiar. Estaba terminando la lavadora, cuando veo algo extraño en el cristal de la puerta y cuando miro con atención veo un pañal dentro (sólo faltaban quince minutos para que terminase el lavado de una hora y treinta y cinco minutos) que había reventado.
Nadie sabe cómo llegó ahí, pero yo sí aprendi lo que ocurre cuando se lava un pañal. Sorprendentemente la lavadora no se ha atrancado y la ropa que había dentro se pudo salvar. Puedo prometer que cuando la paré y pude abrirla y comencé a sacar la carga estuve tentada de tirar toda la ropa y la mismísima lavadora porque no veía forma humana de solucionar aquello.
Al final tuvo arreglo y la lavadora sigue funcionando. Si muere en breve os lo contaré. Decidme que cuando vuestros hijos eran pequeños también pasaron cosas en vuestra casa por favor.
Espero que os haya gustado la receta de hoy. Me despido de vosotros hasta la semana próxima. Pronto llegarán las recetas sin horno, que comienza a hacer calorcito y pegan postres fresquitos. Sed felices y gracias una vez más por acompañarme en este rinconcito.
Manos a la masa y ¡bon appétit!