Verde: espinacas, hay quien las cuece y luego las tritura. Yo prefiero triturarlas sin cocer. El porqué de esto es que al cocerla vamos a añadir más agua a la masa.
Rojo: tomate seco, triturado también.
Negro: tinta de calamar.
Pero para hacerla con niños es más fácil usar colorante alimenticio para repostería. En los supermercados se puede encontrar un paquete que viene con tres colores: azul, rojo y amarillo. Lo único a tener en cuenta cuando se usan estos colorantes es que manchan las manos. Aunque se elimina bien con agua y jabón, se mete por las uñas y ahí es más difícil quitarlo. Así que si queréis podéis usar guantes. Si vais a hacer la pasta vosotros solos os recomiendo hacerla con los productos naturales que os he puesto arriba, la pasta sale mucho más buena.
Receta pasta de colores
Harina 400g
Huevos 2und
Agua
En una superficie limpia y lisa se pone la harina con forma de volcán. En el centro se ponen los dos huevos (sin la cascara, no hagáis como mi primo que lo puso entero) Si vamos a usar los productos naturales para darles color estos se deben añadir ahora. Con una cuchara mezclamos los huevos con la harina. Cuando estén bien mezclados se va añadiendo poco a poco el agua, cada vez que se añade se amasa bien con las manos hasta conseguir una consistencia homogenea. La masa debe quedar elástica y que no se pegue a los dedos. Si vemos que nos pasamos con el agua se añade un poco más de harina y listo.
Dividimos la masa en tantas partes como colores se quiera hacer. Estas partes se amasan con forma de cuenco y en medio se añade el colorante. Éste se va añadiendo poco a poco, se amasa y, si se observa que el color no es suficientemente intenso, se repite la operación.
Se deja reposar la masa tapada con un paño húmedo durante media hora. Una vez hecho esto se pone un poco de harina en la superficie donde estamos trabajando y en el rodillo que vamos a usar. Se estira la masa con el rodillo.
A partir de aquí hay dos maneras de continuar, con la máquina para cortar pasta (ver el post "Pasta casera... a máquina") o a mano:
Con la máquina: ponemos la manivela en la ranura del cuerpo de la máquina. Seleccionamos la apertura máxima de los rodillos y pasamos la masa a través. Si vemos que la masa se rompe es que está demasiado dura y necesita más agua. Si se pega a los rodillos, se espolvorea harina por encima. Se cierran los rodillos una posición más y se repite. Esto se hará sucesivamente hasta que lleguemos al espesor deseado. Una vez conseguido el espesor se ajusta el accesorio de corte que queramos, se cambia la manivela a la ranura de este y se pasa la masa entre los rodillos de corte.
A mano: Se estira la masa con el rodillo hasta conseguir el grosor deseado. Para ello se pone la masa en el centro y desde ahí se hace girar el rodillo presionando hacia los lados. Se intentará hacerlo con forma rectangular. La pasta se puede cortar de varias formas, por ejemplo, para hacer lacitos se corta en pequeños rectángulos y estos se aprietan en el centro, de manera que la masa se pegue. Para hacer tallarines el rectángulo inicial se espolvorea con harina y se enrolla. Con un cuchillo afilado se corta, del ancho del tallarín, transversalmente. Nos quedará un rollito que al desenrollarse será el tallarín. Es importante que tengamos un buen cuchillo que no aplaste la masa en vez de cortarla.
Lo hagamos a mano o con máquina la pasta se deja secar unos 10 minutos. Para este fin existen unos utensilios llamados secadores de pasta, son una especie de percheros para colgar la masa y valen unos 20€. Si no tenemos uno no pasa nada, se puede poner una cuchara de madera entre dos jarras, por ejemplo, y colgar ahí la pasta.
Mientras la pasta se seca se pone agua con sal a calentar en una olla. Cuando esté hirviendo se añade la pasta. Al ser pasta fresca tarda muy poco en hacerse, unos 4 o 5 minutos. Se saca del agua y listo. No hace falta enjuagarla con agua fría.
Espero que os guste y que los niños se hayan divertido.