Mi casa parece "cucharolandia" últimamente. Seguimos con temperaturas bajas y sigue apeteciendo tomar platos calentitos. Con deciros que he terminado con todas las existencias de menudillos, huesos de carne, pollo, y jamón, que voy guardando en el congelador para hacer todos mis caldos... Y todavía queda invierno para días. Así que hoy me ha tocado aprovechar algunos productos vegetales.
En mi opinión, en un buen caldo de verduras no puede faltar el puerro y la cebolla. También me gusta añadir el tallo verde de las cebolletas. Le dan un sabor extraordinario. Una rama pequeña de apio, si gusta, no le viene mal porque es muy aromático, aunque hoy no lo he usado. Zanahorias, nabos, chirivías, dan sabor y perfuman de manera muy agradable el caldo. Incluso he añadido dos cucharadas de tallos de espárragos verdes. La parte más dura, ya sabéis ¡Y todo eso lo podéis tener limpio y troceado en el congelador, listo para usar!
Ingredientes para 4 personas
300 g de salmón fresco en filetes gruesos
1 cebolla mediana
2 puerros
2 zanahorias grandes
300 g de coliflor
200 g judías verdes (vainas)
4 tallos de acelga
100 ml de nata (crema de leche) espesa para cocinar
4 ramitas de perejil picado
1l, 1/2 de caldo de verduras casero o de brik
Eneldo
Pimienta blanca
Sal
Aceite de oliva
Obtener el caldo de verduras os costará solo treinta minutos de cocción. Luego colar y reservar.
Los caldos de brik también nos pueden solucionar el menú del día. Pero si tenéis tiempo hacedlo en casa, así evitaréis ingerir un montón de conservantes.
Lavar y trocear pequeñas el resto de las verduras y hortalizas.
En una cazuela, hacer un sofrito con el puerro (la parte blanca) y la cebolla. Cuando coja un poco de color añadir las zanahorias. Sofreír a fuego muy lento dos minutos más. Condimentar con sal y pimienta.
Introducir la coliflor y las judías verdes.
Añadir el caldo caliente. Se supone que ya tiene que tener sal. No añadáis más hasta el final del guiso.
Hervir a fuego lento durante quince minutos. Añadir las acelgas y cocinar cinco minutos más.
Añadir la nata (crema de leche). Cocinar con el fuego al mínimo. Llevad el guiso hasta el punto de ebullición y apagad el fuego.
Retirar la piel al salmón y cortar en dados. Salpimentar. Saltear ligeramente en una sartén con una gota de aceite de oliva.
En este tipo de guisos no es conveniente que la cocción del pescado sea larga porque la carne se seca mucho. Por esa razón es preferible congelarlo antes de su utilización para evitar el anisakis.
Por último, introducir en el guiso el salmón. Haced un ligero vaivén a la cazuela para que se integre. Se terminará de hacer con el propio calor.
Si deseáis un caldo más trabado solo tenéis que añadir media cucharada de harina al sofrito. Rehogar unos instantes y a continuación añadir el caldo caliente.
Condimentad, en el plato, con un toque de eneldo.
Tomadlo bien caliente con unos colines de pan tostado, o una buena rebanada de pan de cereales.
¡Qué aproveche!