Que el día de mi cumpleaños es uno de mis preferidos en el año no es ningún secreto. Todo el que me conoce, sabe que disfruto cada 20 de Noviembre de una nueva celebración. No me quito años, 39 hasta el momento, porque entiendo que lo importante realmente es cumplirnos. Tener la maravillosa oportunidad de disfrutar la vida, con sus altos y sus bajos, los que nos hacen fuerte y nos proporcionan la experiencia, que, como bien dicen, es un grado. Poder partir de nuevo un pastel, soplar las velas, pedir un deseo y ser protagonista de tu propio día, recibir mil llamadas, que el móvil pida que lo recarguen cada tres horas porque ya no puede más. A mi todo esto me llena el corazón de fuerza, la vida de energía, mi nuevo año de buenos deseos con los que afrontar otros 365 días.
Este año he querido celebrarlo además a todo color… y ¿por qué? porque despido con estos 39 la treintena. El rainbow cake o tarta arcoiris no es solamente visualmente precioso, es que además tiene un sabor espectacular. Hay muchas maneras de hacerlo, pero esta versión que yo uso es particularmente la que más me gusta. Tiene una masa muy consistente y unas cremas, de relleno y de cubierta, que suponen la combinación perfecta.
Las fotos las tomé antes de repartir las porciones, así que ¡no me las tomes muy en cuenta! No tenía todo el tiempo del mundo, ni la mejor luz tampoco. Es lo que es, un pastel cortado para celebrar este día, después de haber soplado las velas… deseos soplados al viento y preparados para el efecto “wow” en el corte.
Ingredientes (para moldes desechables de 18 cms)
410 g. de harina de todo uso
1 cuchara de levadura
1/2 cucharadita de sal
50 g. de maicena
1 cucharita de vainilla en pasta
6 claras de huevo L
450 ml. de buttermilk (o sustituto, leche con una cucharada de vinagre, hasta que se corte)
300 g. de azúcar
175 g. de mantequilla a temperatura ambiente
Es muy importante que la mantequilla esté a temperatura ambiente antes de empezar el proceso de la masa de los bizcochos.
Si tienes kitchen aid, thmx con mariposa o como yo, una estupenda, kenwood que además es el modelo rainbow, será mucho más fácil para hacer una crema con la mantequilla. Si no trata de usar un aparato que te ablande la mantequilla y la blanquée al mismo tiempo. Una vez conseguida una crema con consistencia de pomada, unos 4 minutos a velocidad media, añade el azúcar hasta conseguir que ambas se integren.
En un bowl, bate las claras un poco hasta que quitarle la consistencia viscosa y mézclalas junto al buttermilk o sustituto de buttermilk. Añade una cucharita de vainilla en pasta.
En otro bowl, pon la harina junto con la levadura, la sal y la maicena y tamiza. Es importante para que no se formen grumos en la masa.
Añade los ingredientes húmedos en tres partes, al igual que los secos, alternando hasta que estén integrados a cada paso. Debes de obtener una masa homogénea, bastante líquida. Si al principio, ves que la masa adquiere una consistencia cortada, no te asustes, se irá arreglando según se añadan los ingredientes secos.
Pesa la masa y divídela en cuencos con la misma cantidad. Colorea a tu gusto. El color nada tiene que ver con el sabor. Yo siempre uso colorante en pasta cuando coloreo masas, porque dan mucha homogeneidad al color incluso ya horneado.
Prepara unos moldes desechables, con papel encerado recortado a la medida al fondo y alrededor. Pon la masa.
Hornea a 170º, de dos en dos, por unos 10 minutos. Saca y repite la operación con los siguientes dos colores.
Una vez hechos, déjalos enfriar. Se pueden preparar desde el dia antes. Te recomiendo que los conserves en el frigorífico envueltos en papel film antes de montar la tarta. Si lo que quieres es adelantar trabajo, también puedes congelarlos unas semanas antes y sacarlos el día del cumpleaños con unas 3 horas será suficiente.
Crema de queso extrafuerte
30 ml de leche caliente
1 sobre de gelatina neutra
250 g. de mantequilla a temperatura ambiente
180g. de azúcar glass
250 g. de queso filadefia, frío
Calienta la leche en el microondas unos 30 segundos, lo suficiente para disolver la gelatina en ella y que no forme grumos. Deja enfriar mientras preparas la crema.
Introduce en el vaso de la amasadora y ablanda la mantequilla durante 3-4 minutos a velocidad media hasta que haya tomado un color más blanco. Añade el azúcar y sigue mezclando con la pala. Si es necesario, para la máquina y separa de los bordes y del fondo la mantequilla adherida y vuelve a darle unas vueltas. Añade el queso recién sacado del frigorifico. Si tienes un accesorio batidora de varillas (la que parece una bombilla), úsalo. Con este conseguimos que entre aire en la mezcla y quede más inflada. Una vez integrados los tres ingredientes, añade la leche con la gelatina. Mete al frigorífico durante quince minutos hasta montar el pastel para que endurezca un poco. No te pases de este tiempo o se solidificara mucho la mantequilla. Si te ocurre esto, vuelve a poner en el vaso y bate de nuevo.
Sobre un cartón del tamaño del bizcocho, pon una cucharadita de crema y pega la primera capa. Extiende un poco de crema para evitar que se te levanten grumos. A continuación, coloca una porción de crema con el sacabolas de helado y ve nivelando para que tenga el mismo grosor por todos lados. Repite la operación hasta acabar con el pastel cubierto alrededor y en la parte superior. Da igual que no esté bien cubierto o que se vean los colores. Ahora, hay que refrigerar para endurezca antes de aplicar la capa superior.
Crema de queso para la cubierta
125 g. de mantequilla temperatura ambiente
1 cuchara de leche
100 g. de azúcar glass
150 g. de crema de queso
El proceso es el mismo que la crema de relleno, sin embargo esta no hace falta refrigerarla. Una vez terminada se puede cubrir directamente. Ahora sí, busca todos los huecos por tapar y sobre todo que esté totalmente nivelada. Si quieres, puedes darle un efecto con un tenedor o una de esas paletas dentadas. Decora con bolitas de colores, grajeas de chocolate de colores o cualquier otro ingrediente que dé una pista de lo que van a encontrar a la hora de partir el pastel.
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